Los ciegos ya pueden ‘meterle mano’ a la Gioconda

Arte

«Durante toda mi vida he oído hablar de pintores famosos y de sus obras, pero para mí eso es todo lo que eran. Como palabras de vocabulario que podía anotar en una página, pero a las que necesariamente no sabía colocar junto a una imagen. Algo como esto presenta esa oportunidad: la libertad para tener una mejor comprensión».

Así describía un invidente a finales del año pasado la sensación que le producía tocar por primera vez la obra Washington cruzando el Delaware, del pintor alemán Emanuel Leutze. No es que el ciego estuviera tocando la pintura propiamente dicha, ni siquiera una copia. Con lo que en realidad interactuaba era con una representación realizada a través de una impresora en 3D que se exponía en una biblioteca para ciegos de Nueva York, según recogió la agencia Reuters.

Durante los últimos años hemos comprobado cómo las impresoras 3D y otras tecnologías similares se utilizaban para fabricar los objetos más dispares: desde armas hasta prótesis médicas, pasando por viviendas. Sin embargo, en los últimos tiempos también están surgiendo proyectos que pretenden acercar a personas invidentes las grandes obras del mundo de la pintura, hasta hace muy poco totalmente inaccesibles para ellas.

Es el caso del anterior ejemplo descrito, promovido por el ex fotógrafo de la revista Life John Olson y su empresa, 3D Photoworks, que expone y vende recreaciones de cuadros tan famosos como el Retrato del doctor Paul Gachet, de Van Gogh, o La Gioconda, de Leonardo Da Vinci, la gran protagonista de esta nueva era de la pintura en tres dimensiones. Pero el caso de Olson no es el único.

Precisamente de La Mona Lisa también realizaron su versión los españoles de Estudios Durero, que expusieron durante la primera mitad de 2015 en el madrileño Museo del Prado esta y otras cinco grandes obras de la pintura: Noli me tangere, de Correggio; La fragua de Vulcano, de Velázquez; El quitasol, de Goya; El caballero de la mano en el pecho, de El Greco; y el Bodegón con alcachofas, flores y recipientes de vidrio, de Van der Hamen.

El acceso a la cultura, un derecho

«En el mundo de la accesibilidad los avances son lentos en general, pero existe una necesidad por parte de los museos de hacer sus colecciones accesibles a todo el público y atraer a más visitantes, además de una concienciación creciente de que el acceso a la cultura es un derecho y por tanto debe estar al alcance de todos», afirma Cristina Velasco, una de las responsables de este estudio vasco.

Aunque el fin es el mismo, que la gente pueda tocar las pinturas, el resultado final de las reproducciones de los Estudios Durero se acerca más al del relieve en color que a la escultura, lo que acerca su proyecto al de Olson, aunque sin ser exactamente impresión en 3D. Ellos llaman a su técnica Didú y utilizan una plancha de aluminio y varias capas de tinta con una impresora Canon.

«Es una metodología para el tratamiento y reproducción de imágenes en relieve. Combinamos herramientas tecnológicas, artísticas y pedagógicas para convertir una imagen digital en una imagen que se puede tocar y que tiene sentido no sólo para la vista sino también para el tacto. Contamos en nuestro equipo con personas invidentes afiliadas a la ONCE que se encargan tanto de testar los resultados como de desarrollar un recorrido táctil que guiará a la persona invidente a través del cuadro», indica Velasco, que califica el panorama internacional de este tipo de iniciativas como «esperanzador».

Uno de los últimos proyectos de este tipo es el que está llevando a cabo el equipo de Adventure Club, una compañía de digitalización finlandesa que ha lanzado una iniciativa llamada The Unseen Art, también con el propósito de que los ciegos puedan ver el arte pictórico. La principal novedad de estos últimos es que comercializan impresiones del rostro de La Gioconda por el módico precio de 30 dólares (poco más de 27 euros), permitiendo así que la obra de Da Vinci pueda estar en casi cualquier casa.

«La idea de The Unseen Art surgió cuando nuestro creador artístico en Adventure Club, Tommy Niskanen, fue a una piscina y vio a un niño ciego con su hermano en el vestuario después de una competición de natación. El chico ciego preguntó a su hermano por la medalla de oro que había ganado, la tocó durante un momento y se dio cuenta de que no era de oro sólo por el tacto», explica a FCINCO Peggy Kylander, una de las responsables del proyecto, para el que se utiliza como material de impresión filamento de poliácido láctico.

Una financiación dificultosa

Hasta la fecha estos finlandeses sólo han podido recrear La Mona Lisa, aunque han recibido peticiones para imprimir en 3D obras de Picasso o Monet. Su intención es fabricar ocho o diez piezas para poder organizar una exposición con todas ellas, algo que, de momento, no podrán hacer debido a la falta de fondos. Por ahora han lanzado una campaña de crowdfunding con la que no han conseguido alcanzar el dinero suficiente: Tan solo 4.205 dólares de un total de 30.000.

Según afirman, no cesarán en el intento. «Ahora estamos buscando diferentes opciones y trataremos de hacer este trabajo de una manera u otra. ¡Es nuestra pasión!», sentencia la portavoz de The Unseen Art.

Tampoco ha conseguido financiar su proyecto el fotógrafo Olson, que lanzó otra campaña de crowdfunding con el propósito de reunir medio millón de dólares de los que sólo logró recabar 104.621, lo que evidencia la dificultad que tienen a menudo las pequeñas iniciativas particulares sin el apoyo de grandes empresas o instituciones.

DANIEL MARTÍN
@MartnDaniel
Original. 

(Visited 2 times, 1 visits today)

Etiquetas , , ,