Tras dar a luz al bebé, y aunque cada vez se trata de reducir la separación entre madre e hijo al mínimo, la mamá tiene que esperar algún tiempo hasta volver a tenerlo entre sus brazos. No tiene porqué suceder nada malo, pero es necesario que los bebés se sometan a algunas pruebas de diagnóstico nada más nacer para que se pueda certificar que todo está bien.
Asimismo, el personal de enfermería del hospital o la clínica donde se haya producido el alumbramiento se encargará de documentar la información relativa al reconocimiento que se le hará al bebé.
El test de Apgar
Ya os hemos hablado de esta prueba en otras ocasiones, pero os recordamos de qué se trata. Es necesario conocer la frecuencia cardiaca del bebé, su respiración, su tono muscular, la respuesta a diferentes estímulos y el color de la piel.
Éstas son algunas de las rutinas que incluye el conocido test de Apgar, un examen físico del bebé que muestra su vitalidad para ver si existe la necesidad de efectuar maniobras de reanimación.
Cada uno de esos cinco parámetros que se valora, se puntúa de 0 a 2 puntos, de tal forma que la puntuación global del test va de 0 a 10. Cuanta mayor puntuación, mejor estado de salud del bebé.
El test se realiza en el primer minuto de vida, a los 5 y a los 10 minutos. Aunque al principio la puntuación sea baja esto no revela que existan riesgos a largo plazo para el pequeño, mientras que las maniobras de reanimación sean eficaces y la puntuación se modere a los 5 ó 10 minutos.
Pruebas tras el parto
Cuando se ha conseguido estabilizar al bebé, generalmente, lo que se hace es pesarlo, medirlo, además de calcular el perímetro de su cabeza. Lo frecuente es que un recién nacido que no sea prematuro pese entre 2.500 y 4.500 gramos.
No os asustéis por la pérdida de peso del recién nacido durante los tres primeros días de vida (entre un 5 ó 10% de su peso), ya que lo recuperará posteriormente. El recién nacido usualmente mide entre 48 y 52 cm, y el perímetro de su cráneo es de alrededor de 35 cm.
Durante los primeros minutos de vida del bebé, se le ponen gotas oculares para evitar que sufra de conjuntivitis, ya que existen numerosas posibilidades de que padezca ésta al existir gran número de gérmenes presentes en el canal del parto.
Se le coloca una inyección intramuscular de vitamina K, porque es probable que el recién nacido esté falto de esa vitamina, muy importante para la coagulación de la sangre.
También se comprueba la permeabilidad de las fosas nasales y se elimina el meconio. Una vez que se hayan realizado todas esas pruebas y que el bebé esté limpito se les entrega a los padres, que podrán darle calor y cariño, muy importante en esos momentos.
Examen fisiológico a fondo
El primer examen fisiológico a fondo que se le realiza al recién nacido se realiza en sus primeras 24 horas de vida, lo normal es hacerlo entre las 6 y 12 horas. El pediatra se encargará de realizarle algunas pruebas, la auscultación del corazón y los pulmones, la exploración del abdomen, las caderas y los genitales.
Es entonces cuando el pediatra podrá ofrecer una información real sobre el estado del bebé, así como resolver cualquier duda que tengan los papás en cuanto a los cuidados del pequeño.
Se realiza una exploración de las caderas con la conocida como maniobra de Ortolani, que sirve para detectar algún tipo de luxación congénita de caderas. Para confirmar los resultados, el pediatra realizará una ecografía o radiografía de las caderas. Hasta entonces es recomendable el uso de doble pañal para proteger la postura en los casos de caderas abiertas.
La prueba del talón
La prueba del talón se realiza a las 48 horas de vida, se efectúa un análisis de sangre con una gota que se consigue gracias a una pequeña punción en el talón. Tras su análisis se pueden detectar varias enfermedades metabólicas que, si son tratadas a tiempo, no dejan secuelas o evolucionan mucho mejor. Las dolencias que se estudian más frecuentemente son el hipotiroidismo, la fenilcetonuria y la fibrosis quística del páncreas.
Vía | www.serpadres.es
Vía | www.elbebe.com
