En Bogotá, primer café-bar para personas con discapacidad auditiva

Letrero

Sin palabras, es el primer café-bar diseñado y adecuado para las personas con discapacidad auditiva de Colombia, siendo el segundo establecimiento de esa naturaleza en Latinoamérica y el sexto en el mundo, en donde según la Organización Mundial de la Salud (OMS) se estima que existen unos 300 millones de personas con pérdida auditiva.

El objetivo de este emprendimiento bogotano es permitir el esparcimiento de la comunidad con discapacidad auditiva, en un entorno totalmente adecuado y dispuesto para ella, de manera que sus integrantes puedan asistir al lugar con sus amigos y familiares sin prevenciones o limitaciones de alguna clase.

Eso es posible debido a que el establecimiento cuenta con un factor de innovación único: un piso elaborado en madera que permite que los asistentes al lugar puedan sentir 100 tipos distintos de vibraciones de la música, incluyendo los bajos, altos y la voz de los cantantes, según sea la melodía.

Otras de las adecuaciones de este café bar son los videos musicales que se presentan en las pantallas, cuyas letras se visualizan en lenguaje de señas y complementan las vibraciones del piso. Adicionalmente, cada mesa cuenta con un interruptor que enciende una luz que sirve de llamado para uno de los cinco meseros que trabajan en el lugar y también sufren discapacidad auditiva.

“Para las personas que sí escuchan el simple hecho de pedir ya es una experiencia. ¿Cómo hago para pedir un café, si no sé la lengua de señas? ¿Cómo hacen ellos para adaptarse a esta situación todos los días, en el bus, en la panadería, en la zapatería? Es ponerme en los zapatos de ellos”.

Los meseros de Sin Palabras son sordos y cada mesa tiene un interruptor que enciende una luz, para que los clientes los puedan llamar cuando los necesitan / Foto: Nicolás Acevedo

Un emprendimiento inclusivo

El ingeniero industrial, Cristian Melo, uno de los cofundadores del lugar, explicó en entrevista con Colombia-inn que la idea nació cuando vio a dos personas sordas comunicarse mediante la lengua de señas y se preguntó cómo haría esa comunidad para divertirse y en qué sitios.

“Empezamos investigaciones en todas las instituciones y organizaciones que trabajan con la comunidad sorda y con sorpresa nos dimos cuenta de que no existía algún lugar, café o bar para ellos. Entonces fue cuando nació esta iniciativa de emprendimiento con un pilar de responsabilidad social”, explicó Melo.

Con recursos propios, Cristian, su esposa, Jesica Mojica, y su hermana, María Fernanda Vanegas, decidieron iniciar dar vida al proyecto, buscando la inclusión de los más de 50.000 discapacitados auditivos que viven en Bogotá, y quienes hasta hace nueve meses no contaban con un sitio de esparcimiento adecuado a su condición.

Sin embargo, según el emprendedor, en su café bar también recibe a clientes sin limitaciones auditivas. “Las personas que son sordas exigen inclusión. Por ende no pueden excluir. Además, en su círculo social no todos son sordos, por eso el espacio está adecuado para ellos, pero hay accesibilidad para todo el público”, aseguró.

La actividad cultural también se mueve en Sin Palabras

Cuadros decorativos con manos formando las “letras” en lenguaje de señas, acompañadas de frases como “La sonrisa cuesta menos que la electricidad y da más luz”, son algunos ejemplos de la ambientación de este café bar, en el que también se ofrece una amplia agenda cultural para las personas con discapacidad auditiva.

“Hacemos actividades culturales para la comunidad sorda, como cuentería, poesía, cine para sordos, todo ello acompañado por intérpretes para que las personas oyentes que asisten también puedan entender”, precisó el fundador de Sin Palabras, a donde un fin de semana pueden acudir hasta 500 clientes.

El lugar, ubicado en la carrera séptima con calle 57 de Bogotá, se ha convertido en todo un laboratorio de aprendizaje. Incluso, Cristian reveló que, junto con su esposa y su hermana, debieron aprender el lenguaje de señas y que la respuesta recibida durante los primeros nueves meses de funcionamiento del lugar ha sido positiva y gratificante.

“Hacemos un “inside” escrito con los asistentes sobre su impresión y comentarios. Hemos descubierto que están muy contentos porque es el primer espacio en el que se sienten incluidos, en el que sienten que hay alguien que se preocupa por ellos”.

Por último, el cofundador de Sin Palabras asegura que su idea es escalable, y por ello espera, en el mediano plazo y a través de alianzas, contar con sucursales de su café-bar en Medellín, Cali y Barranquilla.

Entre tanto, Oscar Espinel, uno de los meseros del café-bar, indicó en lengua de señas que se siente contento de trabajar en el sitio, y destacó que ojalá existieran otros lugares adecuados para compartir con sus amigos, como restaurantes, peluquerías y, lógicamente, más sitios de esparcimiento.

 

 

Original. 

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