Gabriel, el “Hombre de Dios”

Gabriel significa Hombre de Dios, Dios es mi fuerza, es el nombre que elegimos para nuestro hijo, incluso antes de su concepción.

El 16 de noviembre del 2006, ha sido el día más fascinante y alegre de nuestras vidas al enterarnos que estábamos embarazados, en el momento en que lo confirmamos, mi esposo y yo nos abrazábamos y sonreíamos como nunca por la enorme felicidad que llenaba nuestras vidas; por supuesto que la noticia la comenzamos a dar de inmediato a nuestros amigos y familiares, quienes se alegraron y compartieron todo el embarazo con nosotros.

Gabriel siempre fue un bebé muy deseado y querido por todos los que nos rodeaban; sabíamos que era y es la bendición más grande que Dios nos envió.

Mi embarazo fue maravilloso, sin complicaciones, mes con mes tenía mis consultas de control y podíamos ver su crecimiento. Fue un embarazo hermoso, lleno de ilusiones, sueños; mi esposo y yo queríamos comprar todo lo que veíamos en las tiendas. Todo iba excelente, su crecimiento, peso, ritmo cardiaco, esperábamos que fuera parto, Gabo tenía perfecto espacio para nacer sin problema. Una semana antes de su nacimiento, la doctora me revisó y realizó tacto y me dijo que todo estaba bien, nos explicó un par de cosas y nos dijo que yo podía seguir mi vida normal, caminar mucho y que en cuanto estuviera lista le llamara por teléfono. Ese día decidimos ir al cine, cenamos y nos fuimos a la cama confiados en que faltaba una semana para el nacimiento de nuestro hijo, pero cual fue nuestra sorpresa, que esa misma madrugada tuvimos que llamar a la doctora, quien nos dijo que nos atendería a las 7am, llegue al hospital con contracciones, y me inyectaron oxitocina para acelerar el procedimiento y fue en ese momento en el que al bebé le disminuyó el ritmo cardiaco e inmediatamente me prepararon para cesárea, Gabriel nació el 29 de junio de 2007 a las 9:20 am, al escucharlo llorar sentí una felicidad indescriptible, mi esposo estaba con él y yo me sentí plena; a los pocos minutos se me acerca la pediatra con mi bebé y me dijo “ aquí está su bebé señora, le comento que presenta ciertas características como frente amplia, nariz pequeña y lengua grande, por lo cual tiene Síndrome de Down, dele un beso “ en ese momento me bloqueé y no reaccioné, esas palabras las eliminé de mi mente. En las siguientes horas llegaron familiares y amigos a conocerlo, pero no teníamos noticias de Gabriel, al nene no lo llevaban al cuarto, momentos después suena el teléfono y era otro pediatra para darle a mi esposo la noticia, a quien después de haberlo visto tan feliz, como nunca en mi vida, emocionalmente se desplomó. Ese día nos dijeron que estaba muy mal que tenía una cardiopatía severa, que necesitaba oxígeno y que tal vez no pasara de esa noche, fue lo peor que pudimos escuchar, después de eso siguieron llegando las visitas e hicimos una oración por Gabriel, pidiéndole a Dios que empezara a obrar en su vida, y así fue.

Al principio negábamos su condición, pero al ser confirmada a través del cariotipo (prueba genética), fue una lucha constante, confiando en que Dios estaría en todo momento para consolarnos y hacernos fuertes día con día. Al principio no fue nada fácil, pero Gabriel nos ha mostrado que no existe nada imposible, y que con amor, constancia y disciplina puede llegar hasta donde él quiera, no tiene límites. Hemos trabajado con él desde los 4 meses, entró a Comunidad Down, posteriormente al ver su desarrollo lo inscribimos a guardería del IMSS, y continuó con su terapeuta; a la fecha continúa en una escuela regular, sigue con sus terapias, pero lo más importante y que nos ha mantenido fuertes y constantes en su desarrollo en todos estos casi 5 años es el amor de todos nuestros familiares, amigos, de su terapeuta (Tere Nieto).

Hoy puedo decir que Gabriel es una gran bendición para mi vida, su sonrisa es la que ilumina todos mis días y que gracias a él, he aprendido a ver la vida de otra forma, aprendí a amar de otra manera a mis seres queridos, aprendí que las cosas no son por casualidad sino por un propósito muy especial que Dios nos da, y gracias a mi hijo, ahora nuestra familia está más unida, mi esposo y yo estamos codo con codo trabajando por él y para él, porque es nuestra felicidad y nuestro más grande orgullo.

Luis y yo somos unos padres muy afortunados al tener a este angelito en nuestras vidas.

A todos los papis que lean esto, y que tengan un nene especial en sus familias, si les digo que hemos experimentado el rechazo de varias escuelas, a quienes entendemos porque no saben lo que es Síndrome de Down, mucho menos tienen la capacidad y experiencia para tratar niños especiales, a pesar de la época en la que vivimos, ya que todavía no saben vivir con inclusión educacional, ni siquiera cuentan con la preparación y conocimientos para hacerlo, pero también nos hemos encontrado con algunas personas que nos abren las puertas de sus escuelas pero sobretodo de su corazón para recibirlo, y les estamos muy agradecidos, confiando en su paciencia, cariño y amor para nuestro pequeño, quien se suma a todos aquellos hermosos niños especiales que día a día demuestran que quieren salir adelante, y que nada es imposible para ellos, mientras nosotros como familia se los permitamos y los ayudemos, pero recuerden que esto lo lograran sólo sintiéndose amados.

Soy Vanessa Almeida y agradezco la invitación para participar y ser parte de este espacio.

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