La felicidad como momentos: aprende a tener una vida más plena

Feliz

Aristóteles definió la felicidad como una actividad. Esto significa que no es un estado permanente, sino que se es feliz por momentos. Para poder ser feliz, debes aprender a apreciar y disfrutar esos pequeños intervalos de tiempo. Para el filósofo y pensador griego no era feliz quien más tuviese, sino aquel que sintiese que no necesitaba nada más. No existe una fórmula para la felicidad, pero puedes tomar en cuenta algunas pautas para poder disfrutar de aquellas cosas que te suceden.


Busca distintas alternativas

Cuando emprendas un proyecto, intenta que no ocupe la totalidad de tu tiempo. Cuando uno dispone de varias alternativas, su mundo no se desmorona frente al fracaso. ¿Has escuchado alguna vez «no deposites todos los huevos en una misma canasta»? A esto se apunta: depositar libido en varios objetos, para poder tolerar de mejor manera una pérdida.

Busca distintas alternativas

Ejercita la tolerancia a la frustración
El «no» es constitutivo del psiquismo. Permite a un niño aprender a tolerar la frustración. Implica aprender que todo no se puede y que, cuando eliges algo, debes renunciar a otras cosas. Si ejercitas este punto, aprenderás que un tropezón no es caída, que siempre se puede volver a empezar y reconstruir aquello que ha deshecho una adversidad.
Ejercita la tolerancia a la frustración

Marca objetivos
Generalmente, se tiende a proyectar a futuro. Se comienza, por ejemplo, una carrera universitaria con el sueño de finalizarla, sin tener en cuenta los pequeños logros y objetivos que se deben alcanzar hasta llegar a la recta final. Mirar a lo lejos el punto de llegada puede ser frustrante y angustiante. Pero, el camino se recorre mejor y el tiempo transita con otra fluidez en la medida en que se aprecian los logros conseguidos en el trayecto.|
Marca objetivos


Disfruta cada momento

El tiempo transcurre cronológicamente del mismo modo para todo el mundo pero su fluidez es subjetiva. Cuando estás aburrido o triste, el tiempo pasa con una lentitud insoportable. En cambio, cuando estás contento, feliz o entusiasmado, se cuela entre los dedos como oro en polvo. Intenta disfrutar de cada momento, encuentra en cada cosa que debas hacer un objetivo positivo y, si no es un fin en sí mismo, piensa si lo que estás haciendo hoy te acerca a donde quieres estar mañana.
Disfruta cada momento


Comparte tu tiempo con seres queridos

Las obligaciones pueden abrumarte y sientes que no tienes tiempo para hacer otra cosa. Si bien los esfuerzos rinden sus frutos, recuerda que la vida no solo se trata de alcanzar objetivos profesionales. La cultura occidental, atravesada por el capitalismo, conduce a las sociedades a regirse por la meritocracia: vales en la medida en que alcanzas metas económicas, de modo tal que puedas aumentar tu capacidad de consumo. Recuerda que uno de los pilares fundamentales de la vida es el afecto: comparte la mayor parte del tiempo que puedas con tus seres queridos, que dejarán marcas imborrables en tu memoria.
Comparte tu tiempo con seres queridos

Construye tu plan de vida
Una de las áreas de preocupación humana es el vacío existencial, que consiste en la incongruencia que existe en lo que uno espera de sí mismo y aquello que ha logrado. En la medida en que construyas tu plan de vida, elijas quién quieres ser y te esfuerces por lograrlo, podrás reducir las contradicciones con tu propio ideal. Sueña, proyecta y hazte de todas las herramientas posibles para alcanzar tu plan. Conoce los límites, y se consciente de que eres el único que puede decirte hasta donde eres capaz de llegar.
Construye tu plan de vida

Haz tu buena obra del día
Este concepto atraviesa toda cultura y religión. La satisfacción personal que puede brindarte aportar un granito de arena para construir una sociedad mejor es inmensurable. ¿Has visto el film «Cadena de favores»? Si lo hiciste, recuerda su argumento y, si no, mírala en cuanto puedas, puede ser de gran utilidad comprender lo importante que somos como miembros de una comunidad. Un minuto de tu tiempo, una palabra o un gesto pueden cambiar la vida de un próximo: inclusive la tuya.
Haz tu buena obra del día

Valora lo que tienes
El deseo, para el psicoanálisis, se funda en la falta. Sólo podemos desear aquello que no tenemos. Podemos conseguirlo con esfuerzos en la realidad, o fantasear su concreción. Pero, si se pasa la vida valorando el deseo, se pierde de vista la satisfacción por los logros alcanzados. Disfruta de esos pequeños momentos de felicidad, toma tu tiempo en valorar aquello que tanto esfuerzo te ha costado. Siéntate diez minutos a contemplar tu hogar, aquel por el cual trabajas toda la semana por mantener: admira cada espacio, recuerda la historia que encierra cada objeto y verás con claridad que tus lazos sociales son lo más importante en tu vida.
Valora lo que tienes

Haz lo que te gusta
Busca alguna actividad profesional, lúdica, recreativa o artística que disfrutes y te apasione. Dedícale aunque sea 10 minutos diarios y podrás sentir que tu día ha valido la pena. No importa que sea producto de un saber técnico o artístico, que te salga bien o mal. Sólo disfrútalo, tómate tu tiempo. Crea y confía en tu capacidad creadora. Deja que tus manos traduzcan tus fantasías y anímate a ponerlas en juego.
Haz lo que te gusta

Cambiar el «no puedo» por «no quiero»
Focalízate en invertir tu tiempo en aquello que te agrade y de satisfacción. Recuerda que la fluidez del tiempo sólo depende de cómo lo vives. Intenta preguntarte qué es lo que te impide lograr lo que deseas. Tal vez descubras un temor interno que te limita, y no tanto una dificultad externa que te imposibilite. Así podrás cambiar de tu discurso, la mayor de las veces, los «no puedo», por «no quiero»: ten en cuenta que los cambios en la palabra conducen a modificaciones en los actos.

Cambiar el "no puedo" por "no quiero"

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