Medicamentos durante el embarazo

A lo largo de los nueve meses de embarazo es normal que se produzcan situaciones que requieran el empleo de medicamentos; de hecho, la mayoría de las embarazadas (alrededor del 80%) toma algún tipo de fármaco durante la gestación. Muchas mujeres siguen un tratamiento médico que no pueden dejar totalmente al quedar embarazadas, y otras afecciones, derivadas del propio embarazo, se tratan con fármacos.

 

Aunque en la actualidad muy pocas anomalías congénitas se asocian con el consumo de medicamentos durante el embarazo, es muy importante prevenir posibles alteraciones en el desarrollo del feto, o problemas de salud en el recién nacido, evitando todo aquello que pueda resultar nocivo, tanto para la madre como para el futuro bebé.

 

Los cambios fisiológicos que sufre la mujer durante el embarazo, además, pueden alterar la efectividad o posible toxicidad de los fármacos. Sin embargo, en ocasiones, no seguir el tratamiento farmacológico necesario también resulta nocivo para la gestante y para el feto. Por ello, te aconsejamos que:

 

Si estás siguiendo un tratamiento médico y sospechas que puedes estar embarazada, acude cuanto antes al especialista, que será quien valore la conveniencia o no de seguir con la terapia.

 

Nunca te automediques, ni consideres que un determinado medicamento no te hará daño porque ya lo has tomado otras veces, o conoces a mujeres que lo tomaron durante el embarazo y “no pasó nada”.

 

Cuando sea necesario tomar medicación, siempre hay que valorar la relación entre beneficios y riesgos potenciales (no olvides que algunas patologías pueden resultar más perjudiciales para el feto que los medicamentos que ayudan a controlarlas, como es el caso de la diabetes).

 

Es mejor tomar medicamentos sobre los que exista mayor cantidad de información y estudios acerca de sus efectos y experiencia clínica, y utilizar la dosis mínima eficaz, consultando al médico cualquier cambio que experimentes, o las dudas que tengas sobre la dosificación o los efectos secundarios.

 

Medicamentos para tratar las molestias más frecuentes del embarazo

Estos son los medicamentos más útiles que pueden tomar las embarazadas para tratar las molestias más frecuentes de la gestación:

Náuseas, vómitos e hiperémesis gravídica

 

En general, los antieméticos durante la gestación tienen categoría B, pero han sido muy utilizados durante años. Aunque a veces se ha sospechado que provocan malformaciones fetales, los estudios han demostrado que no es así. Los más seguros son la meclozina y el dimenhidrinato, que es un antihistamínico seguro, pero que no debe utilizarse al final de la gestación, ya que puede producir bradicardia fetal y adelantar el parto. La metoclopramida está también en la categoría B, pero hay menos estudios y no es la primera opción de tratamiento. Todos ellos son útiles, como decimos, para casos de hiperémesis gravídica.

 

Gases

La distensión abdominal y los gases durante el embarazo tienen un tratamiento similar al que se seguiría antes o después de la gestación. Para aliviar este trastorno hay que comenzar por establecer una serie de costumbres dietéticas, como eliminar el consumo de bebidas con gas, no comer hortalizas de hoja verde por la noche (lechuga), y no mascar chicle. Masticar los alimentos despacio, sin hablar, y no comer de pie, también evita que traguemos aire. No es recomendable tomar medicamentos y, si continúan las molestias, se debe consultar al médico.

 

Pirosis o ardor estomacal

El tratamiento de la pirosis consiste, en primer lugar, en evitar alimentos y hábitos que empeoren los síntomas (grasas, chocolate, bebidas con gas, alcohol, café, té y cigarrillos), realizar comidas ligeras y frecuentes, y no comer cuatro horas antes de acostarse. Elevar la cabecera de la cama también puede ayudar si los síntomas aumentan por la noche. Los antiácidos son seguros, con la excepción del bicarbonato sódico.

 

Estreñimiento

Como en el caso de la pirosis, las medidas que hay que tomar en primer lugar son dietéticas, e implican la modificación de hábitos inadecuados. Es recomendable que las embarazadas aumenten la ingesta de líquidos, fruta fresca, verduras y fibra. Los antiácidos derivados del aluminio pueden ser causa de estreñimiento, y hay que evitarlos. Los laxantes se tomarán sólo si las medidas descritas no resultan efectivas, y su uso ha de ser consultado con el médico, ya que algunos de estos fármacos están contraindicados durante el embarazo; los más seguros son los formadores de bolo (metilcelulosa).

