Sexo de todos y para todos

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Todos participamos en la definición exacta de lo que es bonito y lo que es feo. Dos adjetivos manidos y simplones y a la vez tan categóricos. Lo bonito lo queremos; lo feo lo apartamos. Arriesgamos mucho cortándonos el pelo como la actriz de moda y cuando corroboramos que nuestras facciones no concuerdan con el rapado elegido, convertimos en drama algo que para nosotros es momentáneo. Tardaremos semanas en volver a buscar nuestro reflejo en los escaparates.

Puede que también pasen semanas sin desnudarnos ante la persona que deseamos por haber agrandado nuestro perímetro; aterrados con la posibilidad de que no nos vea en todo el esplendor que merece su hierba. No queremos ni verlo. No podemos ni vernos. Ya regresará todo a su lugar. Ya volveremos a pavonearnos como sabemos, aprendimos y publicitamos. El tiempo pone las cosas en su sitio.

Hay quien no cuenta con el beneplácito de la naturaleza para que las cosas vuelvan a su sitio. Viven sin necesidad de cumplir ninguno de los cánones de belleza que el resto mantenemos. Sin necesidad y sin posibilidad: No eligieron; simplemente nacieron.

Chocan constantemente contra las barras metálicas de la jaula sin puerta que los enclaustra; observando de lejos a la bandada que desde el cielo huye del frío y anhela el ardor. Deseando como tú y como yo desde la pajarera apostada en el poyete de la ventana. Ambicionando sentir la piel erizada al roce de otra, incluso cuando sea la propia. Dedos, manos, labios, senos, sexos propios y ajenos. Suyos y de otros. De muchos y de pocos. Sexo de todos y para todos.

Que todo lo que haya que desatar sea un nudo, aunque éste sea de carne. Que sea una mano la que hay que acercar para que el tacto cobre vida. Que resucite lo que nunca estuvo muerto. Reguero delatando que todo va bien: Entre estas dos piernas se aposta la cima que se derrite al paso de una lengua.

Chupar, lamer, beber. Hacer que estos verbos transitivos sean pronominales: Chúpame, lámeme, bébeme. Que lo hagas tú y lo haga yo. Que conjuguemos a la vez hasta llegar al gerundio del verbo gozar. Entrando, saliendo; petrificando el miembro en cuestión por el simple hecho de que es un pene. Mordiendo lo que arde porque libamos lo que se derrite. Carne de mi carne; de tu carne y la mía.

ATENCIÓN: EL CONTENIDO DE ESTE VIDEO CONTINE LENGAJE EXPLICITO Y SEXUAL NO APTO PARA MENORES.

 

 

 

Original. 

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