Los estudios prenatales

Los estudios prenatales entre las semanas 11 y 14 podrían determinar el riesgo en ciertas patologías

• De 5 a 7 centímetros de largo, tan sólo eso mide, de cabeza a cola, el bebé entre las 11 y 14 semanas de gestación. Aun así, los estudios prenatales no invasivos que se realizan dentro de esa ventana temporal aportan información muy valiosa para el cuidado del bebe en camino y de su madre

«El llamado estudio o screening de las semanas 11 a 14, que consta de una serie de determinaciones que se realizan a través de ecografía y estudios de laboratorio, permite determinar el grado de riesgo para ciertas patologías, tanto de la madre como del bebe», dijo el doctor Alfredo Buzzi, presidente de la Sociedad Argentina de Radiología (SAR).

Esa sociedad, en conjunto con la Sociedad Argentina de Ecografía y Ultrasonografía (SAEU), y la Sociedad Argentina de Diagnóstico Prenatal y Tratamiento (Sadipt), debatieron sobre la utilidad del screening de las semanas 11 a 14 en el marco del «57° Congreso Argentino de Radiología», que se realizó la semana pasada en la ciudad de Buenos Aires, para concluir su recomendación.

«Pensamos que debería ofrecerse a todas las embarazadas, ya que se trata de estudios completamente inocuos y que carecen de contraindicaciones», agregó Buzzi. «Son métodos aplicables a toda la población sana, ya que no son invasivos, por lo que deberían ser realizados de rutina a todas las embarazadas», coincidió el doctor Mario Palermo, presidente de la Sadipt.

Ecografías de alta resolución
«Uno de los estudios recomendados para realizar entre las semanas 11 a 14 es la medición de la translucencia nucal, que gracias a los equipos de ecografía de alta resolución permiten detectar la acumulación de líquido en la nuca del bebe —explicó el doctor Palermo—. Cuando esta acumulación se encuentra por encima de lo normal se considera que hay un riesgo mayor de ciertas alteraciones en el bebé».

Esa acumulación puede indicar un mayor riesgo de alteraciones cromosómicas, de las cuales el síndrome de Down es la más conocida, y cuya presencia se confirma mediante métodos diagnósticos invasivos, como la punción de vellocidades coriales. «Pero en ausencia de alteraciones cromosómicas, la acumulación de líquido que se observa en la translucencia nucal nos hace pensar en la posibilidad de que el bebé pueda desarrollar ciertas alteraciones esqueléticas, cardiológicas o, en el caso de un embarazo gemelar, en la presencia de un síndrome de transfusión feto-fetal», agregó Palermo.

Este síndrome ocurre cuando uno de los gemelos en gestación obtiene más sangre (y nutrientes) de la placenta que el otro, poniendo en riesgo su vida. «Su diagnóstico temprano permite implementar un tratamiento que aumenta significativamente las chances de sobrevida», agregó. Pero la medición de la translucencia nucal es sólo una de las mediciones posibles, que potencia su valor diagnóstico al realizarse en conjunto con la valoración (también ecográfica) de la presencia del hueso nasal y del ángulo maxilofacial del bebé.

Otra de las herramientas que aconsejan poner en juego en el screening de las semanas 11 a 14 es la ecografía doppler, que se vale del ultrasonido para evaluar la funcionalidad de ciertas estructuras del cuerpo humano. «El doppler es especialmente útil para detectar anomalías cardíacas», señaló el doctor Diego Rivera, miembro de la comisión directiva de la SAEU. Por otro lado, las semanas 11 a 14 también son la primera ventana para conocer en forma no invasiva el sexo del bebé. Aun cuando los genitales externos todavía no son visibles en la ecografía, sí lo es la posición del llamado tubérculo genital que permite saber si se trata de un varón o una nena con un 90 por ciento de confiabilidad.

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