«Me dijeron que el autismo de mi niño se curaría con MMS (derivado de la lejía)»

Madre e hijo

José Carlos Mélida, pensionista de 52 años, ha hecho lo imposible por su primer hijo, que nació en 2003 y al que los médicos diagnosticaron autismo cuando tenía dos años. Consultó con mil profesionales y probó todo tipo de terapias. Hace unos cuatro años escuchó que en Barcelona había un innovador tratamiento relacionado con la alimentación para tratar el autismo. Ahí empezó su calvario.

«Una médica argentina de nombre ruso decía que te analizaba el pelo y veía los metales. A partir de ahí te daba una dieta. El tratamiento costaba mil euros al mes. Yo estaba dispuesto a pagarlo, pero tengo problemas de movilidad e irme a Barcelona era complicado para mí», explica a EL PERIÓDICO. Residente en Huelva, José Carlos decidió acudir a la consulta privada de un endocrino, un médico colegiado y «con cierto prestigio» en la ciudad. Le preguntó por la famosa dieta para el autismo y el doctor le dijo que, efectivamente, la conocía. Le recomendó que acudiera a una «bióloga de la alimentación», que atendía a pacientes en una tienda de dietética. Lo que no le dijo el endocrino en ese momento es que la bióloga era su hija.

José Carlos acudió al local de dietética. «Se supone que la mujer tenía dos carreras universitarias y tres másteres. Me dijo que haría un análisis molecular con una gota de sangre de mi hijo. Lo hizo y salió de todo: metales pesados, mercurio y cándida». Para «curar» el autismo, la bióloga le explicó que el niño necesitaba suplementos alimenticios –que vendía en el mismo establecimiento- además de MMS (Miracle Mineral Solution, derivado de la lejía prohibido por la Agencia Española del Medicamento desde el año 2010) y «otro producto milagroso» llamado Cellfood (oxígeno líquido). «También me mandó espirulina y muchas más algas», recuerda.

Dieta disparatada y caótica

La bióloga prohibió al menor –que por aquel entonces tenía 11 años- comer fruta, azúcar, harina, leche, maíz, patata, chocolate y todo alimento que llevara colorantes y conservantes. «Era imposible cocinar algo para mi hijo. La dieta era disparatada y caótica. Me hice una cuadrícula para ordenar todo lo que teníamos que hacer antes y después de las comidas, incluidas las consabidas gotas de MMS y los otros suplementos. En total me gastaba unos 500 o 600 euros al mes«. Pasó el tiempo y José Carlos veía que su hijo no mejoraba.  Finalmente, al cabo de cinco meses, decidió romper la terapia y no volver a visitar a la (presunta) especialista.

El hijo de José Carlos, en una cafetería de Huelva / FOTO CEDIDA POR LA FAMILIA

Pasó el tiempo y José Carlos consiguió olvidarse del MMS. En abril del año pasado, a raíz de un comentario en las redes sociales, José Carlos se cruzó con la bióloga unos mensajes muy duros. La mujer insistía en las bondades del MMS. «Me dijo que había hablado en persona con Andreas Kalcker [uno de los guías espirituales del MMS, un supuesto terapeuta alemán que afirma haber curado a cientos de niños autistas] y que le había dicho que mi hijo sanaría también. Yo le contesté que se atreviera a decir eso mismo delante de una asociación de padres de niños autistas. Me contestó que ella tenía muchos estudios universitarios. Y que dedicaba cuatro horas al día a la investigación. Me explicó que por mí no haría nada. Pero que por mi hijo estaba dispuesta a regalarle un año de tratamiento gratis. Que no se iba a rendir con él». José Carlos no contestó. No quería saber nada más del MMS, el Cellfood y todo lo que tuviera que ver con suplementos nutricionales para el autismo.

«No me la vuelven a colar»

José Carlos -que era vendedor de la ONCE pero una enfermedad le imposibilitó para trabajar y ahora es pensionista- no tiene ánimo para denunciar ante la policía la estafa. Su vida ya es demasiado complicada: su hijo autista tiene accesos violentos, su mujer está regular de salud y, además, la pareja tiene otro hijo al que cuidar: un niño de 9 años con retraso madurativo.

«Creo que Josep Pàmies es un charlatán, un volado. Como la monja Teresa Forcades o Gregorio Placeres. No dicen más que tonterías. Pero los verdaderamente peligrosos son los médicos de bata blanca que te dicen que el MMS cura. ¿Cómo me iba a imaginar yo que el endocrino al que acudí me iba a aconsejar un tratamiento que está prohibido en España? Como padre de un hijo autista sé que la desesperación te lleva a hacer muchas cosas. Pero ya no me la vuelven a colar. Nunca».

 

 

Original.

(Visited 1 times, 2 visits today)

Etiquetas ,