Casi un siglo después de aquellos primeros filmes sonoros, la evolución del lenguaje cinematográfico nos ha llevado a aceptar esa idea consolidada según la cual una buena película no existe sin un buen guión literario, y tendemos a identificar el guión con los bloques de diálogo, pero lo cierto es que aún hoy podemos encontrar ejemplos de cineastas que se animan a explorar el lenguaje del cine mudo o silencioso. Ahí están casos recientes como Juha (1999) de Aki Kaurismaki, la archipremiada The Artists (2011), o la española Blancanieves (2012), de Pablo Berger. A esa lista de películas contemporáneas que intentan contar historias sin usar palabras hay que sumar ahora otro título: The Tribe.
No es la primera vez que Slaboshpytskiy se aproxima a la realidad de las personas sordas en su cine. En 2010 ya exploró ese mundo en Deafness, su tercer corto, que llegó a estar nominado a un Oso de Oro en la Berlinale. Ahora va un paso más allá con su debut en formato largo, que será estrenado dentro de un par de semanas en el marco del Festival de Cannes.
Todo el reparto de The Tribe está formado por personas sordas sin ninguna experiencia previa en el mundo de la interpretación. “Primero elegimos a personalidades carismáticas, y luego intentamos pensar en personajes que encajasen con ellos”, asegura el director. Slaboshpytskiy aclara que su película no versa sobre los problemas específicos de la comunidad sorda, sino que aborda cuestiones universales relacionadas con los comportamientos sociales, el amor y la violencia. Simplemente, él ha elegido rodar su película “no en ruso, no en ucraniano, no en inglés, sino en pantomina”.
El filme refleja la vida de un grupo de adolescentes sordos en un internado. Los más fuertes o violentos entre ellos forman un grupo que se hace llamar “la tribu”, ejercen como matones, como si fueran una pequeña mafia dentro de la institución. El recién llegado Serhii, el personaje central de la película, busca la manera de encajar en su nuevo entorno, quiere ser aceptado por ese círculo de rufianes, y para ello participa en algunas de las tropelías. Pero en su camino se cruza Anna, una de las queridas de uno de los líderes del grupo de los duros. Ambos se enamoran, pero su relación viola el código ético de “la tribu”, y algo así no puede quedar sin castigo.
Charles Tesson, director artístico de La Semana Internacional de la Crítica de Cannes, que ha nominado a The Tribe entre los aspirantes al premio Caméra d’Or, comenta que la lengua de signos en el filme de Slaboshpytskiy se percibe como una especie de sofisticado ballet, y que la experiencia de verse expuesto a una comunicación puramente física resulta deslumbrante.