Poema a mi silla

Envolvió mi mente la furia del rechazo.

Envolvió mi cuerpo el sudor y la lágrima.

Me recosté tambaleante en mis recuerdos y musité balbuceando unas palabras.

Cayeron de mi boca las desgracias y los indecibles sentimientos muertos.

Cayeron de mis ojos las transparencias vívidas del dolor.

Fue entonces cuando te erguiste altanera e intentaste avasallarme.

Fue entonces cuando lujuriosa intentaste llevarme a conocer.

Mas mi lúcida y segura mente detuvo tu imponencia,

y me quede quieta.

Esperando.

Pero nada.

Nada, llegó hasta donde estaba,

Nada, abrazó lo que sentía,

Nadie, vio en mi cuerpo la cercanía y quede quieta.

Inmóvil en la tozudez y la melancolía.

Orgullosa en la desesperación y la huida.

Y fue entonces.

Solo entonces, que entendí tu presencia y te llamé.

Me abrazaste sutilmente y amurallaste mis miedos.

Me condujiste en silencio al territorio de los sueños.

Olvidé lento que eras acero.

Olvidé despacio que no importaba el diseño.

Sólo la aventura de correr de nuevo.

Sólo el placer de ir donde los vientos.

Sólo la autonomía de conquistar los espacios

y la tranquilidad extraña de sentirte parte de mí.

Como una extensión más de mi nervio y entereza.

Como una silaba más de mis palabras.

Como un movimiento nuevo en mis piernas.

Bailar de nuevo.

Surcar un nuevo camino.

Y la libertad generosa que tu presencia virtual y móvil le da a mi cuerpo vencido.

Mónica Aguirre Calviño 2009

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