 

Hemorroides

Una vez más, el tratamiento inicial consiste en instaurar una serie de conductas dietéticas apropiadas (iguales que las del estreñimiento), e higiénicas (baños de asiento con agua tibia dos o tres veces al día, y lavarse con agua fría y jabón después de cada defecación). Emplear laxantes formadores de bolo para prevenir y corregir el estreñimiento generalmente contribuye a aliviar las hemorroides. Los antihemorroidales de aplicación tópica son seguros durante el embarazo si no se usan en exceso.

 

Anemia

La mayoría de las anemias se deben a la falta de hierro. Los suplementos de hierro no son necesarios en las embarazadas que siguen una dieta adecuada, pero tampoco existen pruebas de que resulten perjudiciales ni para la madre ni para el feto. De todas formas, se aconseja no tomar suplementos de hierro durante el primer trimestre del embarazo, porque no se sabe con certeza si son seguros o no. Los suplementos de hierro pueden tener efectos secundarios como ardor de estómago y náuseas, y provocar estreñimiento o diarrea.

 

Melasma

Aunque se pueden aplicar cremas y fotoprotector, la mayoría de los médicos no aconsejan tratar esta alteración, que consiste en una hiperpigmentación que aparece en la piel de cara, cuello y antebrazos durante la gestación, quizás porque por lo general desaparece unos meses después del parto, y no es una enfermedad como tal, ya que no ocasiona molestias ni síntomas.

 

Insomnio

Ante el insomnio siempre se debe consultar al médico, porque aunque es un trastorno relativamente frecuente durante la gestación, también puede ser la manifestación de ciertas patologías como la ansiedad o la depresión. En primer lugar, se recomienda seguir ciertas pautas, como acostarse siempre a la misma hora y cuando se tenga sueño, no ver la tele en la cama, hacer una cena ligera horas antes de dormir, y levantarse a la misma hora. Para combatir el insomnio se han utilizado con frecuencia benzodiazepinas, como el diazepam; sin embargo, tomarlos de forma habitual durante el embarazo (especialmente en el último trimestre) puede provocar un síndrome de abstinencia en el recién nacido, o un síndrome del “bebé flácido” cuando se administran a la embarazada dosis altas poco antes del parto. Los efectos de los hipnóticos en el feto no son muy conocidos y por eso se recomienda no usarlos.

 

Calambres nocturnos

Los calambres en las piernas durante el descanso nocturno son muy frecuentes en embarazadas, especialmente durante el último trimestre de la gestación. Para prevenirlos, se recomienda masajear la zona afectada o realizar estiramientos con regularidad. Antes se recomendaban medicamentos con anticálcicos y otros fármacos que regulaban el equilibrio entre iones, pero hoy en día no está recomendado el uso de ninguno de ellos porque tienen efectos secundarios y no se ha podido determinar su seguridad en el embarazo.

 

Mareos

Normalmente los mareos son pasajeros y bien tolerados por la embarazada cuando reposa o se tumba. Sin embargo, en ocasiones es necesario que el médico le prescriba fármacos que le alivien los episodios de mareo. El medicamento que se utiliza como primera opción es el dimenhidrinato, un antihistamínico del que no se debe abusar porque tiene un riesgo potencial sobre el feto.

 

Hipertensión arterial

Durante el embarazo la tensión arterial se controla desde la primera visita hasta la última, principalmente con el objetivo de detectar los posibles casos de preeclampsia, que puede tener consecuencias fatales para el embarazo, la madre y el feto. Cuando la mujer sufre hipertensión arterial sin rasgos de preeclampsia (es decir, sin proteinuria) también debe tratarse porque las cifras de tensión arterial elevadas originan complicaciones vasculares inmediatas, que además pueden prolongarse en el tiempo. El tratamiento habitual de la hipertensión son los diuréticos, es decir, fármacos que estimulan la producción de orina para perder volumen sanguíneo, pero en las embarazadas estos fármacos están contraindicados de primera opción, ya que pueden alterar significativamente el equilibrio fisiológico de la madre y perjudicar al feto. El antihipertensivo que se utiliza en primer lugar en las embarazadas es la metildopa, un fármaco que no actúa en el riñón, como los diuréticos, sino que ejerce su acción sobre el sistema nervioso, disminuyendo la constricción refleja de los vasos sanguíneos.

Fuente

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