Gracias, Mr. Ball

La mayoría de mis trabajos escolares han desaparecido – afortunadamente – pero no hace mucho, mi mamá descubrió un sobre manila que contenía todas mis boletas de primaria. Leyendo los comentarios y las observaciones de mis maestros, me sentí embargada por los recuerdos de aquella época dorada.

 

¡Qué maestros tan extraordinarios me dieron la bienvenida en sus salones cada mañana! Empezando por Kathleen Kasten en Kindergarten, hace 40 años, siguiendo por Rose Datnoff en quinto grado y finalmente por Clifton Ball en sexto. Recuerdo la Escuela Pública 223 en Baltimore, Maryland, con gran felicidad.

 

El comentario que sigue, tomado de mi última boleta en primaria, fue escrito por el Profesor Ball. «Ciertamente ha sido un placer trabajar con Karen y observar su progreso en clase. Tiene el razonamiento de una persona madura y es muy creativa. Su habilidad para expresarse le permite compartir muchas de sus experiencias.»

 

Mr. Ball fue mi maestro de 6to grado desde el otoño del ’63 hasta la primavera del ’64. Fue mi primer maestro hombre. Fue mi primer maestro de raza negra. Fue mi primer campeón. Era un hombre alto, con una voz profunda y bien matizada.

 

Lo que me enseñó en 6to me abrió las ventanas hacia el gran mundo. Yo desconocía lo que me esperaba. Mr. Ball lo sabía. De alguna forma, lo sabía. Me enseñó a creer en mi misma, en mi potencial para convertirme en lo que yo quisiera ser. Y yo confié en él.

 

No creo que los maestros comprenden bien hasta que punto ellos determinan lo que son sus alumnos y lo que llegarán a ser. Si un maestro anticipa un comportamiento negativo en un alumno, con frecuencia el alumno cumplirá esa expectativa. Si tienen expectativas positivas, usualmente los muchachos darán la talla.

 

Tuve maestros que me elogiaron por mi imaginación, mi creatividad, mi habilidad para expresarme con palabras. Gracias a estos maestros, llegué a convencerme de que podría convertirme en escritora.

 

Soy tímida por naturaleza, aunque he aprendido a disimularlo. En 6to grado, mi timidez era evidente ante todos, penosamente evidente. Pero Mr. Ball tenía tal confianza en mi, que no tuve otra opción que creer en mi misma.

 

¡Y qué año fue ese 6to grado! Mr. Ball me sacó – emocionalmente, intelectualmente y espiritualmente – de un lugar de aislamiento infantil. Creo que cada uno de nosotros sentía que Mr. Ball nos consideraba su alumno más valioso. Era un hombre de extraordinaria inteligencia, compasión, buenhumor e integridad. Encontraba la forma de hacer relucir las mejores cualidades en cada uno de nosotros. A través de su ejemplo, aprendí a sentirme orgullosa de mi misma y de mi trabajo. Me impulsó a dar los primeros pasos en ese largo viaje de descubrimiento en el que aún me encuentro.

 

Finalizando el año escolar, Mr. Ball me pidió redactar el discurso de graduación. En ese entonces yo andaba obsesionada con Kennedy y Krushchev. Aunque no conservo una copia del discurso, me atrevo a adivinar que tuvo que ver con la paz entre naciones, entre vecinos y dentro de nosotros – los mismos temas que me preocupan hoy.

 

Después de haber escrito el discurso, Mr. Ball me informó que debería presentarlo. La niña tímida que yo era reaccionó como gato suspendido sobre un tobo de agua. Pero Mr. Ball creía que yo podía enfrentarme al auditorio y hablar. Y así lo hice.

 

Presenté el discurso ante un salón repleto de personas y lo hice con sorprendente habilidad para una niña de 11 años tímida y con la lengua enredada. Sorprendí a mi mamá, a mis antiguos maestros, a mis compañeros y, sobre todo, a mi misma. El único que no parecía sorprendido era Mr. Ball.

 

Maestros… ¡qué impacto pueden tener Uds. en la vida de un niño! Pocos de Uds. tienen la oportunidad de ver lo que le sucede a sus jóvenes alumnos a medida que maduran y se hacen adultos. Pocos de esos jóvenes alumnos, una vez adultos, saben cómo o dónde encontrarlos, para decirles cuánto han hecho Uds. por ellos, el impacto que han tenido.

 

Así que hoy se los digo yo aquí. Gracias, gracias, gracias por cada gesto de aliento, por cada momento memorable. Gracias.
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