La hepatitis C, principal causa de los trasplantes hepáticos

La hepatitis C, principal causa de los trasplantes hepáticos

Según estos datos, cerca de un millón de personas deben tener en cuenta la relación del virus C respecto a la salud de su hígado, una implicación analizada por el doctor Fernando Pardo, presidente de la Sociedad Española de Trasplante Hepático (SETH).

“La hepatitis C puede provocar una cirrosis, que degenera en una enfermedad hepática crónica, irreversible sin trasplante”, afirma.

Esta definición teórica es una realidad para pacientes como Antonio Bernal, presidente de la Federación Nacional de Enfermos y Trasplantados Hepáticos, quien explica que “la hepatitis C me destruyó el hígado deteriorando sus funciones”, lo que hizo necesario un trasplante hace ya 16 años.

La cuando la enfermedad es irreversible

Lo que determina la necesidad de trasplantar el hígado es el grado de degeneración de las funciones hepáticas generado por el virus C, por ello, es fundamental descubrir esta patología antes de llegar a un punto de no retorno.

“La cirrosis provocada por la infección puede tardar 30 años en formarse, por lo que el 70% de los afectados desconocen que padecen la enfermedad”, destaca el doctor Pardo.

El hecho de que la hepatitis C sea “una enfermedad silenciosa”, como la califica Antonio Bernal, determina que su existencia se descubra a partir de su sintomatología, lo que puede ser tarde para evitar la intervención quirúrgica.

La hepatitis C, principal causa de los trasplantes hepáticos

En el lado opuesto, se encuentra un escaso número de personas diagnosticadas mediante un análisis de sangre, antes de la aparición de síntomas graves como:

  • Ascitis, acumulación de líquido en el abdomen.
  • Icteria, coloración amarillenta de la piel o los ojos.
  • Tendencia a la formación de hematomas.
  • Confusión o problemas para pensar.

Tras el trasplante Antonio Bernal señala que “la calidad de vida ha sido muy buena, pero tengo un hígado trasplantado y hepatitis C, por lo que tengo más cuidado”.

A pesar de la relación existente entre virus C, daño hepático y la necesidad de una intervención quirúrgica, el doctor Fernando Pardo recuerda que “muchos pacientes con el virus no van a desarrollar cirrosis y, por tanto, no van a necesitar un trasplante”.

El objetivo, controlar el virus

Desde la investigación, se intenta contribuir a eliminar la necesidad de trasplantar el órgano y dejar atrás procedimientos como el interferón, es decir, la aplicación de proteínas que actúan contra agentes patógenos, o la ribavirina, que sólo tiene efectos sobre la enfermedad en combinación con otro medicamento.

“Los antivirales nuevos podrían frenar la expansión del virus antes de que se deteriore la función hepática, y así, evitar el trasplante”, afirma el presidente de la SETH.

Ello hace que las esperanzas médicas del futuro de los trasplantes hepáticos, provocados por el virus C, se encuentre en los antivirales, cuyos objetivos serían tres:

  • Frenar la expansión de la hepatitis C antes de que la cirrosis sea irreversible.
  • Permitir que los pacientes que necesitan un trasplante lleguen a la operación sin carga viral.
  • Evitar que la enfermedad se regenere tras la intervención.

Bajo este último desafio se ha desarrollado un estudio médico en el Hospital Clínic de Barcelona, en el que a través de la combinación de cuatro antivirales se ha llegado a eliminar el virus en el 97% de los 34 pacientes trasplantados hepáticos que han formado parte de la investigación.

“En estos momentos el virus se regenera tras el trasplante, aunque esperemos que con los antivirales se cambie la situación” añade el doctor.

Esta esperanza tiene que ir unida al conocimiento sobre a qué paciente se puede aplicar los antivirales, ya que no es para todas las personas que posean el virus C, sino para evitar la reaparición del virus en pacientes trasplantados, en lista de espera o aquellos en los que el virus empiezan a desarrollar los primeros síntomas.

 

 

 

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