Es bien sabido que los millennials cuentan con estilos de vida tan multifacéticos que es “peligroso” hacer demasiadas generalizaciones sobre este grupo. Sin embargo, en cuanto a finanzas personales se refiere, existen ciertas similitudes que tomaremos como punto de partida.
Uno de los principales errores financieros en los que incurren es que descuidan la ecuación ingreso-gasto y toman decisiones poco racionales económicamente, lo que en poco tiempo se traduce en excesivas y costosas deudas.
Una parte de esta generación, aunque no lo considera como prioridad, ahorra en lapsos cortos y para objetivos inmediatos. Por otra parte, se encuentran los millennials cuidadosos que no quieren experimentar y afrontar las mismas pérdidas financieras que tuvieron sus padres o abuelos, aunque esto los ha llevado a dejar el tema en segundo plano perdiendo oportunidades de las cuales podrían verse beneficiados en el largo plazo.
Según la firma PWC en el estudio Millennials & Financial Literacy, The Struggle with Personal Finance, los millennials tienen poco conocimiento financiero. Sólo el 24% de la generación tiene educación financiera básica y 8% educación financiera alta; la falta de dicho conocimiento se traduce en un gran riesgo de fracaso financiero para la generación. De acuerdo con el mismo estudio, el 34% de los millennials está insatisfecho con su situación financiera, mientras que el 18% no está para nada contento con su situación económica actual.
Los millennials enfrentan mayores dificultades, incertidumbre económica, inestabilidad en el empleo, bajos niveles de ingreso, mayores niveles de deuda, etcétera. Con menos dinero para gastar, algunos están postergando compromisos como el matrimonio y la compra de bienes raíces. La edad promedio para casarse en 1970 era a los 23 años, mientras que en el 2010 es a los 30 años; la edad promedio para adquirir un bien inmueble pasó de los 25 años a los 45 años, según los datos de Goldman Sachs.
Se trata de una generación con fragilidad financiera que no tiene la capacidad de enfrentar situaciones imprevistas, y con poco espacio de maniobra ante las emergencias. Ante dicha situación, si no buscan alternativas de planeación financiera a través de expertos, no tienen muchas alternativas o herramientas para mejorar. En todo caso, sus problemas financieros podrían extenderse o empeorar.
Una forma de proteger el dinero contra la inflación y de prepararse para las necesidades futuras es invertir. Si bien el tema de inversiones es extenso y existe un gran desconocimiento, lo ideal sería que las nuevas generaciones dediquen tiempo para capacitarse en la planeación del futuro y así logren las metas deseables.
Desafortunadamente, pocos millennials confían en su capacidad para tomar decisiones de inversión. La firma Schroders destaca que el 51% de la generación prefiere consultar a un asesor financiero para futuras decisiones económicas; en contraste con el 49% que realizan sus propias investigaciones en internet.
Si hablamos de inversiones, otra característica muy importante en los millennials es que aprovechan las plataformas de redes sociales, sitios web, y aplicaciones móviles para informarse y hacer movimientos o transacciones.
La información se encuentra tan accesible que es común que sus decisiones de inversión se basen en los consejos de un portal de internet o en las tendencias de moda. Al ser tan fácil y rápida la velocidad con la que se pueden realizar transacciones, bastan unos pocos toques en la pantalla de un teléfono inteligente para comprar infinidad de cosas e incluso aventurarse a realizar inversiones en instrumentos que desconocen, con lo que difícilmente dimensionan los riesgos y la viabilidad de su estrategia.
Sin embargo, la interpretación de la información debe tener un cuidado especial. Lo ideal es acercarse a un experto que realice un diagnóstico y elabore una estrategia de inversión de acuerdo con la personalidad, necesidades, objetivos y horizonte de inversión de cada caso.
Sin duda, los millennials y las instituciones financieras tienen un gran reto por delante en cuanto a educación financiera se refiere. Bien vale la pena comenzar a tomar acciones encaminadas a concientizar sobre la importancia de las decisiones y acciones tempranas para mejorar las condiciones económicas de las nuevas generaciones. Resulta mejor estar preparado para la tormenta, que estar en medio de un huracán con un paraguas.