Investigan hormona para combatir sobrepeso y obesidad

Grasa

Para ayudar a combatir el sobrepeso y la obesidad que afecta a más de mil 900 millones de personas de todo el mundo, de acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tania Paloma Quesada López, estudiante de Doctorado en Biomedicina orientada al estudio de patologías metabólicas en la Universidad de Barcelona, analiza la hormona FGF21, la cual estimula la pérdida de peso y mejora el metabolismo de la glucosa.

Un problema mundial

La obesidad y el sobrepeso se han convertido en problemas de salud pública mundial, ya que, de acuerdo con la OMS, en 2014 se registraron más de mil 900 millones de casos (personas mayores de 18 años) en todo el planeta. De ellos, más de 600 millones corresponden a personas con obesidad, es decir, aproximadamente 13 por ciento de la población adulta mundial (11 por ciento de los hombres y 15 por ciento de las mujeres) padece esta condición.El sobrepeso y la obesidad generan, a su vez, diversas enfermedades como la cardiopatía y accidentes cerebrovasculares, que en 2012 fueron la principal causa de defunción en todo el orbe. Asimismo, provocan diabetes, trastornos del aparato locomotor como la osteoartritis, y algunos tipos cánceres como de mama y colon, según información de la OMS.

De 1980 a 2014 se duplicó el número de adultos con sobrepeso y obesidad, y la tendencia es que siga creciendo en los próximos años, pues las nuevas generaciones también presentan dichos padecimientos: en 2013 más de 42 millones de niños ya presentaban estas enfermedades, reportó el organismo.

Ante este panorama, científicos y tecnólogos se han dado a la tarea de estudiar este problema de salud pública desde diferentes disciplinas, para tratar de combatirlo.

FGF21, la hormona quema grasa

Desde hace un par de años, con una beca del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), Tania Quesada López realiza su Doctorado en Biomedicina orientada al estudio del metabolismo, señalización metabólica y patologías asociadas, en uno de los laboratorios más prestigiados a nivel mundial.Se trata del grupo de investigación de genética y biología molecular de proteínas mitocondriales y patologías asociadas en el Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Barcelona, que pertenece al Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (Ciberobn), a cargo del doctor Francesc Villarroya.

En este laboratorio se estudia el factor de crecimiento de fibroblastos 21 (FGF21), una hormona que ayuda a activar los tejidos que almacenan grasa –tanto blancos como marrones–, indicó la estudiante mexicana.

“El tejido adiposo blanco es el que almacena grasa y la conserva para que cuando se tenga periodos de escasez se pueda aprovechar; en cambio el marrón tiene la capacidad de ir consumiendo la energía conforme la va recibiendo para preservar la temperatura corporal”, dijo Quesada López.

Sin embargo, señaló que conforme las personas aumentan de peso hasta llegar a la obesidad van perdiendo la cantidad del tejido marrón y su capacidad para procesar la energía acumulada.

“(Sin embargo), cuando la hormona FGF21 llega a una célula de grasa, ya sea marrón o blanca, manda una señal al núcleo de la célula que genera que se activen aquellos genes que promueven la ‘traducción’ de proteínas, que inducen a una activación del metabolismo; esto se puede ver reflejado en un incremento en la temperatura corporal o solo en el aumento de la capacidad de usar la glucosa”, manifestó la especialista.

Pero, ¿cuáles son esas señales que manda la hormona FGF21 a las células grasas que las activa? Esto es justamente lo que estudia Tania Quesada López.

“Mi proyecto consiste en identificar las señales que se pueden enviar a la célula para producir FGF21 o para responder a la hormona, como por ejemplo fármacos o nutrimentos en ambos tejidos adiposos, blanco y marrón. Para ello, busco bloquear cada uno de los pasos antes de su activación e identificar aquellos puntos clave para mandar la señal al núcleo y entonces activar la célula. Una vez identificadas, podría desafiar a la célula con otras moléculas y probar si activan o no a otras por medio de FGF21”, detalló.

Estudio de tejidos blanco y marrón

Para ver cómo se activan los tejidos adiposos luego de estar en contacto con la hormona FGF21, Quesada López realiza varios estudios bioquímicos con ratones.

“Hacemos fotografías termográficas en el laboratorio; para ello se hace una pequeña depilación de la zona interescapular (espalda) del animal, se toma la foto y se ve la capacidad de los animales para mantener la temperatura. Asimismo, se toman muestras de sangre para medir la glucosa, triglicéridos, insulina, resistina, entre otras”, abundó.

Agregó que después se hace una disección de los tejidos para ser estudiados. Otros miembros del laboratorio analizan el corazón y el tejido muscular, y la becaria del Conacyt estudia el tejido adiposo, tanto el blanco como el marrón.

“Los tejidos se extraen con mucho cuidado porque son muy pequeños y a veces es muy difícil manejarlos. Es muy importante que en cuanto se obtengan se congelen, porque al momento de que el animal muere todo se empieza a degradar; entonces, mientras más tiempo pase, se pierde información”, manifestó.

Una vez que se tienen los tejidos, estos se homogenizan con diversos cocteles químicos (tampones y enzimas) para obtener los mensajeros (ácido ribonucleico o ARN) que se están generando.

Posteriormente, a través de la técnica reacción en cadena de la polimerasa, se puede conocer la cantidad de cierto mensajero que tiene ese tejido comparado con otros, o después de un tratamiento.

Conocer el ARN de esos tejidos es importante porque revela los “mensajes” que manda el núcleo a la célula para activarla, desactivarla o generar respuestas como por ejemplo al estrés, explicó.

Añadió que la idea es hacer estas pruebas con ratones normales y con ratones a los que se les ha eliminado el gen de FGF21, para así determinar si las señales de activación que reciben las células grasas por parte de estar hormona se pierden en aquellos animales que no tienen la capacidad de formar esta hormona.

“Esto nos ayudará para ver si los efectos que los fármacos o nutrimentos que elijamos para investigar los efectos de la hormona se mantienen en cualquier caso”, manifestó la estudiante mexicana.

Conforme la investigación en curso muestre avances, “lo ideal sería hacer una colaboración con alguna farmacéutica para que se desarrolle conjuntamente y de manera más ágil algún tratamiento que ayude a combatir los efectos del sobrepeso y la obesidad que cada año afecta a millones de personas en todo el mundo”, concluyó Quesada López.

 

 

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