Historias ejemplares: campeones de la vida y la motivación

“Igual estoy bailando en una pata,
aunque la plata no me alcanza.
Estoy bailando en una pata;
podrán sacarme todo,
todo menos el rocanrol”

(La Renga, Bailando
en una pata. 1995)

Augusto Alonso tiene 23 años. Es mendocino y estudia comercio internacional. Agustín Guillot tiene 28 y es guía de montaña. Los dos jóvenes trabajan en la Subsecretaría de Deportes de Mendoza y, a raíz de distintas circunstancias, están “bailando en una pata” (citando la frase de la banda de Gustavo “Chizzo” Nápoli).

Pero a pesar de todo, jamás podrán sacarles “el rocanrol”. Que no es solamente la música propiamente dicha, sino también la pasión por jugar al fútbol, por andar en bicicleta, por la montaña, por la escalada, por el esquí adaptado y -por supuesto- por las charlas motivacionales que los tienen como protagonistas. Y también por las constantes e infinitas referencias a frases y capítulos de Los Simpson.

Caer una y mil veces

Hace 13 años, mientras jugaba al fútbol, Augusto -que tenía 10 años por aquel entonces- recibió una patada. La lesión derivó en un osteosarcoma (cáncer de hueso) y, al no poder combatir el tumor, debieron amputarle la pierna derecha.

Por su parte, hace 6 años Agustín resbaló de un tractor, cayó y el vehículo le atrapó su pierna izquierda en el accidente. Por lo que también debieron amputarle esa extremidad.

Ignacio Blanco / Los Andes

Si bien todavía no se conocían entre sí, esta desgracia fue la que llevó a que sus caminos se cruzaran. Y juntos lograron sacar belleza de ese caos, algo que convirtieron en virtud (siguiendo con las citas musicales, esta vez como canta Gustavo Cerati). Desde entonces, organizan para ir a andar en bici, para practicar escalada y para hacer cuanta actividad al aire libre disfruten.

“Augusto fue a visitarme cuando tuve el accidente, nos conocimos ahí y eso fue importantísimo para que yo pudiera seguir haciendo todo lo que ya venía haciendo. Más teniendo en cuenta que lo primero que pensé es que no iba a salir después del accidente, que no la iba a contar”, resume Agustín, siempre con una sonrisa en su rostro.

“Al principio te sentís mal, muchas cosas te van frustrando. Pero después te vas dando cuenta de que es gratificante ver que podés hacer las cosas de otra manera. Podés seguir en la montaña, seguir con tus amigos, podés seguir compartiendo”, agrega el mayor de los jóvenes.

“Tener una discapacidad te cierra un montón de puertas. Pero también es una forma de experimentar lo que podés hacer, de ver de qué sos capaz. Es la forma de demostrar todo lo que podés seguir haciendo”, complementa Augusto.

El deporte es parte importantísima en las vidas de Augusto Alonso y de Agustín Guillot (“es el 50% de mi vida”, aclara el primero). Agustín hace mountain bike, escalada en roca, ascenso de montaña y esquí de fondo.

Mientras que Augusto practica fútbol para amputados -ha sido parte de la Selección argentina en copas América y Mundiales-, ciclismo y también esquí (ahora está en la modalidad nórdica de este deporte). “En esquí, representamos a Argentina en Alemania y a Mendoza en Ushuaia. Nos seleccionaron para una capacitación en Alemania y pudimos participar en una fecha internacional. Y en julio de este año participamos en la disciplina adaptada de los Juegos Nacionales de Invierno”, resumen los jóvenes. 

Momento de reír

Entre anécdota y anécdota siempre encuentran un momento para reírse, para bromear entre sí, para ‘meterle Simpsons’ a sus diálogos y -por qué no- para hacer chocar las prótesis metálicas de sus piernas. Lejos parecen haber quedado los momentos de angustia y lamento, y su actitud evidencia que ahora (y siempre) la prioridad es disfrutar la vida.

Ignacio Blanco / Los Andes

“Cualquier limitación que uno pueda tener, a la larga lo impulsa, lo motiva. Uno quiere superar los límites que detecta a diario”, sintetiza Agustín. “Es como un volver a empezar en todo. Pero al mismo tiempo, en mi caso fue seguir haciendo lo que ya venía haciendo; pero readaptándome. Desde ir al baño con muletas, mirarme al espejo con muletas hasta ponerme una zapatilla de escalada para la prótesis”, continúa Augusto.

Los dos jóvenes coinciden en que está bueno también seguir relacionándose en las actividades cotidianas y rutinarias deportivas con otras personas que no tienen una discapacidad. “Te sentís integrado en todo momento. Y poder traspolar cosas del deporte a la vida cotidiana ayuda mucho también”, acotan.


Escalada. Agustín y Augusto, en Potrerillos y junto al río, donde demuestran que todo es posible.
| Ignacio Blanco / Los Andes

Augusto no considera que tener una discapacidad sea sinónimo de limitación plena. “Cuando sos chiquito, te caés 5 o 6 veces de la bicicleta hasta que aprendés. Ahora, que sos grande, tenés que tener más cuidado. Pero es un poco lo mismo. Todos los días vivimos algo novedoso y de esas cosas nuevas aprendemos. Y hay cosas cotidianas que uno tiene que aprovechar a diario”, aclara Alonso.

Motivados

Más allá de la motivación interna diaria que encuentran para sus vidas y rutinas, Augusto y Agustín disfrutan de compartir además sus experiencias. Y lo hacen dando charlas motivacionales, intentando que otras personas con sus limitaciones -físicas y no- puedan superar sus barreras. Así surgió el emprendimiento de ambos: Motivados.


Motivados

«Todo empezó con algunas charlas a amigos que nos llamaban para que contáramos lo que nos había pasado, y que nosotros seguíamos con nuestras vidas. Luego nos convocaron algunas escuelas y clubes, y después llegamos a distintos encuentros.

Mucha gente no tiene una discapacidad, pero siempre uno tiene una limitación, al menos en la cabeza. Todos tendemos a comparar nuestras vidas con las de otros, sus errores.

Cuando casi siempre las respuestas están en un mismo», resumieron los jóvenes.

Además, ambos participaron del TEDx Paseo Alameda 2017 con la charla «¿Qué ves cuando me ves?».

 

Original.

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