A pesar de que Sebastián Pérez tiene siete años, al momento de hablar en pasado se refiere a sí mismo como “cuando era pequeño”; es decir, antes de que le detectaran un coeficiente intelectual de 155.
Cuando tenía cuatro años, Sebastián ingresó al jardín de niños y él recuerda que su primer año fue muy divertido, pero todo cambió en el siguiente ciclo escolar.
“La maestra cambió demasiado, ya no tenía amigos porque la maestra me sacaba del salón muy seguido, ella quería que jugara con las letras pero yo ya sabía leer y después dijeron que necesitaba medicinas”.
Sebastián fue diagnosticado erróneamente como ezquizofrénico. Sus padres rechazaron el diagnóstico buscando una segunda opinión, lo que los llevó a una evaluación psicológica que reveló que es superdotado y tiene un alto coeficiente intelectual.
Desde 2014 estudia en el Programa de Potenciación Intelectual Intensivo, un modelo diferenciado de educación para superdotados, y fue ponente en el 1er Congreso Internacional de Sobredotación Intelectual de Levitación Magnética. Y parte de los conferencistas de Tedx Calzada.
“Yo estudio robótica, inglés, chino mandarín y lo que sea. Si quiero aprender un tema nuevo me ayudan en el Centro de Atención al Talento”.
Sebastián quiso contar lo que quiere hacer con lo que ha aprendido hasta el momento y es un proyecto que surgió a partir de que vio a un niño con parálisis cerebral y la manera en que se le dificultaba a su madre mover su silla de ruedas.
“Quiero hacer un aparato para que las mamás de esos niños no tengan que empujarlos y ellos se muevan sólos a través de servos que manden la señal a donde se quiera mover el niño”.
A sus siete años ha desarrollado drones, brazos robóticos, una lancha y avión a control remoto y ahora ocupa su tiempo en desarrollar una bobina de tesla.
