Soy mujer trabajadora y madre: alguien que lucha cada día por los suyos

Mujer trabajadora

En la actualidad, ser mujer trabajadora y madre es aún un reto para la sociedad y para las propias protagonistas.

La conciliación de la vida familiar y la laboral no está armonizada en la mayoría de los países, y ello supone desplegar múltiples estrategias personales con las que sacar adelante a quienes más queremos. Todo un desafío, no hay duda.

Ya han pasado bastantes años desde que la figura de la mujer empezó a “habitar” en las esferas públicas desempeñando también funciones hasta entonces masculinas.

Sin embargo, aún son muchas las batallas que quedan por vencer en un escenario demasiado complejo, donde ni tan solo existe una equiparación salarial.

Ser mujer trabajadora nos da status y satisfacción, ser madres felicidad, pero… ¿Cómo armonizar ambas dimensiones? Te invitamos a reflexionar sobre ello.

Mujer trabajadora: la”supermujer” del siglo XXI

Ser mujer trabajadora implica tener una jornada de entre 4 u 8 horas diarias. Si además tenemos hijos, nuestros horarios laborales no tienen instantes de descanso.

  • Nos levantamos temprano, organizamos el día con nuestras parejas (si las tenemos) e intentamos disponer de un orden más o menos ajustado donde cada uno sea responsable de su función, incluidos los más pequeños.
  • Vamos al trabajo, volvemos a casa, preparamos comidas, lavadoras, ayudamos con los deberes, acompañamos a las actividades extraescolares e intentamos, en cada momento, dar lo mejor de nosotras mismas.

Ahora bien, en algunos casos esto es considerado “lo ideal”, porque muchas madres no pueden ni recogerlos del colegio o tener una conversación con sus hijos hasta que es de noche: su horario laboral no se lo permite.

El principio de “igualdad” no se percibe en ninguna esfera

  • En el ámbito del hogar, son muchas las mujeres que tienen como responsabilidad exclusiva el cuidado del hogar y de los niños.
  • En caso de trabajar, su salario se considera, en ocasiones, como “complementario” al del marido.
  • En la esfera pública la imagen sigue siendo muy discriminatoria para las mujeres: el embarazo es, en muchos casos, sinónimo de despido.

A día de hoy, y en pleno siglo XXI, la igualdad entre géneros sigue sin percibirse, y ser mujer trabajadora además de madre supone pasar ciertas épocas de estrés elevado.

Mujer trabajadora

Noruega, el paraíso de la conciliación

Noruega es, a día de hoy, todo un ejemplo de vida familiar y laboral del que las instituciones de todo el mundo deberían tomar ejemplo. Estas son alguna de sus políticas, las cuales, puedes ampliar a través de varios artículos presentes en internet:

  • La ley otorga a la madre 46 semanas de baja, con el 100% del sueldo –o 56 semanas, con el 80%–.
  • Al padre se le reservan entre 10 y 12 semanas.
  • Noruega ofrece a las familias 125 euros por hijo al mes, hasta que cumplen 18 años.
  • Noruega tiene 4,9 millones de habitantes y el 80% de las mujeres trabaja fuera de casa.
  • El 44% de los puestos en los consejos de administración está ocupado por mujeres. Algo que se ha conseguido gracias a una estricta legislación que busca la equiparación entre géneros.

El nacimiento de una nueva generación: las “madres alfa”

Este dato seguro que te llama la atención. En los últimos años, y debido a la crisis económica, junto con el desarrollo de las nuevas tecnologías, se está originando un nuevo perfil de madre trabajadora que está ganando mucho peso en nuestra sociedad:

  • Las madres alfa son mujeres trabajadoras que, por encima de todo, valoran la importancia de la crianza de sus hijos.
  • A pesar de seguir asumiendo la mayoría de las responsabilidades del hogar, llevan una vida muy activa, tanto social como laboralmente.
  • Muchas de ellas desempeñan todo –o parte– de su trabajo en casa gracias a las nuevas tecnologías, realizan la mayoría de compras por internet y están al día en temas de crianza, de desarrollo personal, moda, sociedad y ciencia.
  • Son mujeres de entre 35 y 49 años, muchas de ellas madres solteras también que, como hemos señalado antes, priorizan no solo a sus hijos, sino su bienestar personal, su felicidad.
  • Planifican de forma perfecta sus horarios, viven el “aquí y ahora”, cuidan de su alimentación y de los niños y tienen pleno control de su vida y de su hogar.
  • Es, sin duda, una generación de mujeres jóvenes que desean tener pleno control de sus responsabilidades sin perderse el crecimiento de sus hijos.

madre trabajando

Ello entraría también en esa nueva corriente del slow parenting o “crianza a fuego lento” donde se intenta propiciar el ritmo madurativo de los niños sin estrés, sin presiones.

Queda claro, y lo sabemos, que esto no es fácil de conseguir de forma tan sencilla.

Mantener un hogar requiere una inversión económica, y ello supone “tener que pasar tiempo fuera de casa”. Así pues, esperemos que las instituciones y la propia sociedad se mentalice de la necesidad de la conciliación.

Porque invertir en crianza es invertir en futuro.

 

 

Original. 

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