ESTRATEGIAS PARA LOGRAR QUE TUS HIJOS TE OBEDEZCAN


Las estrategias más recomendables para conseguir la obediencia son básicamente las siguientes:

Informar a nuestro hijo acerca de lo que esperamos que haga, como debe hacerlo y en que condiciones. No basta, por ejemplo, decir a nuestra hija de seis años que se ha de portar bien cuando vamos a comer a casa de los tíos. Deberíamos concretar que esperamos que use los cubiertos correctamente y que no se queje de la comida, le podemos ofrecer la alternativa de que pida que le pongan poco.

Motivarlo para que se esfuerce por comportarse como le indicamos. Podemos exponerle aquellas razones que le hagan ver lo que proponemos es interesante para el, ya sea porque le reporta alguna ventaja a medio plazo, porque con ello nos complacerá o porque no hacerlo así le perjudicara de alguna manera.

Comprobar que ha hecho los que esperábamos que hiciera. No dar por supuesto que lo hará. Nada hay más desmotivador para nuestros hijos que nuestra falta de atención por sus logros o reveses. No comprobar di lo ha hecho bien significara afirmar que aquello no era muy importante o que el mismo no es muy importante.

Valorar su conducta, es decir, decirle si lo ha hecho bien y demostrar aprecio y agrado por el esfuerzo realizado. Y, en caso de fracaso, mostrar desaprobación por la conducta, aunque no desprecio hacia él. No descartarnos los premios o los castigos siempre y cuando sean proporcionados y ajustados al hecho que se quiere  alabar o reprender.

Pero esta receta puede resultar ineficaz si no se combina con algunas precauciones y se adapta a las circunstancias. Vale la pena tener presentes algunas de las siguientes recomendaciones:

Exigir pocas cosas y suficientemente espaciadas en el tiempo. Conviene exigir

pocas cosas a la vez. Da verdadero vértigo escuchar seguidas todas las indicaciones y mandatos que reciben algunos niños a lo largo de una jornada. Nos gustaría que todo lo hicieran bien y que no se descuidaran en nada. Pro la mayoría de las veces, a fuerza de exigir demasiadas cosas a la vez, no conseguimos nada.

Lo que le pedimos debe estar a su alcance. Hay que asegurarse que aquello que le pedimos a un niño esta realmente a su alcance. No debemos perder de vista la etapa evolutiva en la que se encuentra el niño ni sus capacidades en relación con lo que le pedimos. No es adecuado pedirle a un niño de dos años que se haga la cama cada día, ni tampoco proponerle a uno de quince que apruebe todas las asignaturas el próximo trimestres si en el anterior lo ha suspendido casi todo. Vale la pena asegurarse que lograra lo que le proponemos ya que el éxito le animara a perseverar.

Debemos mostrar que confiamos en el. Si demostramos que confiamos en que hará lo que le hemos pedido seguramente lo hará lo mejor que pueda. Es mucho más difícil traicionar la confianza que confirmar la desconfianza.

Decir las cosas con seguridad. Es importante transmitir seguridad a la hora de pedir algo, tanto a través de nuestras palabras como a través de los gestos. El grado de seguridad que tu hijo perciba en lo que les dices, le frenara o le incitara a desobedecer.

No usar amenazas vanas o premios inalcanzables. Nunca prometer aquello que no se puede cumplir. No hay nada que estimule más la desobediencia de un niño que un castigo que no se cumple o un premio que no se alcanza. Los castigos o premios propuestos han de ser razonables, proporcionados y posibles. En todo caso, si, por error o por falta de autocontrol, hemos amenazado con algo que no es razonable, debemos explicarle las razones por las que hemos decidido cambiarle el castigo por otro más razonable. Cuando sea necesario reprenderlo, es muy eficaz mostrar disgusto, pero no ira.

No perder la calma. Es fundamental, aunque requieres cierto entrenamiento, no perder la calma ante las palabras o los hechos de nuestros hijos. La falta de compostura, la perdida del autodominio y los gritos nos ponen en ridículo, y, con ello, nuestra autoridad se derrumba, especialmente si estamos tratando con adolescentes.

 

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