¿Cuáles son los mayores prejuicios que enfrentan las personas con síndrome de Down a la hora de buscar trabajo?

Pablo

El polifacético actor Pablo Pineda ha tenido que reinventarse muchas veces para llegar a ser quien es, aunque no presume de ello. Su nombre acumula un millón de resultados en Google, los primeros ligados a premios o reconocimientos que la sociedad le ha dado y que le hacen sentirse un privilegiado. «¿Ves a ese señor de ahí? -dice en alusión a una fotografía de una persona con síndrome de Down que cuelga de las paredes de la Fundación Adecco-. Esa persona es más mayor que yo, y no tiene ningún premio. Hay personas con discapacidad que han luchado el doble o el triple que yo y a las que, sin embargo, ni se les menciona. Eso me da mucho coraje, pero también un gran sentido del deber y de la responsabilidad», dice comprometido.

Tras convertirse en el primer europeo con síndrome de Down en obtener un título universitario (Magisterio de Educación Especial), opositar después para un puesto de bibliotecario en Málaga y probar suerte también en el mundo de la interpretación, que le otorgó en 2009 la Concha de Plata al mejor actor, Pineda ha cumplido su otro sueño: el de «enseñar». De la mano de la Fundación Adecco, donde desde 2010 trabaja como consultor de Diversidad, da charlas en diferentes empresas, y Zaragoza -cuenta- es una de las ciudades donde más veces ha estado por este motivo. «Aragón se mueve mucho en estos temas», asegura.

  • ¿Cuáles son los mayores prejuicios que enfrentan las personas con síndrome de Down a la hora de buscar trabajo?

Hay unos cuantos, desde luego, pero la sobreprotección familiar, aunque parezca que no, es un gran lastre, porque genera dependencia de otra persona. Por un lado, hay que empezar a trabajar eso con las familias, y luego vencer algunos mitos en el mundo de la empresa. Esa filosofía que tienen de pensar que una persona con discapacidad puede enlentecer o ser una molestia y una carga es otro de los grandes prejuicios que hay que vencer.

  • Se formó en la escuela pública y se convirtió después en el primer titulado universitario de Europa con síndrome de Down. ¿Aconsejaría la educación que recibió a otras familias?

Siempre, creo que ha sido una gran ventaja. Toda mi educación ha sido pública y la defiendo mucho porque creo que es donde más se interactúa, donde más se aprende y donde más a la larga puedes aportar. Quien va a la escuela pública aprende a interactuar con la diversidad, y para nosotros es una forma de estar en sociedad.

  • A lo largo de su trayectoria ¿ha tenido que enfrentar muchas barreras?

Los prejuicios siempre están, pero lo cierto es que en mi caso han venido más rosas que espinas. Me siento una persona realmente privilegiada porque hay gente más mayor que yo, con síndrome de Down, que ha luchado el doble o el triple y, sin embargo, ni se les menciona. Eso me da mucho coraje, de decir: ‘¿Por qué yo me llevo todos los laureles y otros nada?’, pero también me da un gran sentido del deber y de la responsabilidad.

  • Su historia de superación personal, su testimonio, ¿ha servido para motivar a otras personas a no tirar la toalla?

Esta es la parte positiva. A mi casa han venido muchísimos padres y madres de niños con síndrome de Down que al principio no tenían las cosas claras, porque genera dudas… Hemos dado una de meriendas allí en casa para dar consejo, ¡madre mía! Mi madre puede contar miles de anécdotas. Nuestra casa casi se ha convertido en un gran plató, de la de teles de todos sitios que han venido (risas).

  • Es que fue el primer europeo con síndrome de Down en sacarse una carrera universitaria y hablamos de que entró a la Universidad de Málaga en el 95. ¿Ha cambiado mucho la sociedad desde entonces?

Completamente. Hace 20 años España no era la que es ahora. En todos los aspectos, pero sobre todo en esto, ha habido que luchar mucho. Cuando empecé yo era una época muy difícil. La sociedad española es conservadora, reticente a los cambios… Le cuesta cambiar y a las instituciones más todavía. Cualquier avance es lento y hay que hacerlo con insistencia, pero afortunadamente, como dicen mis padres, esto de luchar por los derechos es algo que se ha hecho desde siempre, de toda la vida, para conseguir cosas.

  • Desde la Fundación Adecco, para la que trabaja, acaban de presentar en Zaragoza la campaña ‘Diversidad sin etiquetas’. ¿En qué consiste esta?

