Con una novedosa iniciativa busca contar su experiencia de la sordera

Cineasta

A causa de un cuadro de rubéola que sufrió a los 3 años de edad, Bárbara Borcas perdió el 60 por ciento de la audición en ambos oídos, lo que equivale a escuchar las voces de la gente como si salieran del fondo del mar. Nadie advirtió sin embargo sus dificultades para oir hasta varios años después: en el jardín creían que era una nena distraída y un poco pegadora, cuando en realidad no era más que su forma de expresar la impotencia de la incomunicación. Acaso como una revancha por aquellos años, de grande eligió estudiar comunicación audiovisual. Hoy, convertida en cineasta y seleccionada para recibir un transplante coclear, Bárbara no quiere despedirse de la sordera sin compartir la experiencia que le ha tocado vivir.

“Crecer con hipoacusia es mucho más que no oir: es enfrentar un montón de experiencias que causan angustia, miedo y soledad, y que desde afuera no llegan a dimensionarse bien”, explica Bárbara, quien se propone contarlo en un cortometraje financiado de un modo inusual. Sin recursos suficientes para costearlo ella misma ni una productora detrás, apuesta a que sea la propia comunidad quien financie el film.

Para eso, Bárbara subió su propuesta a Ideame, una plataforma digital de financiamiento colectivo creada para que artistas, inventores y emprendedores en general consigan apoyo para llevar adelante sus proyectos. En su caso, aspira a que unas 1.500 personas valoren su iniciativa y pongan al menos $100 cada una a fin de reunir los 150 mil pesos que costaría materializarla.

Por lo pronto ya consiguió que el actor Carlos Portaluppi la acompañara en un video donde cuenta su propuesta para el sitio Ideame, y otras figuras del medio artístico se comprometieran a trabajar en el film. “Benjamín Rojas y Candela Vetrano leyeron el guión y les gustó. También cuento con la banda Jeites, que va hacer la banda sonora, y Suruba, que van a aportar canciones y aparecer tocando”, cuenta Bárbara, al explicar que el dinero estaría destinado a costear equipos técnicos, luces. traslados y otros gastos en torno al rodaje.

Como prevé la plataforma donde busca reunir fondos para el corto, aquellos que contribuyan tendrán a cambio una retribución. “En nuestro caso, lo que ofrecemos como recompensa son remeras, prendedores y merchandising en general, pero también las posibilidad presenciar el rodaje o aparecer como auspiciantes de la película”, explica.

Dueña de un gran sentido del humor, Bárbara quiere que su corto muestre no sólo la angustia y la soledad que implica crecer con hipoacusia, sino también una gran cantidad malentendidos y situaciones incómodas que suelen enfrentar quienes comparten su condición. “Al no escuchar, una tiende a plantarse cerca de la gente para leerle los labios y le clava la mirada en la boca para entender bien, y esto causa mucha confusión: mientras que algunos se sienten intimidados, otros creen que los querés besar”.

“La hipoacusia te obliga a desarrollar un montón de estrategias para no quedarte afuera de las conversaciones -agrega-. Suelo estar muy atenta a lo que pasa en el contexto para tratar de completar los comentarios que no entendí, porque no está bueno estar diciendo todo el tiempo `¿qué?`. Claro que en esos intentos por descifrar por dónde pasa la charla muchas veces terminás imaginándote cosas raras y metiendo comentarios que no tienen nada ver”.

Pero la hipoacusia tiene también su costado de paz. “A veces cuando me quedo trabajado hasta tarde apago el audífono y me sumerjo en mi propio mundo -cuenta-. Pueden reventarse llamándome por teléfono que seguro no los voy a atender”.

 

 

Original.

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