Padres logran la residencia para cuidar de su hija con parálisis cerebral en EEUU

Padres

¡No es cierto¡ ¡No me digas eso! ¿De veras? ¡No te creo! ¡Me estás mintiendo! Fue lo menos que Natividad Deloya le dijo a su esposo Noé Vásquez cuando éste le comunicó que ya eran residentes permanentes de los Estados Unidos.

“Lloré, grité de la felicidad. Le agradecí a Dios, al abogado que nos ayudó. ¡No lo podía creer! dice aún con la emoción a flor de piel.

Lo que Natividad Deloya nunca pensó es que su hija Noelia de 11 años quien sufre de parálisis cerebral fuera a ser el camino para que obtuvieran la residencia permanente.

“La niña nació en Anaheim pero durante el parto, mi útero estalló. A mi hija la sacaron muerta. Los doctores la revivieron con un ventilador. Sobrevivió pero quedó parapléjica”, explica la madre.

Natividad Deloya y Noé Vásquez dejaron Morelos, su estado natal en el centro de México para venir a este país hace 22 años. Aquí nacieron sus hijos Eduardo ahora de 18 años, Anahí de 15 años y Noelia, la menor.

Fue como en 2013 cuando una inmigrante uruguaya le comentó que ella y su esposo podrían arreglar su situación migratoria debido a la condición especial de Noelia. “Nos enteramos también de otro caso en el que un padre logró la residencia a consecuencia de que su hija quedó discapacitada tras un accidente”, recuerda.

Y comenzaron a buscar abogados para que los ayudaran. “Algunos nos cobraban precios muy altos, fuera de nuestro alcance”, dice.

Fue en un festival en Whittier en mayo de 2015, cuando conoció al abogado de migración Eric Price. “Él se me acercó y en la plática nos dijo que él nos podía ayudar a obtener nuestra residencia. Decidimos ir a verlo tres meses después”.

En septiembre de 2015, comenzaron todo el proceso, y fue a finales de diciembre de 2017 cuando recibieron su tarjeta de residencia.

“Al principio yo dudaba, tenía miedo. Aunque mi hija tiene parálisis cerebral, y no puede caminar ni hablar, es una niña saludable. No toma medicamentos, entiende todo y puede escribir por medio de su silla de ruedas. Ella asiste a una escuela regular. El abogado me explicó que eso no sería un obstáculo porque la niña necesita revisiones médicas constantes, y sería muy difícil que se las dieran en otro país”.

Eso sí, dice que el abogado les advirtió que el proceso sería largo.

Noelia Vásquez al lado de sus padres Noé Vásquez y Natividad Deloya y sus hermanos mayores Eduardo y Anahi. (foto suministrada).

Más seguridad

Natividad Deloya confiesa que la residencia ha traído un gran cambio a sus vidas y a su familia. “Yo siempre he estado muy involucrada en las escuelas de mis hijos y en los asuntos de la ciudad de Anaheim. He ido a muchos talleres sobre los derechos de los inmigrantes. Conocía los míos como indocumentada, y eso me daba tranquilidad de que podría defenderme en caso de un arresto pero no me daba seguridad”, reconoce.

Esta madre externa que siente que como residente su voz cuenta. “Los tiempos de Dios son perfectos. Esta residencia llega en el momento preciso”, dice feliz.

A los pocos días de recibir la tarjeta de residencia, toda la familia viajó a Tijuana a celebrar.

“Qué diferencia tan grande se siente cuando el agente de migración te dice al regresar y ver tu tarjeta de residente, ¡bienvenida!”.

Ese momento remontó 18 años atrás a Natividad Deloya, cuando ella y su esposo decidieron viajar a México por motivos familiares. “Al regresar, tuve que mandar a mi hijo de meses con otra familia para cruzarlo por la entrada oficial. Mientras tanto, mi esposo y yo intentábamos cruzar gateando por el desierto tapados con sábanas color de la arena para que no nos detectara el helicóptero de la Patrulla Fronteriza”, dice.

Fue un episodio de horror.

“Traíamos las rodillas sangrando. Estaba tan mal que le dije a mi esposo, véte tú y déjame aquí. Yo hervía en fiebre, traía mis pechos llenos de leche por no poder amamantar a mi hijo. Solo me motivaba el recuerdo de su carita”, dice.

Sus esfuerzos por entrar al país a través del desierto terminaron cuando los agentes de la Patrulla Fronteriza los capturaron. “Yo le imploré al oficial que me dejara pasar. Le dije que mi hijo me estaba esperando. No puedo señora, no puedo, me respondió”.

Después de reingresar a los Estados Unidos y tras sufrir esa dramática experiencia en el año 2000, los Vásquez no volvieron a salir del país. “En junio queremos ir a México, para que nuestros tres hijos conozcan a sus abuelos. No veo a mis padres desde hace 18”, dice Natividad Deloya.

Noé Vásquez tiene un empleo doble como cocinero en el condado de Orange, y su esposa, Natividad se dedica al hogar y cuidado de sus hijos.

Noelia al lado de sus padres. (foto suministrada).
Noelia al lado de sus padres Natividad Deloya y Noé Vásquez. (foto suministrada).

Petición familiar por una condición especial

El abogado en migración Eric Price quien llevó el caso de los Vásquez, dijo que la petición familiar para los padres basada en la dependencia de un hijo ciudadano estadounidense, se otorga a personas que demuestran diez o más años de permanencia en el país; buen comportamiento moral sin récord criminal, y al argumentar y probar que un miembro de la familia pasaría por un sufrimiento extremo en caso de deportación.

“El proceso fue relativamente corto, tomando en cuenta que son cientos de miles de casos atorados en los escritorios del Servicio de Migración y Aduanas (ICE)”, expuso.

Y el experto aseguró que el caso de Noelia es un ejemplo para miles de familias de migrantes que tal vez no saben del beneficio de una petición familiar especial que otorga la residencia y abre el camino para la ciudadanía.

“En estos casos, en los que el peticionario requiere de cuidados especiales, no hace falta que tengan la mayoría de edad, los 21 años para solicitarla”, remarca.

 

 

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