UN NIÑO CON PARÁLISIS CEREBRAL MEJORA GRACIAS A SU SANGRE DEL CORDÓN UMBILICAL

Un niño de dos años de California, al que se le diagnosticó una parálisis cerebral al nacer, muestra menos signos del trastorno y una marcada mejoría tras la infusión de sus propias células madre, lo que ha sido posible gracias a la conservación de la sangre de su propio cordón umbilical tras su nacimiento.

Al nacer su hijo, los Hextell observaron que lloraba continuamente y que raramente abría los ojos. Con cinco meses, Dallas tenía problemas para mantener el equilibrio y solía tener la cabeza inclinada hacia un lado. Cuando el pequeño cumplió ocho meses, le diagnosticaron parálisis cerebral (PC), un trastorno no progresivo que afectaba principalmente a capacidad del niño de moverse y mantener el equilibrio y la posición.

A los 18 meses, Dallas Hextell tenía las habilidades motoras muy limitadas. No podía gatear, dar palmas o sentarse, y se comunicaba sólo mediante gritos, normalmente movido por el dolor y la frustración.

Varios estudios han demostrado que el daño en el centro de control motor del cerebro joven y en desarrollo que causa la parálisis cerebral ocurre durante el embarazo, aunque un pequeño porcentaje de casos ocurre durante el parto o después del parto, hasta los tres años de edad.

Actualmente, no se conoce una cura para la parálisis cerebral y los medicamentos disponibles sólo para ayudan a tratar sus efectos debilitantes. Esto implica que la PC sea considerada la segunda discapacidad asociada al desarrollo con mayor coste, después de las discapacidades mentales.

 

 

Una decisión crucial

Tras una extensa búsqueda de información sobre aspectos de salud relativos al parto, los Hextell decidieron optar por la conservación de la sangre del cordón umbilical de su hijo.

«Tuvimos un embarazo perfectamente sano, pero tardamos tres años hasta que me quedé embarazada, era bastante probable sólo pudiéramos tener un único hijo, por lo que de quedar embarazada teníamos que intentar aprovechar la oportunidad» señala Cynthia Hextell.

Debido a que en la familia de Derak Hextell había antecedentes de enfermedades cardiacas y, por otro lado, Cynthia Hextell había sido adoptada, los padres eran los únicos que podían tener compatibilidad genética con su hijo. “Esto era lo que pensábamos, pero nunca se me pasó por la cabeza que le fuera a pasar algo malo a mi hijo. Literalmente, tardamos unas dos semanas antes de la fecha del parto en tomar la decisión definitiva, porque era muy caro», comenta Cynthia Hextell.

Tras el diagnóstico de su hijo, los Hextell viajaron a la Universidad de Duke, donde los médicos estaban empleando sangre del cordón umbilical como parte de un ensayo clínico para tratar a un pequeño número de niños que tenían parálisis cerebral o lesiones cerebrales. La señora Hextell llamó a los padres de algunos niños y todos le comentaron que se había producido una mejoría tangible en sus hijos tras el trasplante de células madre, lo que se apreciaba en una mejoría al hablar y en las capacidades motoras.

En julio de ese mismo año los Hextell decidieron infundir las células madre de Dallas en su propio torrente sanguíneo, un procedimiento que duró menos de una hora.

“Al cabo de cinco días ya era otro niño: reía, daba palmas, saludaba con la mano y reaccionaba. Antes de ir a Duke, intentamos enseñarle a utilizar un andador y ahora ya puede caminar sin ninguna ayuda», explica Cynthia Hextell

 

(Visited 7 times, 1 visits today)