¿Por qué engordamos?

¿Por qué engordamos?

Hubo un tiempo, hace 200.000 años, en el que tener las reservas corporales de grasa repletas era una ventaja para el Homo sapiens. El tejido adiposo garantizaba la supervivencia en épocas de escasez, ayudaba a superar las hambrunas y a sobrevivir los largos inviernos. Pero con la abundancia de alimentos, la falta de ejercicio y el aumento en la ingesta de alimentos hipercalóricos, ricos en grasa, sal yazúcares, esta ventaja de almacenamiento de grasa se ha convertido en una maldición.

El sobrepeso y la obesidad son el quinto factor principal de riesgo de defunción en el mundo, según datos de la Organización Muncial de la Salud (OMS). Una enfermedad responsable de la muerte de 2,8 millones de personas adultas causada por afecciones relacionadas con la obesidad (diabetes,enfermedades coronarias y algunos tipos de cáncer).

¿Por qué engordamos?

La grasa, necesaria

A pesar de la mala prensa de las últimas décadas, la grasa es imprescindible para la función vital de nuestro cuerpo. Proporciona energía que toma a través de los alimentos (metabolismo) y nos protege contra ciertas enfermedades, debido a que fortalece nuestro sistema inmunitario. Es un ingrediente fundamental para el tejido cerebral y un componente de la estructura de todas las membranas de las células.

El tejido adiposo está involucrado en procesos tan importantes como la procreación o la regulación de la temperatura corporal. La grasa además envuelve cuidadosamente nuestros órganos para protegerlos.

Adipocitos, almacenes de grasa

Esta sustancia de almacenaje, es decir, el tejido adiposo está formado por unas células llamadas adipocitos. Se calcula que un adulto puede tener entre un 15 y un 25% de grasa contenida en estas células de gran tamaño. Estas almacenan ácidos grasos, que unidos en grupos de tres forman triglicéridos.

Los triglicéridos almacenados provienen de los alimentos. Principalmente de aceites, mantequilla o tocino. Aunque nuestro cuerpo también puede producirlos de loshidratos de carbono sobrantes.

Estar gordo o delgado depende de lo llenas que estén las células del tejido adiposo (en inglés) y de la cantidad de las mismas. Cuando todos los adipocitos están repletos el organismo produce unas nuevas células para almacenar más energía, en especial en abdomen, muslos y cadera.

Leptina, la célula mensajera

La grasa corporal informa al cerebro sobre el estado de almacenaje de las células adiposas. Para ello envía una hormona llamada leptina. Y cuando las células se llenan, se produce más cantidad de leptina haciendo que desaparezca la sensación de hambre. Cuando la concentración de la hormona en la sangre se reduce provoca apetito. Las personas obesas tienen una cantidad superior de leptina circulando por el torrente sanguíneo.

La hormona leptina también controla otras funciones corporales, como es a la hora de quedarse embarazada. El cuerpo femenino es capaz de menstruar solo si tiene una quinta parte de grasa. Pasados los 50 años, el ciclo menstrual acaba, pero los adipocitos son los encargados de crear estrógenos (hormona sexual femenina).

Podría ser además que esta sustancia protege los huesos durante el envejecimiento, y evita la propagación de patógenos e infecciones.

¿Por qué engordamos?

Cuando el sobrepeso se convierte en un problema de peso

Pero las cosas se complican cuando hay un exceso de peso. Tener un sobrepeso con un porcentaje de grasa de más de 30% en mujeres y de 25% en caso de hombres conlleva un aumento del riesgo de enfermedad, especialmente de enfermedades crónicas (cardiovasculares, diabetes, algunos tipos de cáncer) y muerte prematura.

Cuando hay sobrepeso, las células adiposas hinchadas producen mucha leptina, que circulan por el torrente sanguíneo atrayendo a fagocitos. Esto puede formar depósitos de grasa en las paredes de los vasos sanguíneos. Formando un coágulo, que puede que se suelte y atasque las arterias causando un infarto de miocardio o una derrame cerebral.

Tal vez la solución para combatir la obesidad y sus complicaciones (en inglés) venga de la mano de las últimas investigaciones centradas en la trasformación de la grasa blanca a grasa parda.

 

 

 

Por Carmen Espinosa
Referencias:  Manzur F. et al. Adipocitos, obesidad visceral, inflamación y enfermedad cardiovascular. RCC, 2010; 17: 207-213.

 

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