Le cumplen el sueño a niña con parálisis cerebral motora

Le cumplen el sueño a niña con parálisis cerebral motora

“Mi sueño siempre ha sido conocer el mar, porque me han dicho que es muy lindo”. Así empezó la aventura más grande que Angi Sirley Hoyos Ruiz ha tenido en sus 14 años de vida.

“Un día estaba hablando con el celador del colegio y la trabajadora social, de repente pasó la niña y me causó tanta curiosidad que demoraba hasta cinco minutos para transportarse de una clase a otra, debido a que lo hace con un caminador, porque sus pies están un poco desviados y no puede pararse bien. Pensé que por sus dificultades cursaba sexto o quinto grado o estaba en un grupo especial y, sorpresa me llevé cuando me dijeron que iba de octavo”, así narra el subintendente Freddy Velasco, encargado de infancia y adolescencia en el sur de Bucaramanga, el primer encuentro que tuvo con Angi.

Este hombre, de contextura delgada, un acento santandereano bastante marcado y una manera muy acelerada de hablar y hacer las cosas, se dejó sorprender por las excelentes calificaciones de Angi Sirley y el esfuerzo que realiza cada día para desplazarse hasta el colegio y asistir a clase, pues padece parálisis cerebral motora.

“Cuando me preguntan en la Policía si tenía un sueño por cumplirle a un niño, pensé en Angie. Entonces le pedimos a la niña que hiciera una carta con lo ella soñaba. La sorpresa no es solo lo que escribe, sino el dibujo que plasma en el que se ve sentada en la arena, porque ella sabe que no puede caminar. Entonces eso me llenó de motivos no solo como policía, sino como papá”.

Así, lleno de motivos y de ganas por hacerle realidad el sueño a Angie Sirley, el subintendente Velasco comenzó a pedir la ayuda de varias empresas privadas para llevar a la niña y a toda su familia a conocer el mar: ese lugar lindo que ella describe y pinta en su carta, que de manera curiosa, los hijos de este policía tampoco conocen.

“Lo primero que hicimos fue pedirle ayuda a Avianca, porque por su problema físico era complicado viajar por tierra y ellos nos colaboraron. Después cuadramos con los hoteles para que se vincularan a la campaña, y así lo hicieron. Finalmente solicitamos a Bésame y a Adriana Arango los vestidos de baño y la ropa de playa para Angie y su mamá”.

¡Que empiece la aventura!

Era hora de darle la sorpresa a Angie, y qué mejor lugar que el auditorio principal de su colegio, el Inem Custodio García Rovira. Se invitaron a cerca de 700 personas entre empresarios, directivos de la institución educativa, docentes, 600 compañeros de colegio, autoridades civiles y militares y   medios de comunicación.

En primera fila estaba Yeny Hoyos, mamá de Angie; el subintendente Freddy Velasco, ansioso de que todo saliera perfecto; la intendente jefe Consuelo Rueda Becerra, encargada de la Policía de Infancia y adolescencia de la Metropolitana de Bucaramanga y el señor Brigadier General Nelson Ramírez Suárez, quien sería el encargado de dar la gran noticia.

Todos estaban de fiesta. Pero Angie Sirley, como toda celebridad, se hizo esperar.

“El día de la sorpresa yo no quería ir, porque yo no sabía y estaba muy brava, porque había sacado 4,5 en una evaluación de matemáticas y quería sacar 5. Por un número que no pude sacar, el profesor me bajó cinco puntos y me dio rabia. Entonces yo no quería ir al auditorio, pero mis amigos me dijeron que si no íbamos me iban a poner falla y me llevaron casi a rastras”, cuenta entre carcajadas Angie Sirley.

Y es que así es ella, una niña de una sonrisa contagiosa, de pocas palabras pero notable inteligencia, quien piensa con detalle cada respuesta antes de hablar y vive preocupada por sacar las mejores calificaciones en su colegio. Dice que no le gustan las matemáticas, pero con la ayuda de su mamá ha ido mejorando; le encanta la historia y su escritor favorito es el novelista mexicano Carlos Cuauhtémoc.

“Ya después, cuando vi a mi mamá y a los policías, me las empecé a oler (risas) Ese día sentí mucha alegría. Lloré mucho, porque iba a ir mi papá, mi hermano, y me cumplían el sueño. Es que yo pensaba ir al mar cuando estuviera grande, pero no tan joven”.

