Una dieta para cada uno

Dieta

¿Quién no probó una dieta que para un conocido resultó fantástica? Especialmente cuando llega el calor y se avecina la posibilidad de disfrutar del sol con el traje de baño. Así es como circulan dietas de todo tipo: la del huevo, la del astronauta, la de la sopa, la proteica, la disociada, etcétera. Pero la realidad es que este tipo de dietas, más allá de que sean realmente efectivas, no contempla las “necesidades nutricionales, personales, emocionales ni el ritmo de vida de cada uno”, advierte la licenciada en Nutrición Anabel Ávila (M. P. 2496).

Es por ello que este tipo de regí- menes posee resultados diametralmente opuestos a los buscados. Es así que, pasado un tiempo, no solo se pueden recuperar los kilos que se lograron perder, si no que, además, se suman otros.

“La comida forma parte de nuestra vida cotidiana, es un lenguaje que compartimos con el otro”, agrega la especialista. “Los alimentos nos comunican, nos definen, nos identifican, nos dan pertenencia, tienen historia impresa en nuestros sentidos, en nuestra memoria y en nuestros afectos”, continúa. Nada más ejemplificador de este punto que tener en cuenta cómo se desarrollan los encuentros entre amigos o en familia, en los que se comparten anécdotas y alimentos. Por ello, es recomendable no borrar de un plumazo todo aquello que hace a nuestros hábitos alimenticios durante una dieta, sino, muy por el contrario, modificar hábitos no del todo sanos. El objetivo es incorporarlos y hacer de ellos nuestra rutina.

“Todos los alimentos pueden tener un lugar en nuestra mesa, solo se deben realizar mejores elecciones, adecuadas a nuestro estado de salud, basándose en una correcta información nutricional y conocimiento de nuestro cuerpo, acorde a la significación que el acto alimentario reviste”, advierte Ávila, y propone…

Seis tips para mejorar los hábitos alimentarios:

1) Cambiar alimentos prohibidos con confuso.

2) Dejar la culpa y disfrutar cada comida.

3) Buscar el equilibrio y la armonía en nuestra dieta.

4) Incorporar colores y sabores.

5) Dejar de creer en dietas mágicas y optar por un consejo profesional.

6) Terminar con el concepto de buenos y malos alimentos por el de buenas prácticas para un estilo de vida saludable.

Nada de milagros.

“No existen dietas milagrosas, no hay magia; el cambio hacia una alimentación balanceada, ordenada, sin prohibiciones y con autocontrol es el camino saludable”, advierte por su parte María Soledad del Boca (M. P. 1998). La clave es encaminarse hacia pequeños cambios con resultados positivos. “Lo que hago desde el consultorio es educar la porción”, indica por su parte la licenciada Ximena Barcia (M. P. 405), miembro de la Comisión Directiva del Colegio de Nutricionistas de la provincia de Buenos Aires. “Básicamente explica al paciente qué es lo que debe comer de acuerdo a sus necesidades. Por ejemplo, no se puede ingerir el doble de un producto light porque de cualquier modo tiene calorías y su sumatoria hace justamente que se sumen calorías extras. La clave es el equilibrio”, concluye Barcia.

Cuidado con las fórmulas mágicas.

​Son muchas las dietas milagrosas que circulan entre nosotros. Algunas de ellas, seguramente, tienen un basamento real y circulan modificadas. O mejor dicho, deformadas. Pero sin duda, el mayor inconveniente es que todas ellas llegan de manera informal, sin la supervisión de un profesional. Es el caso de la dieta de la reina Máxima, que se hizo popular luego de que se publicaran las fotos de Zorreguieta con diez kilos menos, o la dieta del astronauta, o la de la sopa.

Mitos que no son:

1- Para el resfrío, jugo de naranja: Si bien no está comprobado científicamente que esta bebida evita los estornudos, es verdad que aumenta las defensas por las propiedades antiinfecciosas que posee la vitamina C. Además de eso debemos recalcar su sabroso sabor.

2- ¿Galletitas o pan 2 blanco?: Las galletitas tienen grasa, por lo tanto, a igual cantidad, el valor calórico es mucho mayor. El pan blanco tiene 280 calorías en 100 gramos, contra 420 en la misma cantidad de galletitas.

3- Mejor carnes blancas que rojas: Si buscamos cuidar la dieta será más nocivo consumir un ala de pollo con piel que un filete de ternera, aunque depende mucho del corte o de la presa utilizada para elaborar nuestros platos. Además, no es lo mismo pollo que pescado al hablar de carnes blancas, porque el pescado tiene grasas de mejor calidad y poco colesterol respecto al pollo.

4- Aceite de oliva, no importa su cantidad: Si bien el uso del aceite de oliva es beneficioso para nuestra salud desde el punto de vista cardiovascular, ya que aporta “grasas buenas”, no debemos olvidar su enorme contenido calórico. Además, es importante qué prensada se utiliza, ya que lo “filtra”. De todas maneras, es importante que seamos muy mesurados con su utilización en nuestras comidas.

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