Autismo y sexualidad

Sexualidad

-¿Es un temor para los padres de niñas y niños con autismo pensar en la llegada de la adolescencia y lo que ocurrirá con su sexualidad?

– Sí, sin duda. En general, para todos los padres es una preocupación ese tema, incluso con hijos sin ningún tipo de diagnóstico. A muchos padres les cuesta hablar de sexualidad con sus hijos, quizás porque de chicos no hablaron con ellos. La información fue dada por parte de compañeros o amigos y, en general, en tono más soez que informativo. Por eso, muchos no tienen un «modelo» de cómo debiera ser tratado el tema con sus hijos. Dentro del espectro autista, además, hay algunas cuestiones extra que se suman y que dependerán de la persona en particular. Podemos tener un interés temprano en la sexualidad o postergar ese interés. Podemos tener, en la adolescencia, formas más o menos adecuadas de acercarnos a quién nos guste. En algunos casos, también, hay presente cierta literalidad que nos puede jugar en contra. Por ejemplo, que nos inviten a «ver una película juntos, porque estoy solo/a en casa» e interpretar, literalmente, que los fines de la invitación son tener una velada cinematográfica, cuando es probable que el mensaje haya querido ser otro. Eso puede generarnos problemas muchas veces y es bueno hablarlo. También es bueno anticipar los cambios que se irán dando en el cuerpo.

-¿Por qué no se habla mucho de autismo y sexualidad?

– Hay dos razones fundamentales: la primera, es que el autismo es pensado en niños (y los niños crecemos). Por lo tanto, no se suele pensar en autismo asociado a la sexualidad adulta. Por otro lado, y ligado a esto, se tiene la creencia de que somos «seres angelicales sin maldad, que no mentimos nunca y que, obviamente, no tenemos sexo». Y puedo dar absoluta fe de que eso es un mito. La realidad es que tenemos sexualidad (todos) y muchos tenemos relaciones sexuales, como el resto de la población.

 

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