Ocio y tiempo libre en las personas con Inteligencia Límite

El ocio es una dimensión básica de la vida cotidiana de los ciudadanos, por lo que debemos trabajar para que deje de ser un espacio vacío para las personas con inteligencia límite.

Actualmente son reducidos, si bien crecientes, los centros que dedican sus esfuerzos a ofrecer al colectivo de personas con Discapacidad Psíquica Límite empleos especiales de acuerdo a sus capacidades, e igualmente son escasos los recursos que se dedican a proporcionarles apoyo en áreas educativas. Pero más insuficientes aún resultan los servicios destinados a ofrecer actividades de ocio y tiempo libre para estas personas que siguen encontrando a menudo numerosas barreras sociales que impiden su total integración en la comunidad.

El tiempo libre de estas personas sigue estando vacío, carente de actividades, privado de amigos, falto de ocupación, desprovisto de recursos, escaso de habilidades, despoblado, incompleto.

Por ello debemos reformar las iniciativas que tienden a la marginación potenciando y desarrollando todo tipo de alternativas que puedan tener como objetivo la plena participación en la comunidad del mencionado colectivo.
El ocio es un derecho más que ha de ser, como otros aspectos de la vida, garantizado por las políticas de servicios sociales con el objetivo de reducir la inactividad y las conductas antisociales que puedan aparecer en el tiempo libre de todas las personas, con o sin limitaciones.

Visión positiva
Si nuestro último objetivo es optimizar el nivel de calidad de vida de estas personas, ofreciéndoles para ello un marco referencial normalizador y rehabilitador, no debemos perder de vista el ofertar a estas personas un mínimo abanico de actividades que les permitan momentos de distensión y comunicación interpersonal adecuados a sus características, sus intereses y su entorno.
Si aceptamos una visión esencialmente positiva y humanista del ocio dirigido a las personas con discapacidad intelectual, valorándolo como un ámbito imprescindible de la educación integral de la persona, habremos de considerarlo desde una perspectiva multidimensional, otorgándole un carácter preventivo, educativo, terapéutico y rehabilitador.

Así, son numerosas las funciones que las actividades recreativas pueden llegar a desempeñar en la educación de las personas con Inteligencia Límite. Por ejemplo, si la actividad se desarrolla en lugares públicos, será necesaria la adaptación a las normas sociales impuestas.

Rechazar actividades de ocio no saludables o no aceptadas socialmente, respetar los turnos, comunicar preferencias y necesidades, participar de la interacción social, aplicar habilidades funcionales académicas y aumentar y mostrar sus conocimientos y habilidades, pueden ser otras funciones secundarias de las actividades de Ocio y Tiempo Libre.

Actividades de ocio
Las actividades de ocio que ofertemos al colectivo de personas con Inteligencia Límite también deben de cumplir determinados criterios de calidad que favorezcan la consecución de las metas propuestas.

– No utilizar siempre un local específico como recurso fundamental. Por el contrario, es conveniente hacer uso de los recursos comunitarios, para facilitar el contacto entre la sociedad y la persona con retraso mental. Es conveniente, por ello, participar en actividades normalizadas que ofrezca la comunidad (fiestas, actos culturales, etc.).

– Potenciar centros de interés a través de una variada oferta de actividades, permitiendo la elección de aquellas que más puedan atraer a cada persona en función de sus gustos, su edad, sus capoacidades…Así desarrollamos entre nuestros beneficiarios las habilidades de elección personal y el seguimiento de preferencias e intereses propios.

– Es fundamental fomentar siempre las relaciones personales con sus iguales, a través del desarrollo de actividades llevadas a cabo en pequeños grupos, evitando siempre la masificación pero favoreciendo momentos compartidos.

– Dado que nuestra última meta es la normalización de las personas con Inteligencia Límite, debemos fomentar el máximo grado de autonomía en la medida de las posibilidades de cada uno, para que puedan llegar a hacer uso y autogestionar su tiempo libre.

– Evitando la sobreprotección, es importante adecuar las actividades a la edad y las necesidades de apoyo de cada participante o grupo de participantes.

– Todas las actividades desarrolladas deberán contemplar entre sus objetivos prioritarios la normalización e integración de este colectivo en la sociedad.

Pero es importante también tener en cuenta el ocio como un fin en sí mismo, y no siempre como el telón de un amplio trasfondo de actividades formativas. Es decir, el ocio debe ser satisfactorio, placentero, gratificante…y no siempre poseer un carácter utilitario.

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