Educar ahora merece la pena (Canal Down21)

Queridos amigos:

Acabamos el mes que ha estrenado este nuevo año, tan necesario de esperanza no sólo para nuestros pequeños y no tan pequeños, sino también para este ajetreado mundo nuestro que nos ha dado una dura lección de humildad en su despedida.

 

Es difícil siempre afrontar el futuro cuando, en ocasiones, lo que nos depara no depende de nosotros y de nuestras fuerzas. Por eso es preciso que nos recuerden con frecuencia que cualquier papel que desempeñemos en él y por él, por nimio que sea, merece la pena a largo plazo.

 

En lo que a nuestros hijos atañe existen momentos en que la sensación que vivimos –por falta de respuestas inmediatas– nos lleva a sentir el fracaso y la decepción de haber luchado demasiado a la vista de los pocos resultados que conseguimos, o porque los resultados no parecen cumplir los objetivos iniciales que nos habíamos propuesto.

 

Pero en el mundo de la discapacidad –con mas razón que en el resto– los resultados se miden a largo plazo y con largos espacios entre ellos, tanto que a veces nos aturden. Pero, cuando llegan, aparecen bien nutridos y llenos de riqueza.

 

Muchos son los padres que nos cuentan cómo de manera repentina su hijo/a ha empezado a hacer, a decir, a leer tal o cual cosa, de una forma que les deja asombrados, olvidándose que todo ello es el fruto y el resultado de su propia labor de padres y tutores.

 

También se dan casos contrarios en los que se pretende solucionar de pronto patrones o problemas de conducta que se creen incomprensibles e inesperados, cuando en realidad tienen su origen en un error educativo de principio. Se pretende buscar el remedio inmediato con un consejo o una receta puntual, cuando en realidad ha existido una carencia mantenida, y de lo que se trata es de aplicar una educación equilibrada, de manera constante, desde las primeras etapas de la vida.

 

El camino es oscuro en ocasiones e ingrato, pero debemos nutrirnos de los buenos momentos que nos aportan sus logros para seguir afrontando con esperanza y optimismo los resultados que siempre acaban llegando en su justa medida, y ceñidos a la realidad e individualidad de cada uno de nuestros hijos/as.

Sabemos que no es fácil porque a su educación y normal desarrollo se añade el hecho de que tienen síndrome de Down, con las connotaciones afectivas que ello aporta ineludiblemente en todos los sentidos. Pero con estas líneas queremos animar a todos a fortalecer esa perseverancia en el mejor hacer de su futuro. El afecto y el sentimiento no están reñidos con la suave exigencia y la intervención oportuna y coherente, como solemos insistir. Y es que estamos convencidos de que el papel que desempeñamos los padres y la familia en esta ocasión también merece la pena, aunque a veces veamos los resultados a largo plazo.
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