Egoísmo

En todos somos uno, tocaremos uno de los males de nuestro siglo, entre la indiferencia que tenemos ante las necesidades de los demás y el egoísmo que vemos en la vida cotidiana nos ha vuelto seres con menos valores hacia los demás, nos estamos volviendo egoístas y estamos inconscientemente generando este comportamiento a nuestros hijos o familiares queridos.

El egocentrismo forma parte del desarrollo emocional del niño de edades comprendidas entre los dos y ocho años, una frase que se caracteriza fundamentalmente por el narcisismo. Es importante que los padres, en su papel de educadores, conozcan las características de esta etapa.

El egocentrismo consiste en la inclinación que tiene el niño para centrar la atención, exclusivamente, sobre sí mismo, sin tener en cuenta lo que sucede a su alrededor. De esta forma, es incapaz de ver otras cosas que no sean sus propios sentimientos y de comprender los sentimientos o pensamientos de otras personas. Ponerse en el lugar de los demás es imposible para él.

A partir de dos años, el niño comienza a descubrir que es un ser individual con capacidad de tomar decisiones. Sin embargo, es una etapa en la que existen muchas limitaciones, ya que, al carecer de sentido crítico, el pequeño piensa que todo lo que dice, hace o siente está bien.

Esto se debe a q el niño es, por naturaleza un ser egocéntrico que intenta, a toda costa, ser el centro de atención. En estos momentos va a querer hacer todas las cosas por sí mismo y se va a enojar cuando no le salen.

Aunque el niño comienza a jugar con otros de su misma edad tiene muchas dificultades para compartir los juguetes. Es usual que el juego se lleve a cabo junto a otros y no con otros.

Al compartir los juguetes, tiende a acapararlo todo, sin detenerse a pensar que puede compartirlos o que no son suyos.

Esta etapa de egocentrismo emocional se ubica en un estadio pre-convencional: el niño aprende mediante el premio y el castigo, de las consecuencias positivas y negativas de sus acciones y, de esta forma va adquiriendo sus propios valores. A estas edades son especialmente obedientes a sus figuras de referencia, padres y profesores, y, por ello, consideran que las reglas y normas que imponen los padres son las únicas que existen.

 

Referencia: LUIS HAZEL N. – COMO MANEJAR LOS PROBLEMAS DE UN HIJO DIFICIL – Editorial Época

 

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