La creativa tarea de enseñar música a estudiantes ciegos

Estudiantes ciegos

«Ningún docente está formado para educar a un estudiante ciego y adaptar la clase a sus necesidades», aseguran Gabriel Data, Claudio Lluán y Damián Bincaz profesores en la Escuela de Música de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Los docentes debieron indagar en otras estrategias de estudio y facilitar el aprendizaje de Lucía, una alumna con discapacidad visual que cursa segundo año de educación musical y que como muchos otros estudiantes anhela graduarse en la universidad. «Los profes son unos grosos», celebra la joven considerada una alumna ejemplar y llena de deseos por aprender.

Los profesores, que casi no habían tenido contacto con otros estudiantes ciegos, adaptaron programas de computación, se acostumbraron a hablar más despacio y repetir aquello que escriben en el pizarrón. «Para que no quede sólo en una cuestión voluntarista se debe tomar conciencia de cuáles son los recursos necesarios, es decir tener en cuenta la creatividad por un lado y el desarrollo de un programa especial de parte de la universidad por el otro. No se trata de lo que cada uno pueda hacer sino cómo se articulan todos esos esfuerzos para que se siga adelante», destaca Data, profesor de armonía y contrapunto I y II.

Compromiso institucional

Para que un alumno ciego o con discapacidad visual pueda estudiar en la universidad y no fracase en el intento, no alcanza el esfuerzo de sus profesores, sino existe una institución educativa comprometida a generar capacitación y herramientas para el trabajo en clase, y un grupo de compañeros dispuestos a colaborar con los apuntes.

«En realidad, la dificultad no es de Lucía sino nuestra», asumen los educadores. Encontrar la manera de enseñar y transmitir determinados conocimientos no resulta una práctica sencilla para el docente sobre todo cuando se trata de la música, una especialidad donde lo visual y lo auditivo se entrecruzan permanentemente. «En la música existe toda una codificación gráfica que conocemos como partitura y esto es lo que tratamos de resolver para facilitar su aprendizaje», resume Data.

El único y verdadero interés de Lucía gira en torno a la música, y aunque ya obtuvo la especialidad de canto popular en la Escuela Provincial de Música Nº 5.030, quiso afrontar un nuevo desafío: estudiar en la universidad, una decisión que valida a diario con el apoyo de sus profesores. «Durante las clases usamos mucho el pizarrón, entonces primero nos tuvimos que acostumbrar a decir cada cosa que escribimos, y esto es sin dudas un aprendizaje», remarcan los profesores que encontraron otras estrategias para enseñar aún cuando los cursos son numerosos. «Lo hacemos intuitivamente, y a veces nos equivocamos o podernos ser confusos en la manera de expresarnos. Se trata de un desafío compartido y que es posible llevar adelante», aseguran. El objetivo de los profesores es alentar a otros estudiantes y que se atrevan al esfuerzo.

«Los profes son unos grosos, porque siempre me envían, adaptan el material y se ocupan de dictarme durante la clase», destaca la estudiante de este grupo de docentes y valora además la buena relación que mantiene con sus compañeros.

Estudiante ejemplar

Lucía toma los apuntes de manera directa en su computadora, «lo notable es el manejo que tiene del teclado, lo cual le abre muchas posibilidades, y le proporciona una independencia muy grande», destaca Data, quien ha sido también su profesor en la cátedra de informática musical en la Escuela Provincial de Música.

La estudiante de 22 años es una de las sextillizas del matrimonio Asencio, la familia que en la década del noventa figuró entre las noticias nacionales por este nacimiento múltiple en Cañada del Ucle, una localidad pequeña de alrededor de 800 habitantes ubicada a unos 120 kilómetros al sudoeste de Rosario. Aunque sus padres todavía viven en este pueblo, Lucía junto a sus hermanos, también estudiantes universitarios, residen en Rosario desde hace varios años.

«La música fue siempre lo único que me gustó, escucho todos los géneros musicales pero el que más me gusta es el folclore», asegura. Lucía sueña con ser cantante, y alguna vez formó parte de un grupo de música. Primero estudió musicografía braille y ahora se maneja con la computadora. Los profesores aseguran que Lucía es muy estudiosa y tiene condiciones para la música, además de un deseo muy grande por aprender.

«Uno llega al salón y enseguida descubre que ella se encuentra ubicada entre las primeras filas cuando en realidad podría escuchar la clase desde cualquier lugar del salón. Siempre está atenta durante la clase y con su netbook lista para tomar apuntes, es una alumna que participa y siempre aporta algo», remarca Claudio Lluán, profesor de la materia análisis y composición en la universidad.

