Otra estrategia contra la esclerosis múltiple

Otra estrategia contra la esclerosis múltiple

Hace más de tres años, Cynthia García, médica egresada de la UNT, abandonó la terapia convencional para tratar la esclerosis múltiple (EM) que le diagnosticaron en 2010. Apostó a la medicina biomolecular y a tratamientos naturales. “Nunca más tuve brotes y las resonancias muestran remisión de la EM. Desconozco mi futuro, sólo Dios sabrá…”, reflexiona. “La EM no es autoninmune: tiene más de 60 causas”, afirma el médico tratante, doctor Omar Ayrad.

“Ahora puedo decir que tenés esclerosis múltiple (EM). Cumplimos con los criterios: la clínica, los potenciales evocados, las resonancias magnéticas nuclear (RMN)”. El diagnóstico que recibió en 2010, le cayó como una bomba a Cynthia García, que por entonces tenía 27 años y estaba por rendir las últimas materias de Medicina en la UNT.

“Quedé hecha trizas, no podía estudiar. Sin ser neuróloga sabía que la EM era una patología autoinmune, crónica, progresiva, discapacitante y sin cura, según la medicina alópata”, señala.

Sin embargo, a casi cuatro años de aquella traumática noticia, la hoy doctora García no se cansa de repetir: “siento que estoy curada, que no puedo callar lo que pasé y lo que estoy viviendo, aunque desconozco cuál será mi futuro. Dios sabrá. Dejé el tratamiento con interferón y deposité mi confianza en el doctor Omar Ayrad, que me está curando con medicina biomolecular y con un plan nutricional compatible con su terapia. Mi cuerpo me dice que estoy sana, no tengo brotes de EM y las imágenes muestran la remisión de la enfermedad ¿qué otra prueba necesito?”, narró García a LA GACETA.

– Afirmar que la EM se cura sonará fuerte en tu comunidad médica: la alópata ¿Por eso guardaste silencio hasta hoy…?

– Me estuve callando por temor a las críticas, al rechazo y a la sorna de los colegas. Algunos conocen mi caso porque un día a la semana tengo guardia en el Hospital Padilla. Pero llegó la hora de difundir mi vivencia con apoyo de mi madre, Isabel Mereles (pediatra alópata), de mi padre, el contador Abelardo García, de mi marido y médico Alejandro Díaz, que se está especializando en cardiología. Hay varios médicos en mi familia. Todos están sorprendidos de mi curación…

– Los neurólogos que te trataron ¿te dijeron algo? o se muestran escépticos…

– Quiero y respeto a todos los que me vieron, y me reservo sus nombres por ética profesional. Un par de neurólogos analizaron con lupa las primeras y las últimas resonancias, vieron la remisión de la enfermedad y me dijeron: “esta es una EM muy rara…” Otro quiso negar el diagnóstico que me había dado: “Con vos Cynthia nunca habíamos hablado de EM …”, me dijo. No le respondí, pero guardo celosamente mi carpeta con todos los estudios y diagnósticos firmados y sellados por todos los especialistas que me atendieron…

– ¿Cuándo tuviste los primeros síntomas de EM?

– A mis 25 años. El 4 de agosto de 2008 tuve neuritis óptica (dolor al mover los ojos y destellos en el izquierdo). Me hicieron la primera resonancia y aparecieron las típicas manchitas de EM. Pero para llegar al diagnóstico e iniciar la terapia hacían falta más estudios y brotes de la enfermedad. Dos años después, en 2010, empecé con diplopía (visión doble), hormigueo en los miembros inferiores -desde la columna lumbar hasta los pies- y fatiga. Llegué a casa apoyándome en las paredes. Fui al oftalmólogo y me derivó de nuevo al neurólogo. Este me pide otra RMN y potenciales evocados en los ojos y en las piernas. ¿Los resultados? Enlentecimiento de la conducción nerviosa, un patrón típico de EM. Me da el diagnóstico y el certificado para retirar de la obra social el interferón (disminuye los brotes) e iniciar el tratamiento.

– ¿Esperabas el diagnóstico?

– Me puse muy mal porque sabía que con tratamiento igual iría empeorando… Hasta me imaginé inválida, sentada en sillas de rueda. Mi madre y el neurólogo me contuvieron…

– Comenzaste la terapia…

– No. Con aval de mi neurólogo tucumano mi mamá me llevó al Hospital Británico de Buenos Aires. Me vio el jefe de Neurología, el doctor Manuel Fernández Pardal. Me hizo una punción lumbar y el análisis del líquido cefalorraquídeo confirmó el diagnóstico de EM (conforme a los criterios de 2010). Me dijo: “empezá ya con el interferón”. Así lo hice, no me quedaba otra… Me ponían una inyección intramuscular una vez a la semana. Como esta droga provoca un síndrome gripal, tomaba antes un antifebril. Me inyectaban los viernes a la noche porque al otro día no tenía Facultad. Una vez salí a comer con mis amigas, pero volví rápido a casa en un remis: me sentía mal, fatigada y con sudoración…

– Abandonaste la terapia…

– La mantuve unos 10 meses, hasta que empezó a tratarme el doctor Ayrad.

– ¿Cómo llegás a él? ¿Ayrad te pide que dejés el interferón? 

– No. Lo dejé por decisión propia. Llego a Ayrad porque mi papá vivía buscando en internet información sobre EM. Un día leyó que el doctor Ayrad atendía en Buenos Aires y que curaba la EM, y así lo confirmaban los testimonios de pacientes curados. Viajamos. Ayrad me dio la opción de tomar los fitomedicamentos con o sin el interferón. Como yo estaba soltera y no tenía nada que perder, me jugué: dejé el interferón y adherí ciegamente al tratamiento naturista (pero los neurólogos tucumanos me siguieron controlando con RMN). Apenas me sentí bien me recibí de médica y ahora estoy haciendo la residencia en Medicina Familiar, que la terminaré en 2015.

-¿Cuándo te pide tu neurólogo una resonancia para controlar cómo va la enfermedad?

– A los seis meses de hacer un tratamiento intensivo con el doctor Ayrad. ¡Qué alegría cuando me explicó lo que decían las placas! Cuando inicié la terapia biomolecular a fines de 2010 y comienzos de 2011 tenía más de nueve “manchas” en mi cerebro, y la última resonancia mostraba muchísimas menos… Estas imágenes son, justamente, las que generan dudas y asombro en los neurólogos alópatas… Sabemos que los estudios por imágenes hablan, pero para nosotros “la clínica es soberana”. Por suerte desde comienzos de 2011 no tengo brotes de EM y mi cuerpo me dice que está sano. Decidí contar mi historia para ayudar a otros tucumanos que están viviendo una situación similar a las mía, para que no piensen que todo está perdido.

 

 

 

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