Ciegos que palpan en busca de tumores

Personas ciegas.

A los ciegos, o a los deficientes visuales, se les suele presentar como individuos que sufren una discapacidad muy limitante. Vivimos, de hecho, en una sociedad donde reina la cultura de lo visual. Este reinado se impuso con la instauración de las televisiones en todos los hogares.

La aparición de ordenadores, internet y dispositivos como teléfonos inteligentes o tabletas han contribuido a intensificar la relevancia de los estímulos visuales en nuestras vidas.

En este contexto, no ver se percibe como un verdadero hándicap. Pero no siempre lo es. Es más, las personas ciegas, por su manera de relacionarse con el mundo –consistente en usar más y mejor otros sentidos–, pueden desarrollar dotes muy benéficas.

Han detectado tumores de un tamaño que oscila entre uno y dos centímetros.

El afinado sentido del tacto de los invidentes no ha pasado desapercibido en el campo de la medicina.

Así, el ginecólogo alemán Frank Hoffmann ha puesto en marcha en Duisburgo un innovador programa en el que mujeres ciegas se ocupan de hacer las palpaciones de senos para detectar tumores. «Por su gran sentido del tacto, las examinadoras ciegas pueden detectar más alteraciones en el pecho de las mujeres que los ginecólogos y, además, las alteraciones que detectan son más pequeñas», afirma Stefan Wilhelm, uno de los encargados de la gestión del programa, que lleva por nombre Discovering Hands (Manos Descubridoras).

En la exploración de una examinadora de Discovering Hands, se sitúan sobre el busto de la mujer unas guías que permiten la palpación de la invidente. Hasta 60 minutos puede durar el reconocimiento. Respecto al tiempo que suelen tener los ginecólogos para hacer sus exploraciones rutinarias hay una diferencia abismal (Hoffmann reconoce que él solo tiene tiempo para hacer palpaciones de apenas tres minutos).

‘Las manos descubridoras’ «En el programa de Discovering Hands, las mujeres ciegas ponen sus manos al servicio del doctor», sostiene Wilhelm. Según ha explicado el propio Hoffmann, él y sus colegas pueden detectar tumores de un tamaño que oscila entre uno y dos centímetros.

Las examinadoras ciegas, por su parte, son capaces de detectar bultos o alteraciones de tejidos de menos de un centímetro. A saber, tumores que van de los seis a los ocho milímetros. Los resultados de ‘las manos descubridoras’ son prometedores, según sus responsables.

«Tenemos un estudio de 2008 que ha demostrado que las examinadoras ciegas detectan un 28% más de alteraciones y un 50% más de alteraciones más pequeñas de los tejidos», aclara Wilhelm. Esto es relevante porque en la detección prematura del cáncer de mama está una de las claves para vencer esta enfermedad.

«Es mucho más alto el porcentaje de pacientes que sobreviven si se detecta el cáncer en fase uno que en una fase cuatro», recuerda Wilhelm. También hay un interés económico, pues una detección precoz de un tumor canceroso supone un ahorro sanitario significativo. Por paciente, se ahorran 57.000 euros si se detecta un cáncer en fase inicial, según los datos que manejan en Discovering Hands.

El programa del doctor Hoffmann ya está en plena expansión. En Austria hay ciegos formándose para realzar este tipo de palpaciones a corto plazo y en Colombia está previsto que a partir de 2017 puedan realizarse exploraciones como las que tienen lugar en Duisburgo.

Desde la clínica del doctor Hoffmann indican que hay un notable interés en este proyecto de la ONCE, que también dispone de un centro de formación de ciegos donde se aprovecha su capacidad táctil. El cáncer de mama es el tipo de cáncer más común en las mujeres españolas, según la Sociedad Española de Oncología Médica. En Japón el trabajo de masajista es ejercido por invidentes De acuerdo con datos de la Asociación Española Contra el Cáncer, al año se diagnostican unos 22.000 nuevos casos.

De popularizarse las Discovering Hands, estas entrarían en un panorama profesional donde los invidentes suelen encontrar abundantes barreras sociales. Con esos términos se refiere Jim Gashel, presidente de la Federación Nacional de Ciegos de Estados Unidos (NFB, por sus siglas en inglés), a las dificultades que encuentran los ciegos para acceder a no pocos trabajos, como los del campo de la medicina. «Hay muy pocos ciegos trabajando en la sanidad en Estados Unidos», lamenta Gashel, cuya federación es la mayor y más antigua institución que vela por los intereses de los invidentes.

De ahí que haya que considerar casi como un contraejemplo al psiquiatra estadounidense Tim Cordes, doctor ciego formado en la Universidades de Notre Dame (Indiana) y en la Escuela Universitaria de Medicina y Salud Pública de Wisconsin. Cordes fue el segundo ciego aceptado en una escuela de medicina universitaria en Estados Unidos.

El primero fue, en 1976, David Hartman, veterano psiquiatra que tiene a sus espaldas tres décadas de carrera. A principios del siglo pasado, el también estadounidense Jacob Bolotin (1888-1924) fue el primer invidente que ejerció como médico en el mundo. Hay otros lugares donde los ciegos tienen una posición vinculada a la salud. Ocurre así en Japón con la acupuntura toyo hari y la masoterapia.

El anma, práctica ancestral de masaje de la que se deriva el shiatsu, ha sido durante siglos practicado exclusivamente por invidentes. De hecho, el trabajo de masajista en Japón y en otros países asiáticos ha permanecido como una profesión ejercida casi exclusivamente por invidentes.

Original.

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