«Hay que repartir el tiempo para todas la materias», dice la estudiante que además de cantar toca muy bien el piano. Lucía reconoce que su mamá tuvo mucho que ver con su estudio y dedicación. Aprendió braille cuando ella era chica y siempre la ayudó con las tareas de la escuela. «Ella traducía todo lo que yo escribía en braille, y a veces eran carpetas muy extensas», manifiesta con gratitud la joven que estudió con este sistema hasta que tuvo acceso a la computadora en el último año de la secundaria. «En cuanto a la escritura de la música, mi mamá también sabe algo de música y entonces me dicta para que yo lo copie».

Informática.

En otras carreras que son más bien teóricas, el acceso y manejo de la computadora soluciona bastante el problema de la adaptación y el estudio de las materias, no así en música donde el peso teórico de muchas de las materias se encuentra en la partitura. Los estudiantes ciegos que no manejan la informática tienen mayor dificultad para cursar algunas materias cuyo contenido es mayoritariamente visual y en la mayoría de los casos necesitan de alguien que permanentemente les facilite los apuntes, esto a veces puede generar el abandono de la carrera. «Se trata de que la clase sea inclusiva y no exclusiva», destaca el profesor Data, que remarca también la dificultad que tienen algunos alumnos que vienen de la escuela provincial y que al ingresar a la universidad se encuentran con otro entorno y clases de hasta 40 alumnos.

«El estudiante sin discapacidad visual queda atrapado por lo que el ojo toma de la partitura cuando en realidad se trata de un sonido representado y lo importante es lo que suena, esto no sucede en las personas que son ciegas porque abordan la música desde el lugar correcto: el sonido», agrega Lluán. También recuerda algunos recursos que implementó en clase como el hilo de un zapato que le sirvió para que Lucía pudiera tocarlo y darse cuenta de aquella línea había hecho en el pizarrón.

La clave de los programas adaptados

Para las materias de mayor práctica y gran contenido visual, los docentes incorporaron Excel, programa que indica la posición de cada celda y su contenido. Lee las notas que corresponden a determinada parte del acorde. Pero, trabajar con esta aplicación «resuelve la parte gráfica pero no suena», señalan los docentes. Por eso incorporaron también Sibelius, un software dedicado a la escritura musical. «Es un editor de partituras, es decir un programa de informática para escribir, ejecutar, imprimir y publicar partituras de música. Una especie de imprenta musical en la computadora, con la ventaja de que al hacer un clic suena aquello que escribimos, como si fuera un grabador. Es una de las herramientas que utilizamos en algunas cátedras no la única y para Lucía es muy interesante porque a través de los gráficos tiene la posibilidad de que el programa se comunique con ella por medio del sonido», define Claudio.

Al principio cuando se trataba de un sonido melódico donde una línea sigue a la otra, Lucía escribía música a través del Word, «pero cuando en grafía se observa un sonido arriba del otro, es decir la simultaneidad de dos sonidos no es sencillo de expresar para una persona ciega cuya escritura es lineal. Aunque existe un sistema de lectura braille para sonidos simultáneos, las herramientas educativas no deberían estar vinculadas exclusivamente a esta forma sino a otras comunes a todas las personas, y menos complejas. Por eso pensamos en una manera más sencilla de adaptarlo», agrega Damián Bincaz, profesor adjunto en la cátedra de armonía y contrapunto. Por estos días, también intentan incorporar un plug-in o complemento al programa Sibelius que permitiría escribir y escuchar lo que se escribe. «Son las herramientas que generan independencia en los estudiantes ciegos, algo que antes eso no sucedía», concluyen.

Servicio de Lectura Accesible

Muchos estudiantes universitarios ciegos como Lucía recurren al Servicio de Lectura Accesible para personas con discapacidad visual de la Biblioteca Argentina Dr. Juan Alvarez, que les permite acceder de manera sencilla al material de estudio y facilita su permanencia en la universidad. Un grupo de voluntarios realiza la corrección y adaptación de textos que luego programas lectores como Jaws y Nvda aplicados al Word, convierten en audio. Un espacio gratuito de la Municipalidad de Rosario. Funciona desde hace más de veinte años y dispone de un extenso material de archivo específico, que actualmente conforma la biblioteca electrónica y la de audio. Libros y textos procesados en distintos formatos (electrónicos, de audio, braille), habilitan el acceso a la literatura y el estudio a personas restringidas de la posibilidad de manipular o leer de manera autónoma y continua, un texto impreso en tinta. Más en Presidente Roca 731, al 4802701, correo: bib-accesible@rosario.gov.ar

 

Original. 

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