El alfabeto de los ciegos: el sistema Braille

Ciegos

Me llaman la atención dos cosas, bueno tres. Por un lado, la imagen istorsionada que sobre las personas «dis» siguen transmitiendo palabras como “superación”, “esfuerzo”, “ejemplo”, que no dudo que sirvamos de inspiración a otros, que no niego ese esfuerzo, pero de tanto repetirlo pareciera que nuestra única misión en la vida o, al menos, nuestra más importante característica, sea la resiliencia .

Por otro lado, valoro positivamente el mensaje de igualdad que traslada cuando explica que las dos estudiantes han contado con las adaptaciones necesarias en el examen de selectividad para poder alcanzar los mejores resultados desde su diversidad. Siempre decimos y lo subrayamos que la igualdad no es tratar a todos por igual sino que cada uno pueda llegar a la misma meta facilitándole un entorno adecuado.

Pero, y es por lo que estoy hoy escribiendo sobre esto, una frase se me ha clavado en el alma. Incluso he creído sentir la energía de Louis Braille removiéndose en su tumba.

La protagonista de la noticia explica que para estudiar usa un programa de ordenador con el que el profesor puede leer lo que ella escribe. Hasta ahí bien.

Lo que me ha tocado la fibra es la apostilla siguiente. Transcribo literalmente:

‘Y añade orgullosa: «Ya casi no uso el Braille».’

¿Es motivo de orgullo para una persona ciega no usar el braille?

¿El  Braille es un sistema de lectura anticuado o de segunda que hay que ir evitando?

La invención del braille cambió la vida de millones de personas ciegas en todo el mundo. El braille es universal y es la base para la alfabetización de los ciegos.

 

Miremos al pasado.

El braille, el sistema de lecto-escritura que inventó Luis Braille en 1825, sacó a las personas ciegas del ostracismo social y cultural en el que hasta entonces habían vivido. El ciego era un mendigo sin cultura que subsistía gracias a la caridad. ¿Recuerdan al ciego del Lazarillo de Tormes?

El braille (pronunciado braiye en español) es para los ciegos lo que un simple lápiz y un papel para un vidente. La representación gráfica, en este caso en relieve, de una letra. Una letra, dos letras, una sílaba. Una palabra más otra palabra, más otra palabra una frase. Un significado. Un relato que podemos leer, una historia que interiorizar. Una cultura que aprender.

Se puede aprender mediante el lenguaje oral. Pero sin duda la letra impresa pone en marcha otros mecanismos que incrementan nuestra capacidad de abstracción y el pensamiento abstracto es fundamental en las enseñanzas superiores.

Una vez, cuando con trece años tuve que aprender braille y me aburría profundamente con aquello de la m con la a, ma, me pregunté para qué necesitaba yo el braille, si con las grabadoras y los libros hablados me apañaba, porque podía escribir y leer. La juventud es atrevida por ignorante.

¿Cuántas galas he presentado con mi guión en braille sobre el atril?

?Y qué hay de aquella primera prueba de informativos-textos en braille sobre la mesa-   con la que conseguí convertirme en presentadora de televisión?

¿Cómo haría ahora los recitales poéticos si no es con mis poemas impresos en braille?

¿Cómo me adentraría en un texto cuando quiero concentrarme, recrearme en sus significados, a mi propio ritmo, dándole esa íntima entonación mental que solo uno mismo puede dar?

?Cómo establecería ese diálogo íntimo con un autor de poemas sin libros en braille?

¿Cómo habría memorizado las interminables palabras alemanas cuando estudiaba ese idioma en la universidad?

Para interiorizar, para memorizar, mucho más efectiva la representación impresa, táctil, en nuestro caso. Imprescindible con fines puramente prácticos: etiquetar un disco, rotular una carpeta…   y eso solo lo ofrece el braille, ya sea en papel o en soporte electrónico, aunque también existan etiquetas sonoras de mayor coste económico.

?Cómo leerían las personas sordociegas o con discapacidad audiovisual que no oyen del todo bien si desapareciera el braille?

Hoy las tecnologías ofrecen otras posibilidades de lectura, más ágiles, más operativas, que no ocupan espacio, ahora les escribo obviamente desde un ordenador que verbaliza lo que tecleo, como expliqué en mi post  Bibliotecas para ciegos sin fronteras

Pero no por ello el braille debe ser arrinconado, apartado o menospreciado. Usarlo cada vez menos no debería ser motivo de orgullo. Simplemente para cada circunstancia y momento hay una opción que conviene mejor a nuestras necesidades. El braille es el sistema de lectura y escritura de los ciegos. Lisa y llanamente es nuestro alfabeto desde que lo inventó Louis Braille hace dos siglos.

 

Original. 

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