Este padecimiento cerebral se puede controlar mediante cirugía, la cual alcanza hasta el 80% de éxito (según la localización y evolución de la enfermedad).
Las causas de la epilepsia son variables: falta de oxígeno en el cerebro al momento de nacer, traumatismo craneoencefálico, infecciones y otros padecimientos como los tumores cerebrales o la neurocisticercosis, entre otras. Aunque se han identificado pacientes con epilepsia genética, el tratamiento de enfermedades cardiovasculares, presión alta, infecciones y otros trastornos que puedan afectar al cerebro de la persona durante la madurez y la vejez, también puede prevenir muchos casos de epilepsia en adultos. afortunadamente es muy baja la incidencia de este tipo de casos.
De igual manera, sus síntomas son también muy diversos; se presentan como crisis convulsivas inesperadas, generalmente con periodos de duración de segundos hasta algunos minutos en los casos más extensos.
Algunos casos incluyen convulsiones y pérdida de conocimiento, contractura de músculos de extremidades y de cara, seguidas de sacudidas rítmicas; o bien pueden presentar alucinaciones visuales y auditivas, mareos y confusión mental, sin pérdida de conocimiento.
Se puede controlar
Para su diagnóstico es necesario realizar estudios especializados: encefalograma, resonancia magnética, mediciones de niveles séricos y tomografía, entre otros.
Si se confirma el padecimiento, el tratamiento se enfocará en mantener bajo control la enfermedad, a fin de que el paciente lleve una vida lo más normal posible. Para ello puede ser necesario utilizar uno o varios medicamentos antiepilépticos, así como acudir a terapia psicológica.
Para tener un mejor control de la epilepsia , los especialistas recomiendan una dieta balanceada, realizar ejercicio regularmente, tomar metódicamente los medicamentos prescritos, mantener un ciclo normal de sueño, equilibrio emocional adecuado y asistir a evaluación médica periódicamente.
Cirugía, una opción
El paciente epiléptico candidato a cirugía es aquel que no ha mostrado mejoría mediante el tratamiento con medicamentos, y cuyas crisis lo incapacitan en su vida cotidiana. El tratamiento farmacológico debe llevarse a cabo, por lo menos durante dos años, antes de dictaminar su ineficacia”, aclara el experto.
En la actualidad la tecnología ha tenido un efecto extraordinario en el diagnóstico preciso de esta enfermedad. Por ejemplo: con la Resonancia Magnética y la Tomografía por Emisión de Positrones (PET), equipos con los que cuenta el Hospital Angeles Pedregal, se pueden localizar con mayor precisión las áreas afectadas (foco) y las zonas críticas, lo que disminuye considerablemente los riesgos quirúrgicos”.
En esta cirugía se emplea tecnología computarizada y de invasión mínima. En algunos casos el paciente puede permanecer despierto durante la intervención, para asegurar que no se daña ninguna parte importante del cerebro. Esto es posible gracias a que este es un órgano que no resiente el dolor.
Mejor calidad de vida
En la mayoría de los casos, la cirugía de epilepsia ofrece resultados satisfactorios. Se puede llegar a controlar la enfermedad y, en un alto porcentaje, desaparecer las crisis por completo”. Las personas que no son candidatas a este procedimiento cuentan con otras opciones de tratamiento; lo importante es que reciban ayuda para manejar su enfermedad lo mejor posible”, concluye.
Prevención
Muchos de los casos de epilepsia por traumatismo se pueden prevenir haciendo uso de los cinturones de seguridad en los automóviles y de cascos protectores en las bicicletas y motos; poniendo a los niños en asientos adecuados para coches y, en general, tomando medidas de precaución para evitar daños o golpes en la cabeza.
Asimismo, los cuidados prenatales, incluyendo el tratamiento de la hipertensión arterial e infecciones durante el embarazo, pueden prevenir daños cerebrales durante la etapa de desarrollo del bebé, susceptibles de producir problemas epilépticos posteriores.
