La epilepsia no es un problema de salud grave

Bilbao, España – La epilepsia es una enfermedad benigna para la mayoría de las personas que la padecen. Los actuales tratamientos, los disponibles y algunos que llegarán muy pronto, permiten a siete de cada diez pacientes hacer una vida normal, con las crisis perfectamente controladas». Lo dice uno de los mayores especialistas en España en esta dolencia neuronal, Antonio Gil-Nagel,que mañana participará en una jornada para pacientes organizada por la Asociación Alavesa de Epilepsia en el Palacio Europa de Vitoria. El rechazo social, según dice, suele resultar para los afectados un problema mayor que la propia enfermedad. «Es algo injusto, aunque afortunadamente cada vez ocurre menos. No hay razón, objetiva ni subjetiva, para la discriminación», recuerda.
En España se calcula que viven entre 200.000 y 400.000 afectados, muchos de ellos con formas tan leves que ni siquiera sospechan que la padecen. La epilepsia es una patología crónica del sistema nervioso central, que provoca contracciones musculares cíclicas. Ocurre cuando las neuronas, que son las células cerebrales encargadas de organizar el pensamiento, los sentimientos y las acciones del individuo, descargan impulsos eléctricos de manera intermitente.
Las actuales terapias garantizan al 70% ó 75% de los pacientes mantener una vida normal, libre de crisis. El reto para los profesionales de la salud es el 30% restante. «Es una cifra importante. Nuestra responsabilidad es buscar soluciones para todas estas personas y facilitarles el acceso a centros especializados de alto nivel», afirma el experto, responsable del programa de Epilepsia en el hospital Ruber Internacional, de Madrid.
Implantes en el cerebro
Los últimos avances en el control de la enfermedad se han dado en el ámbito terapéutico, tanto en la mejora de los tratamientos como de la cirugía. La existencia de nuevos fármacos –«algunos a punto de ser aprobados para su uso»– que actúan de formas diferentes permite ajustar mejor la medicación a las necesidades de cada paciente. En el campo de la cirugía, la principal novedad es una nueva técnica, desarrollada en Francia, que permite controlar la crisis mediante la implantación de electrodos en regiones profundas del cerebro. Según Gil-Nagel, a diferencia de las actuales opciones quirúrgicas, ésta resulta menos invasiva y tiene mayores posibilidades de éxito. «Operamos a aquellos pacientes cuyo foco epiléptico tenemos bien localizado», explica el experto. Un 10% de los afectados podría ser, en teoría, candidato a una intervención de estas características.
En una patología como ésta, con herramientas terapéuticas que permiten controlar bien la enfermedad en siete de cada diez aquejados, y sin demasiadas posibilidades para la prevención, la lucha contra el estigma social se presenta como el principal reto para los pacientes. «Si mejoramos la salud de estas personas, mejoramos su calidad de vida y su capacidad de adaptación social», defiende Antonio Gil-Nagel.
Los afectados a menudo se debaten entre guardar su enfermedad en el anonimato para evitar dañar su vida social o pub licarla y enfrentarse al rechazo. «Es bueno hablarlo, pero ha de hacerse cuando se identifica al grupo de amigos y de trabajo como personas sensatas, sin prejuicios y que, en un momento determinado, pueden abogar por ti o atenderte en caso de crisis», aconseja el especialista.
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