Iván Navarro, superar la sordera a ritmo de salsa y chachachá

Baile

Iván Navarro es sordo total de nacimiento pero nadie lo diría viéndole moverse al ritmo de salsa y chachachá, unos bailes con los que a sus 16 años ha saciado su inquietud por hacer deporte, le han dado una herramienta de integración y le han convertido en un ejemplo de superación.

Sus implantes cocleares -uno se lo colocaron a los 18 meses y otro a los 4 años y medio- le han «cambiado la vida» y si de pequeño se sentía «un poco desplazado», ahora es un adolescente al que «no le molesta» explicar qué son los aparatos que lleva detrás de las orejas, que estudia Bachillerato, baila, sale de fiesta y está enganchado, «como todos», al móvil y las series de televisión.

Su umbral para oír es de 135 decibelios -lo normal son 30- y los médicos dijeron a sus padres que para que oyera habría que «meter su cabeza en el motor de un avión», pero, como resalta a Efe su madre, Pilar Ruiz, tras años de sacrificios, estimulación y logopedas -y como habla con claridad y está tan integrado- Iván «ni se cree que es sordo».

En su escuela de baile, Elite, se le nota feliz, sonríe todo el rato hasta que suenan los primeros compases del chachachá. En ese momento, sobre el parqué, se pone la máscara de profesionalidad y baila por toda la sala rodeada de espejos, con gesto concentrado y un ritmo y coordinación envidiables de cabeza, tronco, brazos, cadera y piernas.

«Cuando bailo siento que estoy disfrutando, me libero y me gusta», explica a Efe, para añadir que lleva un año con su nueva pareja de baile y que el truco para hacerlo bien es «estar compenetrados, tener confianza y hablar».

Pero antes de bailar, y para aplacar su necesidad de hacer deporte, probó con el tenis, el fútbol y la natación, hasta que encontró el hip hop y luego su entrenador le dijo que probara con el baile deportivo: «Me gustó, era mi disciplina; me gusta para desahogarme y bailar me hace sentir bien».

Su pasión por el baile le ha llevado a participar en campeonatos autonómicos y nacionales. En 2017 llegó a cuartos de final en el Campeonato de España y el próximo 6 de diciembre tiene una nueva cita en Guadalajara, en el Campeonato de España de Baile Deportivo, y por eso ha intensificado sus entrenamientos.

Suele entrenar tres horas tres días a la semana y a veces los sábados acude a alguna clase de bailarines importantes, además de los campeonatos que suelen ser los domingos, y todo lo compagina con sus estudios de Bachillerato científico.

Iván tiene «curiosidad por estudiar» Ingeniería Biomédica, la medicina de la robótica, algo que le gustaría seguir compaginando con el baile: aunque lo practica como «desarrollo personal», le gustaría «tener éxito en el futuro» y, por ejemplo, que le contrataran en algún musical.

Pero no todo es estudio y baile. El joven no oculta que está «enganchado» a Netflix y especialmente a series de adolescentes como «Élite» y a «Darevil», cuyo protagonista es un superhéroe ciego.

También reconoce que está «siempre» con el teléfono móvil, «como todos» los jóvenes, y sube a Instagram sobre todo vídeos suyos bailando, mientras que en televisión es asiduo a Operación Triunfo y Bailando con las Estrellas.

Sabe que su «discapacidad invisible» -se llama así porque no se nota, ya que los afectados pueden hablar- ha llevado a sus padres a sobreprotegerle pero ahora pide independencia: «Les he dicho que se preocupen de mi hermana pequeña de 11 años, que yo ya soy responsable para tomar mi propio camino».

La versión de su madre es algo diferente: «Me dijo que había leído un artículo que decía que a los segundos hijos se les hacía menos caso» y les invitó a cambiar esa teoría, una forma «sutil» de decirles que dejen de estar tan encima de él.

Iván Navarro es un ejemplo testimonial de superación que destacan los centros auditivos GAES al cumplirse 30 años de la primera intervención quirúrgica para combatir la hipoacusia con un implante coclear multicanal.

El joven sabe que es ejemplo para otros jóvenes con alguna discapacidad: «Aunque lleve esfuerzo y dificultad, quiero decirles que pueden hacer lo que se propongan».

«Yo soy sordo, me gusta bailar y lo hago, y quiero dar esa lección a otros niños que sean sordos o tengan otra discapacidad para que cumplan sus sueños», concluye.

 

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