Los imprescindibles métodos para una detección temprana de la sordera infantil

Sordera infantil

Es el momento más esperado para la vida de la mayoría de las personas. La llegada de un bebé al mundo supone un escenario de emoción inconmensurable para cualquier familia. Entre mimos, caricias y palabras dulces, los padres tienen una sola cosa en mente ante la presencia de un nuevo hijo: que tenga buen peso al nacer, que se lo vea «sanito». Sin embargo, existen trastornos en la salud que, por más que se padezcan desde el nacimiento, tardan un tiempo en convertirse en una manifestación. La sordera profunda es uno de ellos.

«La pérdida auditiva o hipoacusia es una de las enfermedades congénitas más frecuentes y, desde hace tiempo, se trataron de establecer formas de diagnosticarla de manera precoz para actuar rápidamente con los tratamientos adecuados», explicó a Infobae el Dr. Fernando Romero Orellano, jefe de los servicios de Otorrinolaringología de la Clínica Universitaria Reina Fabiola y del Hospital de Niños de la Santísima Trinidad de Córdoba y coordinador médico del Programa Nacional de Detección Temprana y Atención de la Hipoacusia de esa provincia.

Esa intervención temprana «permite aprovechar la neuroplasticidad cerebral, que se da entre los 2 y 3 años de vida, cuando todavía el sistema nervioso está madurando», explica el especialista.

Por ende, poder detectar a tiempo los síntomas de problemas de audición de un niño pequeño puede ser determinante para el tratamiento y el nivel de afección que tendrá en el futuro.

Cuando el trastorno es atendido a tiempo, se puede reducir la gravedad de las secuelas
Cuando el trastorno es atendido a tiempo, se puede reducir la gravedad de las secuelas

Así, pasa a tener un rol fundamental lo que se conoce como screening auditivo universal –estudios no invasivos de la audición del recién nacido- que en la Argentina es ley y su realización es obligatoria antes de que el niño sea dado de alta del centro asistencial donde haya nacido.

En el país existe la Ley 25.415 para la detección temprana de la sordera, sancionada en 2001, pero que recién fue reglamentada en 2011. En ese mismo año se creó el Programa Nacional de Detección Temprana y Atención de la Hipoacusia, que depende del Ministerio de Salud de la Nación. Según esa norma, «todo recién nacido antes de los tres meses de vida tiene derecho a ser evaluado auditivamente y tratado luego de los seis meses en forma adecuada».

De este modo y según la reglamentación, si en la maternidad donde nació el pequeño no le realizaron las otoemisiones acústicas, el pediatra debe solicitárselas durante el primer mes de vida. Es un estudio que se puede hacer, también, en los hospitales públicos.

Volver a escuchar

Una vez detectada la pérdida auditiva, si se trata de leves a moderadas (el niño oye, pero no es capaz de comprender, es como si escuchara «borroso»), deberá usar audífonos, seleccionados una audióloga especializada en niños.

En cambio, si la hipoacusia es severa o profunda (el niño casi no oye y no reconoce los sonidos) la indicación es el implante coclear, un dispositivo electrónico que reemplaza la función del oído interno o cóclea. Está formado por un componente interno (implante) y un componente externo (procesador de sonidos). El procesador es similar a un audífono. Se coloca en la zona detrás de la oreja y capta, procesa y filtra los sonidos para luego enviarlos hacia el dispositivo interno, que los convierte en una señal estimulante del nervio auditivo y lleva esa información al cerebro. Sigue el mismo camino que el sonido en un oído normal, pero utilizando el implante como medio de estimulación.

El implante debe colocar en la cóclea, dentro del llamado oído interno
El implante debe colocar en la cóclea, dentro del llamado oído interno

El implante coclear está indicado en niños a partir del año de vida y adultos que hayan perdido la audición, sin límite de edad máxima.

Para determinar si una persona es candidata a un implante coclear debe ser examinada por un equipo interdisciplinario integrado por otólogos, fonoaudiólogos y psicólogos, quienes realizarán una exhaustiva evaluación a fin de determinar si el paciente es apto para recibir el dispositivo y si este debe colocarse en forma uni o bilateral, simultánea o secuencialmente.

Como es de esperar con cualquier tipo de implante, la utilización óptima aparece después de calibraciones periódicas. Se pueden llegar a realizarle dos o tres ajustes por año. Otro punto clave en el proceso de la recuperación de la capacidad auditiva es el apoyo familiar.

Según explicó Romero Orellano, un niño hipoacúsico (sin otras discapacidades) que es implantado antes de los 2 a 3 años y que recibe la estimulación adecuada, tiene la posibilidad de desarrollar lenguaje y escolaridad y de integrarse socialmente igual que niño normoyente. «No tienen limitaciones, pueden practicar cualquier deporte incluso, usando algunos accesorios, hasta natación. Hace unos meses, en el club de Rugby La Tablada de Córdoba, tuvimos la visita de los All Blacks de Nueva Zelanda, entre los que había varios jugadores con implante coclear».

El procedimiento del implante puede ser realizado a partir del primer año de vida
El procedimiento del implante puede ser realizado a partir del primer año de vida

Las probabilidades de padecimiento

Según datos oficiales suministrados por el Ministerio de Salud de la Nación, la prevalencia de hipoacusia al nacer es de 1 a 5/1000. Es decir, cada año se espera que nazcan en Argentina entre 700 y 3.500 bebés con hipoacusias de diverso grado y diferentes causas. La gran mayoría son bilaterales, y afectan a las cócleas u oídos internos, sitio donde nace el nervio auditivo.

Para poder detectar a tiempo el problema de audición es primordial seguir los pasos de controles periódicos y prevenciones en la rutina diaria durante toda su infancia.

– Realizar control auditivo a los bebés recién nacidos (otoemisiones acústicas).

– Realizar audiometría de control al ingreso escolar primario.

– Evitar la exposición a ruidos de elevada intensidad. Usar protección auditiva si se trabaja en ambientes ruidosos.

– No exponerse a música de altas intensidades, principalmente cuidar a los bebés en las fiestas (alejarlos de los parlantes y proteger los oídos).

– Usar con moderación y a baja intensidad los reproductores de música.

 

 

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