El Papa Francisco recibe a los Socios del Movimiento Apostólico de Ciegos de Italia

Ojo

“Continúen con esta obra misionera de concreta cercanía a los hermanos más pobres y también a los últimos y más lejanos de la sociedad”, lo dijo el Papa Francisco a los Socios del Movimiento Apostólico de Ciegos (MAC), a quienes recibió en Audiencia, en la Sala Clementina del Vaticano.

Una comunidad espiritual entre los ciegos

En su discurso, el Pontífice recordó la historia de María Motta, una mujer ciega pero muy valiente, quien 90 años atrás fundó una comunidad espiritual entre los ciegos – ya activa en Francia – siguiendo el modelo del Apostolado de la Oración, y cómo a partir de esa pequeña semilla se desarrolló una Asociación que se extendió por todo el territorio italiano y fue aprobada por el Papa San Juan XXIII. “De manera profética, su fundadora pensó en reunir a los ciegos de su tiempo, para que pudieran encontrarse y apoyarse unos a otros. La presencia de personas videntes, desde los primeros años – aseguró el Papa – ha ido fortaleciendo el movimiento, de manera que no recae sobre sí mismo y sobre los problemas relacionados con la falta de la vista. María Motta quería formar personas autónomas y capaces de dar testimonio de la fe también a través de su discapacidad”.

“En la medida en que somos acogidos y amados, incluidos en la comunidad y acompañados para mirar al futuro con confianza, desarrollamos el verdadero camino de la vida y experimentamos una felicidad duradera”

Verdaderos discípulos misioneros

En este sentido, el Papa Francisco destacó que, es una fuente de alegría para la comunidad eclesial saber que ustedes, como verdaderos discípulos misioneros del Evangelio, están abiertos a las necesidades de los más pobres y de los que más sufren en el mundo. “En vez de volverse contra ustedes mismos y contra la misma discapacidad – precisó el Pontífice – responden valientemente a la invitación de Jesús: Tenía hambre y me diste de comer, […] estaba desnudo y me vestiste, estaba enfermo y viniste a visitarme. Desde que el Papa Pablo VI publicó la histórica Encíclica Populorum progressio – agregó el Papa – el MAC ha respondido activamente, y hoy también recuerdan ustedes los cincuenta años de cooperación con los países pobres del sur del mundo, donde los ciegos son más numerosos y viven en condiciones todavía muy difíciles”.

El carisma de compartir y la opción por los pobres

El camino de estos noventa años de existencia de esta Asociación, señaló el Papa Francisco, ha permitido al Movimiento Apostólico de Ciegos comprender mejor el carisma específico que le ha sido confiado en la Iglesia, un carisma que se compone esencialmente de dos elementos. “La primera es el compartir entre ciegos y videntes, como fruto de la solidaridad en reciprocidad, con vistas a un camino fecundo de inclusión eclesial y social. La segunda – subrayó el Pontífice – es la opción de los pobres, opción que, de diversas maneras y formas, es propia de toda la Iglesia”. De esta manera colaboran para hacer crecer una Iglesia pobre para los pobres, experimentando que tienen mucho que enseñarnos, y que ponerlos en el centro es una forma privilegiada de evangelización.

“Todos nosotros estamos llamados a descubrir a Cristo en los pobres, a prestarles nuestra voz en sus causas, pero también a ser sus amigos, a escucharlos, a comprenderlos y a acoger la misteriosa sabiduría que Dios quiere comunicarnos a través de ellos”

Solidaridad y promoción humana

El Papa Francisco también recuerda que, después del Concilio Vaticano II, vuestro Movimiento se ha abierto generosamente al compromiso de la promoción humana, tanto en Italia como en los países más pobres. “El primer ámbito de actividad que se estableció rápidamente – puntualizó el Pontífice – fue precisamente el de la solidaridad con los ciegos en los países más pobres. Ha tomado forma en el seno de la asociación, hasta el punto de implicar a todos sus grupos y a las diferentes diócesis italianas. Los felicito por el trabajo que han realizado en estos cincuenta años de cooperación con centenares de misioneros y obreros en los campos de la salud, la educación y la integración social. Y esta obra misionera de concreta cercanía a los hermanos más pobres ha estimulado y aumentado en vosotros la atención también a los últimos y más lejanos del territorio nacional, a favor de los ancianos ciegos, de los estudiantes ciegos, de las personas con discapacidades múltiples, de los padres y de los niños que viven el problema de la ceguera”.

 

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