Al pequeño Ziryab no le falta un ápice de carácter y algo aún más importante: esconde una tan interesante como desconocida iniciativa, que ahora lo será un poco menos. Un bar, que no una asociación con fines sociales, con camareros sordos pero abierto a cualquier público, por supuesto. La palabra es sordos, que no sordomudos, término equívoco que suele utilizar mucha gente por desconocimiento. Ellos tienen capacidad vocal, aunque algunos no la utilicen, o lo hagan con dificultad.
Ziryab se gestó en la cabeza de dos hermanos ingleses, Emlyn y Kate, copropietarios de ambos negocios, y se asienta finalmente en Barcelona tras mucho tantear posibles escenarios. Si bien es cierto que en sus intenciones siempre estuvo contratar a personas sordas (uno de los propietarios lo es), al principio solo tuvieron un empleado con esta discapacidad y nunca imaginaron que un día toda la plantilla sería sorda. Hoy lo es.
LO MEJOR DEL ZIRYAB
Sin embargo, no es esta la atracción del bar. O eso se pretende. La gente va allí a tomar una de las mejores shishas (pipas de agua) de Barcelona y otro de los productos insignia del Ziryab: Taybeh, la cerveza palestina.
«Ese fue nuestro reclamo al principio y hoy lo sigue siendo», comenta el propietario. Aunque el hecho de ser servidos por camareros sordos no deja de ser un dato, cuando menos, llamativo. Y extraña que no se haga eco de esto en ninguna de las páginas web del local. Emlyn responde: «Estoy absolutamente convencido de las capacidades de mis empleados para trabajar aquí».
Sin embargo, hubo un momento en que temió la reacción del público no sordo, por tabús o actitudes compasivas que no ayudan a llevar el asunto con la naturalidad que merece. Tampoco es su voluntad mercantilizar esta particularidad: para él basta con que la gente salga contenta con el trato recibido y con ganas de volver al Ziryab. Su nombre se debe a la pasión de Kate por la cultura árabe.
De fondo suena el tema ‘September’ y ellos no lo están escuchando.