La contratación de personas con síndrome de Down cobra impulso

Síndrome de Down

Amaro Rivas no lo duda: le gusta limpiar. «Sé hacerlo, me gusta mucho, yo en casa limpio todo». Nacido en 1986 y originario de Conquista de la Sierra es la última persona con síndrome de Down contratada en la ciudad, y la primera en cinco años. Desde el 9 de noviembre Amaro forma parte del equipo del Burger King del centro comercial Ruta de la Plata. Tiene un contrato indefinido de media jornada como limpiador en sala, de 10 a 14. Y parece que nada se le resiste, lo deja todo como la patena. «Estoy muy contento, los compañeros me tratan muy bien, me manejo y tengo autonomía», proclama con orgullo. «Y no me cuesta madrugar», remata.

La experiencia para el resto de los trabajadores de este local está siendo también positiva. Según uno de sus jefes, Andrés Carrascal, la integración ha sido «completa». «Nunca había tenido contacto con ninguna persona con síndrome de Down y me está sorprendiendo, todos los compañeros lo comentan, las tareas las hace rápidamente, le puedes cambiar las rutinas, todo normal». No solo aprende Amaro, sino todos los que le rodean, incluidos los clientes que visitan el restaurante. El resto de los compañeros le invitaron a la cena de Navidad, pero su familia prefirió que no fuera porque era por la noche. Es un detalle que habla de normalidad.

La crisis y los recortes en servicios básicos dejaron en un paréntesis muchas inciativas sociales, por lo que la inserción laboral de estos jóvenes también se detuvo. Una subvención del Sepad (Servicio Extremeño de la Promoción de la Autonomía y Ayuda a la Dependencia) ha hecho que se haya podido llevar a cabo esta contratación, gestionada por la asociación Down Cáceres. Aunque este joven había tenido otras experiencias laborales en prácticas, es la primera vez que le contrata una empresa.

Elena Rivero, preparadora, Andrés Carrascal, de Burger King, y Andrés Talavero, gerente.
Elena Rivero, preparadora, Andrés Carrascal, de Burger King, y Andrés Talavero, gerente. / Marisa Núñez
La arquitectura de la contratación laboral de una persona con síndrome de Down tiene su complejidad, y de ahí que se necesiten medios económicos suficientes para financiarla. Amaro, que fue elegido por Burger King entre otros cuatro candidatos, recibió una formación prelaboral en donde se fueron trabajando habilidades y competencias para mejorar su independencia. Estos detalles los explica Elena Rivero, preparadora laboral de esta asociación, y la persona que sigue muy de cerca la trayectoria de estos jóvenes. En este caso, fue la empresa la que seleccionó al trabajador, en función de sus competencias. En realidad, la empresa había pensado en unas tareas que, tal y como precisa Elena Rivero, «se le quedaban cortas, porque su rendimiento es muy bueno». Es la empresa la que paga al trabajador, aunque la subvención ayuda a crear todo este engranaje necesario.

Esta profesional se convierte en la sombra del trabajador con síndrome de Down, sobre todo durante el primer mes de desempeño laboral. «Es muy importante, porque la primera semana es una toma de contacto, poco a poco vamos corrigiendo y perfeccionando, pero el seguimiento siempre está ahí». Se llevan a cabo reuniones semanales con el equipo de psicólogos para valorar cómo va la experiencia o si ha surgido algún problema.

Cuatro contratados

Andrés Talavero es gerente de Down Cáceres. Remarca la importancia de recibir subvenciones que faciliten la integración laboral de personas con discapacidad. Esto permite ofrecer una garantía a las empresas. «Nosotros tenemos que tener muy claro que vamos a tener la capacidad económica para hacer un proceso formativo muy a la medida de ese puesto de trabajo y de la persona que vaya entrar y que vamos a hacer el seguimiento, no podemos ofrecerle a la empresa una persona sin saber lo que va a pasar el día siguiente».

En Cáceres hay otras tres personas con síndrome de Down trabajando en distintas empresas. En Carrefour hay un joven contratado desde hace más de una década. Hay otra chica en el centro de diálisis Fresenius. También hay otro joven en el Burger King de Mejostilla. Estas dos últimas contrataciones tuvieron lugar hace cinco años. «Hemos tenido tantos años sin hacer inserciones laborales porque no podíamos garantizar ese servicio», explica Talavero. Su meta sería llevar a cabo un contrato al año, lo cual podría aumentar mucho el número de personas con síndrome de Down trabajando. «En Cáceres hay capacidad productiva para hacer muchas más inserciones, y personas muy válidas».

Talavero comenta un problema al que se enfrentan los jóvenes que quieran optar a estos contratos. Explica que tienen que renunciar al centro ocupacional durante dos años, por lo cual si algo falla, pueden quedarse «en su casa». «Es una apuesta muy grande, algo que es totalmente injusto para ellos», apunta.

Las familias y la sensibilización de las empresas son dos aliados fundamentales a la hora de que las personas con síndrome de Down empiecen a trabajar. La responsabilidad social corporativa inspira a muchas compañías, pero sobre todo las más grandes. Aún queda encontrarles ese hueco en la empresa pequeña o más local.

Talavero lanza un mensaje de normalidad a la hora de encajar a personas con síndrome de Down en el engranaje laboral. «Son personas con sus límites como los de cualquier persona, pero yo tampoco lo puedo hacer todo, hay que derribar esos prejuicios». Buscar la felicidad y escuchar a estos jóvenes es la clave para una integración total.

 

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