Los cambios siempre son posibles

A continuación compartimos un pasaje proveniente de la última parte del libro, donde la autora refiere una serie de reflexiones que se ha planteado a lo largo de años trabajando con alumnos usuarios de Comunicación Aumentativa/Alternativa se plantea.

‘La etiología no es un destino’
(Verdugo, 1994, 18)

Hemos de partir siempre de una actitud que emane de la filosofía demostrable científicamente, de que siempre todos podemos evolucionar, pues el hombre es un ser inacabado, que se va enriqueciendo, perfeccionando y evolucionando a partir de las experiencias de su entorno circundante. Hoy no me planteo ya si un niño cumple unos prerequisitos o no los cumple, si está en un estadio o en otro, o hasta qué punto entenderá mis mensajes. Por el contrario me planteo otras cuestiones:

– Si su entorno es accesible para él.
– Si soy capaz de escuchar sus microcompartamientos.
– Si mantengo una cercanía no solo física sino emocional.
– Si se ha generado una empatía genuina.
– Si realmente apuesto decididamente por este niño.

Puesto que los cambios siempre son posibles, hemos de replantearnos nuestra actuación para acelerarlos, y no tanto la capadidad del niño.

‘Los estudios neurofisiológicos sobre el crecimiento del cerebro se remontan a principios de este siglo y todos ellos llevan a la misma conclusión: El cerebro crece con el uso’ (López, 1993, 9).


Por ello no hemos de poner límites a los niños, ni a ninguna persona, pues siempre hay posibilidad de enriquecimiento de todo ser humano sin excepción, aunque por su situación particular dicha persona no pueda demostrarlo. Es muy importante «tener confianza en las potencialidades de cada niño y no determinar el techo de sus capacidades previamente» (Cardona, Gallardo y Salvador, 2001, 62).

Ese no poner límites debe de hacerse extensible a las capacidades de los alumnos, tanto expresivas como comprensivas. No es casual que en mi aula además del cartel en el cual se explicaba la modalidad comunicativa de cada alumno, se solicitaba a los adultos que entrasen en ella que siempre emitiesen mensajes en positivo, evitando hablar de patologías. Nunca se debe hablar delante del niño de su diagnóstico, ni de sus posibles problemas de salud, ni de su familia, ni de si va mejor o peor aseado. Si no actuamos así en la escuela ordinaria, tampoco con estos alumnos debemos hablar en esos términos, pues creo que aunque no comprendieran nuestros mensajes verbales (argumento bastante cuestionable), sí captan todos los mensajes que emitimos desde nuestro cuerpo. El tono empleado, si es en positivo o en negativo, nuestros gestos, nuestra actitud (diferentes estudios nos dicen que el lenguaje analógico supone el 93%, frente al puramente verbal o digital que se compone del 7%).

Estoy convencida de que captan más de lo que creemos y de lo que en ocasiones queremos: Acababa de tener un problema y no me encontraba demasiado bien, no obstante, pensaba que mi estado de ánimo para nada influiría en mis alumnos, así que proseguí mi clase con toda «normalidad». Cuando trasladaba a una de mis alumnas en su silla de ruedas, ésta me preguntó en BLISS qué me ocurría. Esta pregunta me desconcertó bastante y durante mucho tiempo, pensé, ¿cómo lo había captado?

Como era una alumna con inteligencia conservada me contestó en Bliss. Su respuesta fue ésta: Lo he sabido por la forma de llevar la silla de ruedas.

Esta alumna podía preguntarme lo que sucedía y recibir una respuesta que le explicara mi actuar anómalo. Pero, ¿y los demás niños que no pueden expresarnos sus dudas, acaso no merecen una respuesta aun no siendo solicitada?

 

Puesto que los cambios siempre son posibles, puesto que debemos abogar por una enseñanza donde no nos limiten unos prerrequisitos cognitivos, finalizo este apartado con una cita de Aranguren y Tamarit (1998, 26) que nos invitan a:

«Reconocer no sólo el derecho, sino la auténtica y esperanzadora convicción de las posibilidades educativas de estos alumnos gravemente afectados…»

Nota editorial:
Sobre los símbolos BLISS: Desarrollados por Charles Bliss, principalmente contienen símbolos visuales abstractos que sirven como una forma alternativa a la ortografía tradicional. Basado en un sistema lógico que permite al usuario crear cualquier mensaje, marcadores visuales le son agregados a los símbolos para cambiar la sintaxis y las funciones pragmáticas.

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