El desafío de enseñar a niños autistas en el aula común


El muchacho era autista, con limitaciones severas para hablar y comunicarse con otros

La asistenta pedagógica que le fue asignada dijo que tuvo miedo un día cuando comenzó a comportarse con agresividad, algo a veces frecuente entre los niños autistas.

Pero los padres del menor dicen que la ayudante fue la agresiva, que agarró una silla como si fuera una domadora de leones, cuando el muchacho huyó despavorido. Finalmente, dicen los padres, la ayudante le tiró la silla al muchacho, golpeándolo en las piernas.

El caso pone de manifiesto los desafíos que enfrentan los encargados de los alumnos con discapacidades en las escuelas públicas. Una abogada de la entonces asistenta pedagógica Talia Sabo dijo que la mujer actuó en defensa propia contra el adolescente, que estudiaba en la secundaria Monarch, en Coconut Creek, en el momento del incidente en mayo del 2008.

“[El menor] se mostró muy agresivo”, dijo la abogada, Maidenly Macaluso, quien agregó que a Sabo se le cayó la silla, que no se la lanzó al menor.

Más de 3,000 niños diagnosticados con alguna forma de autismo están matriculados en las escuelas públicas de Broward. En el Condado Palm Beach, la cifra es 1,850. Los que funcionan mejor muestran síntomas que podrían pasar inadvertidos para un observador casual. Los que tienen casos más severos tienen serias discapacidades de comunicación y socialización.

Ayudarlos con pequeños logros, como terminar una oración, y con logros mayores, como aprobar el examen FCAT, puede ser igualmente gratificante, dicen quienes trabajan de cerca con niños autistas.

“La mayor parte del tiempo son muy dulces”, dijo Christie Black, maestra de la primaria Allamanda en Palm Beach Gardens, que tiene más de 80 estudiantes autistas. “Hay muchos comportamientos que son exclusivos de cada niño. No es posible encasillarlos a todos juntos”.

“He tenido alumnos que se han herido a sí mismos, que han agredido a otros a causa de su frustración”, dijo Black.

“La forma en que usted lo maneje depende de la severidad, de quién está cerca [y de si se] dirige al maestro o a otro estudiante. Si el niño tiene la capacidad de razonar, uno trata de razonar. No hay una respuesta única”.

Pero hay más de una respuesta equivocada, dijo Gary Grigull, supervisor del Distrito Escolar de Broward para estudiantes autistas. Los maestros y los asistentes que recurren a gritar o a respuestas físicas tienen más posibilidades de intensificar una crisis, dijo.

“El objetivo primordial es bajar el nivel de intensidad de la situación”, dijo Grigull. “Pero antes de eso hay que evitar que la situación se caldee”.

Dijo que los maestros y los asistentes están preparados para reconocer las señales que indican que el comportamiento de un niño autista está a punto de buscar volverse problemático. Las señales son diferentes en cada niño.

Los asistentes que siguen a algunos estudiantes autistas de aula en aula en escuelas intermedias y secundarias no suelen ser graduados universitarios y no les pagan bien dijo Grigull. “Es uno de los empleos más duros. Pero ellos son el alma de lo que hacemos por los niños autistas en el aula”.

Sabo hizo ese trabajo en la secundaria Monarch de febrero del 2007 a octubre del 2008, cuando renunció en medio de las acusaciones del alumno que estaba a su cuidado. Le pagaban alrededor de $13,000 al año.

Según la demanda, Sabo se quejó a los administradores de la escuela sobre su asignación, calificando al muchacho de “grosero” y “loco” delante del niño y los maestros. Después ocurrió el incidente con la silla.

Los abogados del muchacho, Leonel Plasencia y Paul Sopp, dijeron que la asistenta es demandada por causar angustia y que el Distrito Escolar de Broward es demandado por no capacitar debidamente a Sabo.

Grigull dijo que los maestros son preparados para manejar a los estudiantes autistas y con otras necesidades especiales como parte de su enseñanza universitaria. La capacitación especializada en el manejo del comportamiento se ofrece también a los maestros y a los asistentes a lo largo del año. Las escuelas del Condado Palm Beach ofrecen una capacitación similar a maestros y asistentes.

La demanda se zanjó el año pasado, cuando el distrito escolar accedió a pagar $25,000. Pero un tutor del muchacho determinó en diciembre que el acuerdo, que incluyó los honorarios de los abogados, no beneficiaba mucho al menor.

“Creo que $25,000 es [una cantidad] muy baja” para compensar al muchacho por lo que él alega haber sufrido, dijo el tutor, Matthew Scott, en un documento presentado ante un tribunal federal.

El caso fue reabierto y está pendiente. Las autoridades escolares declinaron comentar sobre el caso.

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