El invidente que creó ajedrez para personas con su misma discapacidad

Jhony Cruz Güiza

Para Jhony Cruz Güiza estar vivo es un verdadero milagro. Permaneció seis meses en estado vegetativo, alcanzaron a aplicarle los Santos Óleos y minutos antes de que fuese desconectado de los aparatos que lo enchufaban a la vida despertó.

Hace 30 años, un 25 de marzo, fue víctima de un conductor borracho que con su carro lo arrolló y del fuerte golpe sufrió un trauma craneoencefálico severo y perdió la vista. Los médicos que lo atendían declararon su muerte cerebral.

Sin embargo, ser invidente no le cortó el camino de conseguir lo que quería y hoy es ejemplo de superación.

A sus 43 años, luego de experimentar varios métodos, logró desarrollar lo que está a punto de convertirse en una de las más importantes ayudas para personas con discapacidad visual, al cual llama ‘el Braijedrez’.

 

‘El Braijedrez’.  Foto: Archivo particular.

 

Se trata de un tablero con el sistema braille y que cuenta con un mecanismo práctico que les permitirá a personas invidentes jugar una partida sin el temor de tumbar las piezas al tacto. Es un tablero con las especificaciones de la Federación Internacional de Ajedrez (Fide): 64 casillas iguales en ocho filas y ocho columnas; y con los colores exigidos en sus competencias mundiales, verde y blanco.

Además de esto, Cruz Güiza escribió un libro, un texto guía para jugadores del deporte ciencia. Hoy su principal propósito es que todo este material llegue a las aulas de los planteles educativos del país y que el ajedrez se convierta en otra de las cátedras en la educación nacional.

La conquista de su sueño, que no es otro que la inclusión de las personas invidentes, empezó cuando era un estudiante de octavo grado del Colegio Restrepo Millán, del barrio Quiroga, al sur de Bogotá.

En esa época, cuenta Jhony Cruz, el Instituto Nacional de Ciegos ya tenía un convenio con el Ministerio de Educación Nacional de recibir las personas con cualquier tipo de limitación a sus establecimientos educativos.

“Cuando los estudiantes salían a educación física o a la hora de descanso practicaban microfútbol, baloncesto o voleibol. Yo, por ser invidente, quedaba relegado en un rincón escuchando cómo se divertían. Un día lleve al colegio mi tablero de ajedrez. El profesor, de apellido León, lo vio y dijo textualmente: ‘¿Cruz usted sabe jugar ajedrez?’ y le respondí que por supuesto”, recordó Cruz Güiza.

A partir de ese momento se desarrollaron las más sensacionales partidas entre el profesor y el alumno invidente. Cruz siempre cantó el jaque mate.

El rector en ese entonces, Teófilo Guerrero Burgos –contó Cruz– ordenó que el estudiante practicara el ajedrez en los horarios de educación física, dibujo técnico y dibujo publicitario, en los que por su condición, él no podría intervenir.

“Me pidió que convocara a otros estudiantes a que también jugaran. Esto estimuló a que el ajedrez se masificara en el colegio, de tal manera que nos volvimos líderes en este deporte. Llegamos a participar en muchos torneos. Fui campeón distrital y campeón departamental de los intercolegiados”, contó.

Hace 15 años, Cruz empezó a recorrer algunos municipios de Cundinamarca y evidenció, según contó, que los estudiantes en condición de discapacidad tienen pocas oportunidades en el deporte.

Esto lo llevó a la búsqueda de un tablero que les permitirá a los invidentes aprovechar las horas de descanso o la inclusión en competencias con otros estudiantes.

“Un estudiante en muchas ocasiones no tiene con que llevar una lonchera al colegio: un jugo, un sándwich. Cómo se puede pretender entonces que vaya y compre un tablero de ajedrez en 97.000 pesos, que es lo que vale uno oficial de madera. Había que buscar ese para ellos y que esté al alcance de los alumnos en condición de discapacidad”, explicó.

El diseño del Braijedrez lo inició con sus hijos, de 15 y 17, y su esposa, una enfermera del Hospital Militar.
El primer prototipo lo elaboraron en cartón paja, luego en madera, hasta que descubrieron las bondades del polipropileno y polietileno, con un sistema de inyección para la fabricación en un material resistente a gran escala.
Cruz empezó a tocar puertas y encontró la colaboración de la empresa Propilco, Esenttia, filial de la estatal petrolera, Ecopetrol.

“Ellos nos asesoraron, nos recomendaron el tipo de material que se necesitaba para que el tablero convencional tuviese impreso las indicaciones en el sistema braille, además, se produciría con los colores verde y blanco, los oficiales de la Fide, lo que nivelaría en la partida a los discapacitados en igualdad de condiciones”, describió.

Su sueño es que el Braijedrez sea gratis para los niños y jóvenes invidentes en el país. Para ello necesita del apoyo del Ministerio de Educación y de empresas como Ecopetrol que patrocinen el titánico proyecto.

También busca que a través de programas de responsabilidad social se subsidie en parte la entrega de estas herramientas pedagógicas y apoyen la producción del tablero y del material pedagógico.

“Aspiro conseguir una entrevista con la ministra de Educación Gina Parody, para que ella personalmente conozca este novedoso tablero y el material educativo que lo acompaña. A través de ella anhelo convertir el ajedrez en una cátedra obligatoria en Colombia”, manifestó Cruz Güiza.

En los recientes Juegos Paranacionales que se desarrollaron en Ibagué (Tolima), Mauricio Valenzuela, presidente de la Federación Deportiva de Limitados Visuales (Fedeliv), reconoció públicamente las bondades del Braijedrez y dijo que para los invidentes ha sido toda una novedad.

El milagro de estar vivo

En una de las calles del barrio Tunjuelito en el sur de Bogotá, hace 30 años, un conductor borracho, a bordo de un carro Dodge 300, arrolló a Jhony Cruz Güiza. Por el impacto que sufrió no le daban ninguna esperanza de que sobreviviera.

Jhony fue trasladado en una ambulancia al Hospital La Misericordia, en donde los médicos, tras inminentes esfuerzos, lo declararon con muerte cerebral. Sin embargo, su mamá no permitió que a su único hijo lo desconectaran.

Así estuvo durante seis meses. Un día, un neurocirujano le aconsejó a su angustiada progenitora que le retirasen el oxígeno.

Ese día, en horas de la madrugada, la madre de Jhony Cruz Güiza se aferró a su fe, como única esperanza de que se recuperará.

Ella y otros familiares subieron hasta el Santuario de Monserrate y ante la imagen del santo dejaron el muñeco de un niño acompañado de una promesa, describió Cruz. Cuando descendieron y estuvieron de nuevo en la sala de cuidados intensivos del hospital, escucharon por parte de uno de los médicos una noticia alentadora: el niño había despertado. El mismo neurocirujano que estuvo pendiente de su estado de salud declaró el hecho como un verdadero milagro.

LEO MEDINA JIMÉNEZ
Original. 

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