La gimnasta con síndrome de Down a la que rechazaron varios equipos cuando tenía 12 años y consiguió ganar dos Mundiales

Gimnasta

Cuando Chelsea Werner nació con síndrome de Down, el doctor le dijo a su padres todas las cosas que su hija nunca sería capaz de hacer. Que siempre tendría un tono muscular muy débil y que no habría mucho que hacer para mejorarlo. Sin embargo, tanto la pequeña como sus padres no se quedaron de brazos cruzados.
Empezó a andar con dos años y con ocho probó distintos deportes: fútbol, natación, béisbol y gimnasia. Fue éste último por el que Chelsea mostró más interés así qué sus padres decidieron apuntarla a clases de gimnasia para gente con discapacidad.

Al principio era incapaz de caminar sobre la barra de equilibrio. Se caía constantemente porque su musculatura era débil y tardó mucho aprender los movimientos básicos. Poco a poco fue mejorando. Sus padres pensaron que quizá necesitaba algo más de ayuda y buscaron a alguien que estuviese interesado en entrenar a su hija Chelsea.

Encontraron a Dawn Pombo. La entrenadora quería romper con los estereotipos y aceptó el reto. Le hacía repetir una y otra vez el mismo ejercicio hasta que Chelsea conseguía hacerlo. “Lo que a otras gimnastas les llevaba unos meses aprender, a mi me podía llevar un año o más. Tardé cinco años en aprender un ejercicio de barras”, asegura Chelsea.

Cuando más estaba disfrutando Chelsea con la gimnasia, el norte de California abandonó el programa de gimnasia para discapacitados del que ella formaba parte. Pese a ello, la joven decidió probar suerte en equipos de gimnasia regular. Fue a todos los gimnasios de su zona pero ninguno de ellos le dio una oportunidad porque pensaban que nunca podría llegar a competir.

Fue entonces cuando Dawn Pombo fue a su rescate. Estaba dispuesta a entrenar a un equipo en el que Chelsea estaría incluida. En los primeros años, la joven quedó última en todas las competiciones, pero su duro trabajo tuvo recompensa. Ganó cuatro años seguidos los Campeonatos de Gimnasia especial de EEUU y dos Mundiales.

Ahora, con 26 años, entrena y compite en la Fundación nacional de gimnasia de EEUU, con gente sin discapacidad. Chelsea ha querido contar su historia la mundo para ayudar a otros jóvenes que estén en su situación. “Todo es posible. La vida está llena de de desafíos, pero lo que marca la diferencia es la forma de afrontarlos”, concluye Chelsea.

 

 

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