Cuando finalmente le dijeron a Angi que no solo conocería el mar, sino que además lo haría junto a sus padres y hermano, las lágrimas y risas se adueñaron del auditorio.

“Acá dicen que soy de los policías más duros, pero ese día dejé caer algunas lágrimas, porque la felicidad es compartida. Siempre lo ven a uno como el policía coercitivo, aplicando la norma, pero este es el policía humano”, cuenta con alegría, reviviendo de nuevo ese momento, el subintendente Velasco.

Además de ir al mar en avión, con absolutamente todo pago, Angi Sirley recibió una guitarra, su instrumento favorito, con el que espera tocar las canciones de Alex Campos y Jesús Adrián Romero, cantantes que ella admira.

“Ir al mar fue muy bonito”

Angie Sirley, su papá y hermano son de San Rafael de Antioquia. Yeny, su mamá, aunque no la engendró, desde los cinco años la ha cuidado y le ha enseñado que su problema físico no le impide en nada ser una excelente estudiante.

“En el colegio me va muy bien por la ayuda de mi mamá, porque si ella no me jalara las orejas, yo sería como los otros niños, que no les importa pasar el año. Ella es mi angelito”, expresa Angi.

Desde que Yeny se trajo a Angi a Bucaramanga y tuvo que dejar a su gran amor, el padre de la menor, por motivos económicos, no ha dejado de apoyarla y sacarla adelante. Claro, de vez en cuando, tiene que “jalarle” las orejas como dice, porque como toda adolescente también es rebelde y es a veces malgeniada cuando las cosas no  salen como quiere.

“Cuando yo llegué a la vida de ella, era como un animalito silvestre. Angi no caminaba paradita como lo hace ahora con caminador, ella solo gateaba y se arrastraba por el piso, era muy triste ver eso”, narra Yeny Hoyos.

Llegó el día de viajar. Desde el lunes 20  hasta el jueves 23 de octubre, Angi y su familia disfrutaron de Cartagena. Cuenta Angi que aunque ella y la mamá ya habían montado una vez en avión para ir a Bogotá, nunca habían visto el mar desde las alturas. Yeny, quien pidió la ventana, cuando vio que el azul infinito se asomó por el pequeño vidrio que la separaba del exterior, gritó como una niña pequeña, emocionada, mientras Angi se sonrojaba frente al resto de pasajeros.

“Ir al mar fue muy bonito. Era como verde en el principio y azul, azul atrás. Entonces me dijeron hasta donde se ve verde uno puede nadar. Yo estaba toda nerviosa, porque sabía que en el mar había tiburones y ballenas”, narra con emoción Angi Shirley, siempre con grandes carcajadas.

Pero la emoción de Angi no era completa y, una vez más, estaba molesta. Su papá, a quien no veía hace un año y dice que le ha enseñado a valorar las cosas pequeñas de la vida y su hermano menor, con quien disfruta los pocos momentos que pasan juntos, no habían llegado a disfrutar de la playa junto ella como se lo habían prometido.

“Cuando de repente ella miró para un lado y vio que ellos venían corriendo: todos lloramos. Sentí que ese abrazo de ellos, esas lágrimas, fueron la recompensa de todo nuestro trabajo”, expresa el subintendente Fredy Velasco, quien además de organizar todo el sueño, también recibió y acompañó a Angi y a su familia en esta aventura.

Cuenta Velasco que el papá, un campesino muy alto, se metió con jean y lo que llevaba puesto al mar, y este subintendente, inundado de emoción, también corrió junto a ellos mientras ayudaba a Angi; ni siquiera recordó que tenía aún su uniforme puesto.

Pero, además del mar, Angi disfrutó del famoso paseo en coche por la ciudad amurallada, conoció los lugares históricos que su profesora de sociales le ha enseñado y que a ella le llaman la atención.

“Me gustó de Cartagena que tiene mucha historia. Conocí el Palacio de la Inquisición: ahí mataban a los esclavos, a los herejes, a las personas que no creían en la iglesia católica; la casa de la gobernación, los palacios, el lugar en donde los barcos llegaban con los negros de África”, describe Angi.

Todos los días estuvo en el mar, pero eso sí, dice Angi, sin separarse un segundo de sus papás.

“Muchas gracias, los quiero mucho, nunca pensé que por la Policía iba a tener este sueño cumplido, porque cuando pequeña les tenía miedo a los policías”, concluye Angi con una gran carcajada.

 

 

 

 

 

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