AJO

El ajo es una raíz formada por 12 o 15 bulbillos o «dientes de ajo» envueltos en capas finas, y a este conjunto se le conoce corno «cabeza de ajo». Confiere a los platos un aroma peculiar además de un fuerte sabor y lo más importante, tiene muchos efectos beneficiosos para la salud. Se originó en el Asia Central, de donde pasó a Europa, y se le empleó como remedio y condimento durante cuatro mil arios. Los antiguos babilonios lo tuvieron en muy alta estima y los egipcios lo utilizaron con frecuencia para curar. Pertenece a la familia de las liliáceas, especie Allium sativum. Dentro del género Allium, además de los ajos, están las cebollas, las cebolletas, el cebollino y el puerro.

Actualmente es muy empleado en la cocina, se le usa fresco o seco, bajo las más diversas formas: en polvo, crudo, seco, deshidratado, y es considerado como el condimento clásico de la cocina mediterránea. Los ajos están formados principalmente por agua e hidratos de carbono. En cuanto a vitaminas, destaca su contenido en vitamina C y algunas del tipo B, como B1 y B3. Los minerales más destacados son potasio, calcio, fósforo y magnesio. Cabe resaltar que la cantidad de ajo que se toma es tan pequeña que es insignificante el aporte de nutrientes a través de su consumo. No obstante, contiene unos componentes ricos en azufre que son los que verdaderamente le confieren las propiedades saludables; aunque el desagradable olor que provoca comer ajo, sobre todo crudo, hace que mucha gente sea reacia a incluirlo en su dieta, pero si se toman en cuenta sus aportes nutricionales puede que su percepción cambie y quiera incluir sabiamente al ajo en su comida diaria.

El ajo tiene sobre el organismo muchos efectos positivos: ayuda a eliminar del intestino bacterias nocivas, tiene una acción diurética, alivia las congestiones y entre otros efectos ayuda a que la sangre fluya mejor por las arterias. Por todo ello, el consumo de ajo como ingrediente de las comidas es muy recomendable para todas las personas, y en particular, para quienes padecen hipertensión arterial, taquicardia y arteriosclerosis. Y es que si se habla de las propiedades del ajo es como abrir una farmacopea’. Sin embargo, como alimento el ajo no es la gran maravilla, debido a que su verdadera fuerza reside en los Fito nutrientes, aceites esenciales y sustancias activas que se extraen de un proceso de destilación. Asimismo no es recomendable consumirlo si se padece de hemorragias, debido a su efecto vasodilatador, que hace que la sangre fluya con mayor rapidez.

Mucho de mantener sus propiedades los debe al hecho de saber conservarlo, pues aunque no es muy recomendable en crudo por su sabor fuerte, sí es necesario acompañarlo con otros alimentos. A la hora de conservarlos en casa, los ajos deben mantenerse en un lugar seco, fresco y bien ventilado, para evitar que se enmohezcan y comiencen a germinar. Se pueden colgar en la misma ristra conservándose así hasta 6 meses. Si se opta por separar los dientes, se pueden conservar los ajos sin pelar en un bote con agujeros o pelados en un bote de cristal en el frigorífico recubiertos de aceite, que además de conservarlos bien, confiere al aceite un sabor exquisito para componer diversos platos.

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