El costo de excluir a las personas

Discapacidad y trabajo

Según datos de la OIT, existen en el mundo aproximadamente 386 millones de personas con discapacidad en edad laboral. Es decir, personas que «tienen el potencial necesario para incorporarse al mercado laboral y contribuir al desarrollo de sus países». Sin embargo, los índices de desempleo entre las personas con discapacidad son mucho mayores que los de la población general.

Aún cuando las personas con discapacidad consiguen empleo, suelen ser trabajos mal remunerados, o en los que tienen escasas posibilidades de ser promovidos. Aunado a esto, existe el problema de la inaccesibilidad en los medios de transporte, así como significativas barreras arquitectónicas y sociales. Como consecuencia, muchas personas con discapacidad viven en situación de pobreza y, tanto la sociedad como sus familias, pierden su potencial contribución económica.

Existen estudios que han calculado los costos de dicha falta de productividad. Por ejemplo, en una investigación realizada por la Organización Mundial del Trabajo se calculó que 55,800 millones de dólares, o el equivalente al 7.7% del PIB de Canadá en 1993, se perdieron ese año con relación a la discapacidad. En otro estudio, se estima que el valor total anual del PIB global perdido con relación a la discapacidad se encuentra entre 1.37 y 1.94 billones de dólares.

Estos estudios concluyen que existe una relación entre las pérdidas del PIB y la exclusión de personas con discapacidad, ya que las personas excluidas no contribuyen al mismo.

En México se sabe que mientras que en la población general la tasa de participación económica fue de 49.3%, en la población con discapacidad este indicador es de sólo de 25%. Estos datos también muestran que de las personas con discapacidad que están empleadas, un tercio de ellas no trabaja en el mercado formal.

Numerosos países, incluyendo a México, están tomando medidas para incluir a las personas con discapacidad en el mercado laboral. Por medio de leyes, políticas, servicios específicos y medidas especiales, se está fomentando la inclusión en varios sectores de la sociedad. Por otra parte, cada vez más empresas valoran la competitividad y confiabilidad de los trabajadores con discapacidad.

Uno de los grandes obstáculos que tienen las personas con discapacidad para conseguir empleo es la falta de capacitación y/o nivel de instrucción. De ahí que el crear oportunidades educativas en todos los niveles para las personas con discapacidad sea la mejor forma de asegurar su inclusión en el mundo laboral y su participación en el mercado.

Las ventajas de crear oportunidades educativas inclusivas son enormes. Además de respetar el derecho a la educación que tenemos todos, la educación inclusiva promueve valores de tolerancia y respeto en los alumnos regulares. Estos alumnos, que el día de mañana formarán parte del mundo laboral, estarán sensibilizados a la inclusión, y podrán crear empresas incluyentes o fomentar la inclusión en sus lugares de trabajo.

En educación básica, la incorporación de alumnos con discapacidad a escuelas regulares es obligatoria, aunque la gran mayoría de ellas está lejos aún de ser consideradas escuelas «inclusivas». Los obstáculos y las barreras sólo aumentan conforme aumenta la edad de los alumnos. Las brechas se van haciendo más grandes, las adecuaciones más significativas, y la inclusión académica y social se vuelve un reto.

Actualmente existen pocas escuelas de nivel medio superior que sean consideradas inclusivas. Sobre todo para los alumnos con discapacidad intelectual, se vuelve necesaria la creación de programas que paralelamente los preparen para la autodeterminación que requerirán en la vida adulta. Por otra parte, muchas escuelas no tienen instalaciones adecuadas para alumnos con discapacidades sensoriales o motoras.

A nivel de estudios superiores, se empiezan a hacer esfuerzos por crear universidades inclusivas que acojan a alumnos con todo tipo de discapacidades, tanto en programas de licenciatura regular, como en programas diseñados para jóvenes con discapacidad intelectual.

Como se ha visto, generar oportunidades de empleo para personas con discapacidad aumenta su productividad y puede contribuir al crecimiento del PIB. Pero ¿en qué escuelas van a recibir preparación estos futuros trabajadores con discapacidad? ¿Cómo se puede esperar que estén capacitados si no tienen oportunidades para hacerlo?

La creación de instalaciones, programas, políticas y prácticas inclusivas no es barata. Cuesta trabajo, sudor y dinero. Sin embargo, como dice la frase de Philip Kotler: «Las empresas se preocupan demasiado sobre el costo de hacer algo. Se deberían de preocupar sobre el costo de no hacerlo.»

*La autora es Coordinadora en la Universidad Anáhuac y alumna de la Maestría en Responsabilidad Social.

Autor: Francesca Munda Magill
Original.

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