Fran, el niño con parálisis cerebral al que dijeron que no andaría, marca su primer gol

Gol. ¡Y qué gol! El balón llegó botando al área desde el centro del campo. Puede que de rebote, tampoco importa. En el desconcierto, en una masa de piernas, de entre todas las botas posibles, la caprichosa pelota quiso acabar pegada a la de Fran. Él se giró movido por el instinto, encarando así al portero, y golpeó con el empeine tan fuerte como pudo. Lo siguiente ocurrió a cámara lenta. O así lo recuerdan todos. El cuero pasó limpio entre las piernas del guardameta. Parsimonioso. Quizás vertiginoso en realidad, pero lánguido para aquel futbolista, para sus compañeros, para los rivales, también para los padres que poblaban la grada. Todos recuerdan cómo el balón se iba acelerando mientras acariciaba la cal. Y cómo todos se levantaron enloquecidos para gritar “¡gol!”. El único en sus siete años como delantero. ¡Pero, Dios, qué gol!

El gol de Fran —así lo recuerdan ya todos en Albuñol— llegó en un partido más. Eso sí, oficial. De Copa frente al UD Castell. No decidía una final, ni servía para asegurar la categoría, ni siquiera para desempatar un disputado encuentro. Nada. El tanto que subió al marcador por obra y gracia del, probablemente, delantero menos anotador de cuantas ligas se hayan jugado jamás se recuerda por su normalidad, aunque sea algo excepcional.

 

“Nací de un parto gemelar, me faltó oxígeno y eso me afectó a los pies”, explica con una insólita madurez Fran a sus 13 años. Sabe que una parálisis cerebral provocada por una hipoxia le provocó una importante pérdida de movilidad en el tren inferior. Los médicos le dijeron a sus padres que no andaría. Pero ahora corre, salta, dribla. Y hasta hace gol.

Es viernes y hay partido. Se nota en el ambiente, en las conversaciones del recreo en el colegio público Natalio Rivas de Albuñol, un pequeño pueblo granadino próximo a la costa mediterránea y puerta de entrada de Sierra Nevada. Queda poco para que suene la alarma y Fran acaba un dictado con sus compañeros de Sexto B. Junto a su pupitre está una gran mochila del FC Barcelona bien cargada de libros. Pero él viste la elástica de la Selección Española. Cada vez que se le acerca algún compañero es para dedicarle una caricia. Sobre todo ellas.

 

Original. 

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