El autismo y el ejercicio físico

Un estudio, dirigido por Linda Bandini, de la Universidad de Boston profundiza en el ejercicio físico de los niños con autismo.

Trabaja con 53 niños con autismo y 58 niños con comportamiento típico, con edades de 3 a 11 años. Para cuantificar el tiempo que los niños dedican a una actividad física que los autores definen de moderada a fuerte, les colocan un acelerómetro o sensor que detecta el movimiento y la intensidad del movimiento. Además, los padres rellenan un cuestionario sobre la actividad física organizada en deportes o desorganizada en juegos que hacen sus hijos. Por ejemplo, les preguntan por su participación a lo largo de un año en béisbol, baloncesto, ciclismo, atletismo, fútbol y así hasta 17 deportes.

La actividad física moderada o fuerte que revela el acelerómetro es parecida en ambos grupos de niños, con 50 minutos al día en niños con autismo y 57 minutos en los que no presentan esta condición. Sin embargo, la encuesta a los padres sobre las actividades físicas de sus hijos da resultados que no coinciden con lo anterior. Así, los padres de los niños con autismo declaran que, a lo largo del año, sus hijos participan, como media, en 6 a 9 deportes mientras que los padres de los niños sin esta condición dicen que sus hijos participan en 9 a 6 deportes, es decir, casi un tercio más. Y con el tiempo dedicado a deportes pasa algo parecido: los niños con autismo, según sus padres, les dedican 158 horas anuales y los niños sin esta condición 225 horas anuales y, de nuevo, es un tiempo superior a un tercio más.

En resumen, la actividad física directamente medida es parecida en niños con autismo y convencionales pero, según sus padres, los niños con autismo dedican menos tiempo al deporte. Como dice Linda Bandini, algo falla en esta investigación y propone que son los cuestionarios.

 

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