En enfatizar, ante todo, el talento en sí, sin nada delante, sin etiquetas. Queremos que las empresas contraten a la gente basándose en lo que sabe hacer uno, en sus habilidades y lo que puede aportar por sus competencias, en lugar de fijarse en su condición. Luchamos para que no haya estereotipos ni roles adquiridos, que las personas demuestren lo que saben hacer y las empresas den prioridad al talento: que no vean a una mujer o a un síndrome de Down, sino a una persona válida o no para un puesto. Una sociedad del siglo XXI, cada vez más global y más diversa, debe ser consciente de lo que enriquece la diversidad.

  • Más allá de su preparación, ¿cuál diría que es la mayor contribución personal que una persona con síndrome de Down puede hacer a la empresa?

Lo primero, el espíritu cumplidor: somos personas que cuando se nos pone el deber, respondemos enseguida; luego también está el hecho de que siempre estamos alegres y contentos, somos personas que cambiamos un poco el ambiente laboral con ese toque de humor, de alegría, de picardía. A una empresa le viene muy bien una persona que cumple, que siempre está contento, que no se queja… Y nosotros no nos quejamos nunca. En alguna charla he dicho que si las empresas trabajaran más con las personas con discapacidad, no habría tanta tasa de absentismo laboral porque no faltamos nunca al trabajo, estamos siempre ahí. Yo en la Fundación jamás he perdido un tren o un avión, nunca me he dormido… Siempre estoy a mi hora, desayunado, bien vestido y dispuesto a dar la charla.

  • ¿Qué medidas deberían implementar los responsables de Recursos Humanos de las empresas para que la contratación sea más inclusiva?

En mi opinión, el departamento de Recursos Humanos debería ser un poco el corazón de la empresa, el que bombee y motive a contratar a personas con otras capacidades. Está muy bien que haya una ley que obligue a contratar a las personas con discapacidad, pero las empresas tienen que asumirlo e interiorizarlo tanto como para pedir que la diversidad forme parte de su ADN. Ese es el cambio que yo quiero en la sociedad: que llegue el momento en que no sea una persona la que se incorpore a un puesto por ley, a la fuerza, sino que llegue porque es la propia empresa la que lo pida. Este es un caballo de batalla contra el que seguimos luchando, y en este sentido, creo que las entrevistas a ciegas (igual que ocurre en el programa de La Voz) ayudan a fijarse en el talento. Con mi trabajo en la fundación se busca un poco eso, concienciar a las empresas de que hay que cambiar el chip del prejuicio, del estereotipo, de la etiqueta. Yo lo que quiero es que se fijen en mi talento, en lo que puedo aportar y enriquecer a la sociedad, más que en la condición de ser síndrome de Down. Quiero que las empresas entiendan que no siempre somos caballo perdedor, también podemos ser caballo ganador.

  • ¿Qué consejos daría a las personas con discapacidad a la hora de buscar trabajo?

Primero que se crean útiles y válidos, porque lo son; y segundo, que sean realistas. No hay que sobrevalorarse ni tampoco infravalorarse, pero sí hacerse la pregunta de ‘para qué sirvo’. ¿Que sirvo para la artesanía? Perfecto, y a piñón fijo pegando en todas las puertas y sin rendirse nunca. Al final, aunque sea por puro cansancio de decir ‘venga’ y de créerselo, podemos hacérselo creer al resto. Lo que hace falta es tener voluntad y unos objetivos claros.

  • En su caso, ¿sigue teniendo el ‘sueño’ de ser profesor?

Al principio sí tenía muchas ganas, pero al final hay un momento que dices: ‘déjalo’. Las oposiciones son un muro bastante infranqueable, y la sociedad, por otro lado, tampoco lo concibe. Una madre no quiere que a su hijo le enseñe un síndrome de Down, igual que un profesor tampoco concibe el tener un compañero con discapacidad, porque es un tema cultural… Sin embargo, y aunque no ejerza como profesor, no he dejado de enseñar. Yo tuve la gran suerte de poder reinventarme, de hacer películas, de lograr la Concha de Plata y escribir dos libros. Desde que estoy con la Fundación Adecco no he parado, y esto me ha servido también para concienciar. Cuando una puerta se cierra, otra se abre, y la Fundación para eso ha sido mi gran puerta.

Original. 

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