Los hijos se marchan

Es ya lugar común que los padres han de ayudar a sus hijos para que asuman en la medida que lo va permitiendo su evolución personal sus responsabilidades, y que deben fortalecer su autonomía ayudándolos a preparase para vivir de forma independiente.

Esa dedicación tan generosa en esfuerzo, desvelos e incluso, angustias, cuestionándose a cada momento si lo están haciendo bien, ¿la aplican los padres en su propia autonomía como personas? No son pocos hijos que, deseosos de independizarse y con posibilidades de hacerlo, se demoran en irse de casa por no causar en sus padres esta penosa sensación de vacío. Y son muchos los padres que, con la mejor voluntad, frenan la libertad de sus hijos y la suya propia, como reacción ante el miedo a la incertidumbre que depara el futuro.


Cuando los hijos deciden dejar el hogar paterno para comenzar a desarrollar un proyecto independiente, muchos padres se preguntan si, una vez los hijos fuera de casa, procede seguir siendo padres como hasta ahora. La respuesta es sencilla: seguirán siéndolo mientras vivan. Al igual que los hijos, aunque formen su propia familia o residan en una vivienda propia. El proceso de emancipación de los padres consiste en superar la sensación de perdida que genera la marcha de los hijos y en implicarse en las etapas y en la evolución que esa emancipación entraña.

 

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